“Intento llevar al límite lo teatral”
Entrevista a Jérôme Bel, de sus obras y de su radical pensamiento hablamos con él
Usted realiza un buen número de sus obras a petición de instituciones y grandes teatros: Ópera de Paris, Volksbuhne de Berlín, Festival de Avignon, Deuthches Shauspielhaus de Hamburgo, Opera de Lyon recientemente… ¿De qué manera estos pedidos restringen o guían su modo de crear?
Tengo una compañía independiente en la que hago absolutamente lo que quiero. Es divertido trabajar para unas instituciones que tienen un pasado, una historia diferente. Los equipos son numerosos y me estimula trabajar con ellos. Tengo mucha menos libertad pero es más fácil poder crear de otra manera, me permite variar. De todas maneras mi trabajo es muy contextual, construyo cada una de mis obras dependiendo de la situación en la que me encuentro.
Ha declarado que una nueva obra se define a partir de las limitaciones de la obra precedente. ¿Podemos pensar entonces que todas sus obras acaban por finalizarse con la obra que le sigue?
No, porque por el momento nada está realmente acabado. Pero sí es cierto que siempre hay algún cabo suelto que me permite crear la obra siguiente, aunque sea por oposición… Por ejemplo, actualmente estoy creando en Paris mi último espectáculo, está muy claro que lo que realmente tengo ganas de hacer se opone completamente a las dos últimas obras que he hecho: Disabled Theater y Gala. A la energía y la espectacularidad de estas obras opongo ahora un minimalismo contemplativo.
¿Cómo le llegó la propuesta de montar The show must go on para la Compañía Nacional de Danza?
Desde hace ya varios años esta obra forma parte del repertorio de algunas compañías internacionales en Hamburgo, Pekín, Malmö o Berlín. Ahora simplemente José Martínez nos ha propuesto introducirla en la Compañía Nacional de Danza. Estoy encantado que exista una versión en Madrid.
¿Que representa esta obra en su trayectoria?
Ha sido una obra muy importante, fue mi primer trabajo de gran formato. Al principio contaba con 28 bailarines en el escenario. Era increíble. La recepción de este trabajo fue muy violenta en los primeros momentos. Había gente que estaba realmente conmocionada, pensaban que mi intención era únicamente la provocación. Y poco a poco, con el tiempo, el público la ha entendido y ahora es una obra culta, de referencia.
¿Cómo mantiene viva la esencia de esta obra después de su creación hace 17 años?
Es una obra en la que solo hay que realizar unas acciones. Su estructura está al alcance de cualquiera. Y aunque la dramaturgia es extremadamente elaborada la interpretación de la obra es bastante fácil. Los bailarines tienen que trabajársela intelectualmente con el fin de comprenderla pero ya estamos acostumbrados y sabemos cómo explicar la esencia y lo que realmente está en juego. Para los bailarines es sobre todo una experiencia intelectual, también política.
Tan controvertida al principio, The show must go on continua suscitando reacciones de rechazo. ¿Cuál piensa usted que es la razón?
Esta obra no se parece a ningún otro espectáculo. Es una especie de OVNI coreográfico-teatral que toma por sorpresa a muchos espectadores. Cuestiona precisamente al espectador como tal. Interroga sobre lo que supone estar subido en un escenario, sobre el teatro como lugar de representación, con su fuerza y su fragilidad, el deseo de lo que los espectadores quieren ver en él. Es una obra conceptual pero también muy emocional, incluso sentimental…
Desde el punto de vista intelectual, ¿cómo han evolucionado sus necesidades de creación después de estos 24 años?
Intelectualmente, sigo buscando, investigando, intento llevar al límite lo teatral para ver hasta donde consigue resistir, intento comprenderlo.
¿Y lo consigue?
No de la manera más evidente…
¿Cuál es su campo de investigación actual para lograrlo?
Hoy intento salir de la caja negra, ver cómo puedo presentar mi trabajo fuera del teatro, en el espacio público. Trabajo sobre un proyecto para la Bienal de la danza de Lyon en septiembre de 2018 para lugares emblemáticos de la ciudad que se caracterizan por su simbolismo social, espiritual, comercial, político o judicial. Quiero cuestionar la dimensión espiritual de nuestro ser post-religioso. Me parece que algunas prácticas corporales como el yoga o la meditación podrían ser prácticas pertinentes. Estoy dándole vueltas a este tipo de cuestiones…
Texto_DAVID RODRIGO BALSALOBRE
DESPIECE DOS
Véronique
Primera obra de una serie de retratos que llevan el nombre de su único intérprete, Véronique Doisneau (2004) corrobora la ausencia total del coreógrafo en favor del sujeto mismo del espectáculo. “Había comprobado – comenta Bel- que el discurso de la danza de aquel entonces lo producían únicamente la crítica y los coreógrafos, el de los bailarines era inexistente. Esta situación me pareció un ángulo muerto dentro del campo coreográfico que quise investigar con estos solos”. En Véronique Doisneau, la bailarina hace sobre el escenario un balance retrospectivo y subjetivo de su carrera dentro del cuerpo de Ballet de la Ópera de Paris antes de retirarse. “Fue una propuesta muy underground para la Ópera –recuerda Doisneau- la despedida del escenario está reservada únicamente a las estrellas del Ballet. Y de repente, Jérôme ofrecía una obra de despedida a una desconocida. Recibí correos maravillosos en ese momento. Cuando se lo comenté a Brigitte Lefévre (entonces directora de la danza de la Ópera de Paris), me dijo: ‘Me alegro, porque si supieses la cantidad de insultos que recibo por carta!” Bel apunta por su lado “El hecho de que Véronique se jubilara ocho días después del estreno fue muy importante ya que pudo ser crítica sobre su carrera y sobre la institución misma” Tras aquellas únicas representaciones Doisneau no quiso volver a subir a un escenario. Solo queda la grabación de este trabajo que se podrá ver en los Teatros del Canal de Madrid el 17 de marzo de 2018.