ARDE, BRUJA, ARDE
It Dansa, la compañía del Institut del Teatre barcelonés se desplazó anoche hasta la Fira Medietrrània de Manresa para presentar ‘Biterna’, coreografía sobre brujas y disidentes. Fuimos a verla y esto nos pareció…
Texto_OMAR KHAN
Manresa, 12 de octubre de 2024
De noche, el claustro del contradictoriamente modernísimo edificio del Museo Barroco de Cataluña, en Manresa, parece el lugar perfecto para quemar unas cuantas brujas. La macabra reflexión viene a colación porque anoche, en ese espacio, una veintena de jóvenes bailarines de It Dansa, la compañía del Institut del Teatre, de Barcelona, aquí bien arropada por el Cor Jove Nacional de Catalunya, dirigido por Mireia Barrera, bailaron Biterna, coreografía de Aleix Martínez con composición musical en clave de cantata a lo Carmina Burana, del pirenaico Arnau Oriols, un espectáculo que vino a recordarnos en forma de ritual a esas mujeres que hace siglos fueron asesinadas al ser señaladas como brujas cuando quizá solo eran disidentes, haciendo extensible el homenaje a toda minoría suprimida, oprimida o exterminada.
Se trata, probablemente, de la creación más grande y ambiciosa, en términos de producción, del joven colectivo del Institut, siempre dirigido con sensibilidad por Catherine Allard, la que en otras décadas fuera musa de Nacho Duato. La pieza fue creada a la carta para inaugurar este verano la 33º edición del Festival Dansàneu, evento del Pirineo que en esta ocasión quiso recordar el 600 aniversario del primer documento europeo que, pronunciado allí, en Les Valls d’Aneu, condenó las reuniones de brujas. A partir de este tema, Aleix Martínez, joven bailarín y creador que hoy triunfa en el Ballet de Hamburgo, les montó este trabajo que, con sus referentes a la cultura medieval, sus músicas y danzas, y su rechazo al castigo por la disidencia, encajaba a la perfección en la línea conceptual de la Fira Mediterrània de Manresa este año.
Aquelarre
Arranca Biterna con una bailarina inmaculada, vestida de blanco vaporoso, que gira como un derviche alrededor de una piedra enorme y al compás del cántico acompasado que le entona el coro. El conjunto tiene un aire de belleza triste, que dominará prácticamente toda la velada. No obstante, abundan los momentos corales y la agitación constante en el escenario, ruidos y sonidos cercanos y lejanos, y abundante simbología, que va desde el cordero y la máscara ritual, pasando por cajas misteriosamente iluminadas y seres como salidos de alguna mitología.
Biterna es agotadora para sus intérpretes. Hay una cierta obstinación por parte del coreógrafo, que parece sentir necesidad de que todo sea trepidante, que ocurran muchas cosas constantemente y en muy poco tiempo, un exceso que a veces le pasa factura y propicia el atropello. Con todo, el equipo responde con el nivel profesional que siempre ha caracterizado a las distintas promociones de It Dansa (esta misma semana, una ex integrante, Lorena Nogal, se hizo con el Premio Nacional de Danza en la modalidad de Interpretación). A pesar del papel preponderante de los chicos, aquí ellas tienen mejor desempeño. Y aunque muchos momentos corales funcionan y son eficaces, destacando principalmente el asedio de los hombres con tridente a la bruja, los verdaderamente emotivos y sentidos vienen en momentos menos agitados: solos femeninos de gran fuerza, duetos compenetrados y especialmente ese trío hacia el final, el más expresivo de toda la representación.
La pieza expone con claridad meridiana su tema y sin recurrir a la narrativa convencional, luce una dramaturgia nítida, que no deja lugar a equívocos sobre lo que quiere contarnos. Hay momentos de gran belleza formal, y es relevante reconocer el papel que juega el coro, la música en directo y los golpes de efecto sonoros en la creación de esas logradas atmósferas, enigmáticas y litúrgicas unas, emocionantes o sobrecogedoras otras. El público anoche, en Manresa, dio su aprobación en forma de [merecida] ovación.