CARTA A LA COMUNICACIÓN Y DUFUSIÓN DE LA DANZA
Reproducimos la carta que los artistas Sergio Suárez y Rocío Barriga nos han enviado en reacción a nuestro artículo ‘Tetuán recupera su Certamen Coreográfico’
Texto_ SERGIO R. SUÁREZ / ROCÍO BARRIGA LÓPEZ.
Madrid, 27 de octubre de 2025
El primer fin de semana de octubre se celebró el I Certamen de Danza de Tetuán, una iniciativa destinada a promover la creación coreográfica actual en las disciplinas de danza contemporánea y danza española/flamenco; el jurado debía otorgar dos premios por disciplina (mejor interpretación y mejor coreografía), pero decidió unificar las categorías de coreografía y conceder ambos galardones a las obras finalistas de danza española/flamenco, alegando que les parecía contraproducente establecer barreras de estilo y no premiar, simplemente, la danza.
Entre las finalistas de danza contemporánea se encontraba No estamos aquí para bailar, proyecto firmado por quienes suscriben esta carta. Aceptamos los resultados con respeto y profesionalidad, aunque echamos en falta una comunicación posterior más atenta por parte de la organización. Días después, uno de los miembros del jurado publicó una crónica en su medio, que además de relatar el desarrollo del certamen, incluía una valoración crítica general hacia las propuestas de danza contemporánea, calificándolas de pretenciosas o facilonas y cuestionando su rigor escénico.
Después de una profunda reflexión hacia la intención, el significado y las consecuencias de esta crónica, y con una mediación entre quien firma esta carta y quien escribe la crónica (que agradecemos de todo corazón), se nos invita a escribir una respuesta a la crítica, invitación que aceptamos con cautela, rigor y profesionalidad, apostillando que no está escrita desde el dolor o el despecho, sino desde el asombro y la preocupación por las dinámicas de comunicación y funcionamiento del sector de la danza, algo que nos atraviesa y modela de forma directa nuestras vidas. Esta respuesta es personal, tiene nombres y apellidos, pero la sentimos colectiva y desde ese sentimiento la redactamos.
La crónica comienza apuntando la maravillosa noticia que supone el resurgimiento de un espacio que apoya a creadores emergentes, tradicionalmente agobiados por la cuestión económica en un sector que desde la base es precario. No entendemos cómo es posible que un medio de reconocido prestigio, sobre el que se podría llegar a sustentar la dirección de trabajo de espacios escénicos, festivales y circuitos alabe ese apoyo a lo emergente y acto seguido describa en los términos relatados anteriormente el trabajo creativo de las nuevas generaciones, poniendo en peligro su continuidad. Apunta además a que la decisión de unificar premios por parte del jurado deriva de una sospecha: el nuevo flamenco vive un auge de creatividad y el contemporáneo parece haber caído en un territorio laxo de experimentación en el que todo vale.
De nuevo, ensalza la creatividad, la evolución y la profesionalidad de las propuestas presentadas en la disciplina de danza española/flamenco, aludiendo al crecimiento de los nuevos creadores (que ya no se centran en copiar a los referentes), nombrando las obras y a sus creadores. Acto seguido, y en contraposición, realiza una descripción de las obras de danza contemporánea (sin mencionarlas, ni mencionar a quienes las firman), que consideramos producente reproducir con exactitud:
Por el contrario, la danza contemporánea a concurso parecía perdida con obras pretenciosas cercanas a la performance o ejercicios facilones (hoy abrumadoramente abundantes) que intentan llevar la escena clubbing, discotequera y nocturna a los escenarios. La libertad extrema de la experimentación es un arma de doble filo, que puede estar haciendo daño a nuevas generaciones que no saben dónde ubicarse frente a un territorio tremendamente vasto y laxo, que se vanagloria de no tener reglas y, a veces, ni siquiera normas mínimas y decentes de lo escénico.
Si algo se supone que debe rodear al acto creativo es la libertad de expresión, ejecución y transmisión de conocimiento; en este sentido, y más si tenemos en cuenta que los nuevos creadores deben fundamentar su trabajo en la experimentación (por la presumible falta de experiencia), nos resultaría peligroso cualquier cuestionamiento de un trabajo creativo que invite a la imitación de esta libertad. Esto es algo que cualquier creador emergente podría llegar a plantearse, acotar su libertad de experimentación, tras leer esas palabras.
Nos sorprende y nos preocupa percibir, quizás por equivocación, una crónica de este fin de semana que apunta a herir en un contexto que presume de cuidar; no entendemos esta profesión si no es desde los cuidados y desde el afecto hacia nuestro trabajo y hacia todas aquellas compañeras que intentan salvar día a día los obstáculos que se plantean en un sector gobernado por la endogamia y la precariedad. Aunque pensamos que estas dinámicas de funcionamiento del sector tan juiciosas y violentas han caído en el olvido, nos desconcierta comprobar que aún están presentes. Cuántos proyectos se perderán y cuántos creadores desistirán si desde entornos de poder dentro del sector le quitamos valor a la experimentación en el trabajo creativo y tratamos de delimitar lo que se puede hacer y lo que no.
Sobrevivir en el contexto de la danza y la creación en este tiempo resulta un reto complejo; ¿sería posible no agudizar ese reto, sobre todo desde las estructuras más estables que difunden la actualidad de la creación y la danza?
Brindamos por la libertad creativa y el derecho a la experimentación escénica.
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