ADORACIÓN A LA PANDERETA
Elegante y místico, el solo ‘SIBIL-A’, de Andrea Jiménez, fue estrenado ayer en la Fira Maditerrània de Manresa. También bailaron Panzetti & Ticconi, y La venidera…
Texto_OMAR KHAN Foto_TXUS GARCÍA
Manresa, 12 de octubre de 2024
Andrea Jimenez, que viene de una formación en Danza Española en el Institut del Teatre barcelonés, tiene indiscutible fuerza y presencia, pero el poder hipnótico de su unipersonal SIBIL-A, estrenado ayer tarde bajo la sombrilla de la Fira Maditerrània de Manresa, viene de la conjunción de los pocos pero cuidadísimos elementos que conforman el todo. La atmósfera humeante, la amplificación y reverberación del sonido que magnifica su respiración, un calculado e ingenioso vestuario con una función dramatúrgica muy específica, esa iluminación de claros y oscuros y, por supuesto, ella, que se desvela bailarina de registros múltiples y cantante inspirada, terminan dando forma a este ritual, extraño y fascinante a un tiempo, que parece ubicarse al unísono en un pasado remoto y un futuro lejano.
La acción gira alrededor de la pandereta, elevada aquí a instrumento místico, a reliquia de valor incalculable. Como una sacerdotisa que cuida, protege y venera, Andrea Jiménez se prosterna en su adoración, y en un calculado crescendo avanza hacia el trance y el desvarío, pero sin perder las riendas del mandato coreográfico, en el que constituye el momento climático de la propuesta. Los sonoros ornamentos metálicos que cubren su traje son arrancados con furia loca, en una sesión de despojo místico, que la deja vulnerable.
El punto de partida de la obra es una investigación a fondo sobre el papel de la mujer en la tradición musical, oral y dancística en la cuenca mediterránea pero para nada un discurso didáctico ni historicista. Lleno de sugerencias y metáforas, el solo se sostiene por su exigencia artística, su desconexión con el folclore sin prescindir de él y el buen hacer de su protagonista, que le pone intensidad a su interpretación y ambigüedad a su danza, que se balancea entre los aires moriscos, el flamenco y la danza estilizada, aderezado con una fiereza y libertad, solo posible desde el contemporáneo.
Banderas
No deja de sorprender en las propuestas de la Fira, las variantes y posibilidades que puede ofrecer la danza de raíz y las, por lo visto, infinitas maneras de abordarlas desde una mirada actual, en sintonía con la estética y los modos escénicos de nuestro tiempo. Desde luego original, el punto de partida de AeReA, corrobora esta sensación. Se trata de un dueto para espacio no convencional, muy tenso e intenso, firmado y bailado por los italianos Ginevra Panzetti & Enrico Ticconi, que se presentó ayer tarde en el Patio del Kursaal, teniendo como foco y objeto la bandera.
Portando dos banderas grises, aparentemente sin ninguna connotación, los dos bailarines las van ondeando con precisión, lentitud y parsimonia en una ceremonia larga, orquestada por el desesperante y muy eficaz espacio sonoro que les ha diseñado Demetrio Castellucci, un ruido insistente y atronador, determinante en la atmósfera enrarecida e inquietante de esta pieza. Aunque no hacen más que ondearlas durante 30 minutos, casi ignorándose el uno al otro, la coreografía es capaz de ir paseándose por las diversas lecturas e interpretaciones que como sociedad hemos ido otorgando a este trozo de tela. Los movimientos a veces marciales y bélicos, pero por momentos pacifistas, nos recuerdan la actitud corporal del que porta una bandera, un gesto que sin apenas variaciones en lo que se refiere a la manipulación del objeto, puede significar pertenencia, rechazo, desafío, ideología, poderío, unidad, afinidad… En apariencia sencilla, AeReA, exige coordinación, compenetración y hasta cierto virtuosismo entre el tándem Panzetti / Ticconi, cuando la bailan. Todo un hallazgo.
En otro ámbito de la creación, también se presentó en el patio Loca, un dueto femenino, cortesía de La venidera, que tiene en el buen hacer de sus dos intérpretes su principal mérito, el de presentar la danza española desde un territorio libre, fuera de prejuicios, en el que sin embargo, parece realzarse.
