Y DE REPENTE... OLGA SMIRNOVA
La famosa bailarina rusa que se solidarizó con Ucrania bailó anoche ‘Romeo y Julieta’ con Los Ballets de Montecarlo, en La Maestranza de Sevilla. Fuimos a verla y quedamos sorprendidos. Léelo…
Texto_OMAR KHAN Fotos_GUILLERMO MENDO
Sevilla, 12 de enero de 2023
Aunque se ha visto en innumerables ocasiones en España, el Romeo y Julieta de Jean-Christophe Maillot para Los Ballets de Montecarlo que llegó anoche al escenario del Teatro de la Maestranza, de Sevilla, aguardaba la impagable sorpresa de la diva rusa Olga Smirnova como artista invitada para el rol de Julieta. No se hizo mucha promoción ni se enfatizó demasiado en esta presencia, ahora mismo doblemente importante. Por el lado artístico, se trata de la que hasta hace muy poco fuera estrella en el Boshói moscovita, una bailarina etérea, sensible y bella, dueña de una impecable técnica y unas extensiones extraordinarias, y por el lado político, la valiente artista rusa que nada más estallar la Guerra de Ucrania se posicionó en contra de su país y pareció no importarle cambiar en un instante su acomodada vida de bailarina privilegiada en Moscú, lanzándose a un futuro incierto en Europa por defender sus ideas en Rusia, donde eso se paga caro. Recaló entonces en Ámsterdam, donde fue de inmediato contratada como primera figura del Het Nationale Ballet holandés.
A Maillot lo conoció en Moscú. El veterano coreógrafo francés fue, hace unos años, invitado a Rusia para montar con el Bolshói su potente versión de La fierecilla domada, de Shakespeare, y para ella creó el papel protagonista. Hubo química, es indudable, y ahora como invitada de su compañía monegasca, baila uno de los papeles más exigentes y célebres de su repertorio, en una obra que se estrenó en la Navidad de 1996 en Mónaco y desde entonces, no ha dejado de representarse. Y es que la coreografía, aunque siendo fiel a Shakespeare, sabe ingeniárselas para colocar el protagonismo absoluto en Julieta, que en su visión no es una chica enamorada sino la representación misma del amor trágico.
Ella es Julieta
Olga Smirnova demostró anoche ser dueña de todas las herramientas necesarias para llevar este papel a la cumbre. Tiene la inocencia y la candidez, la ligereza y la autenticidad. Tiene la perfección técnica y la limpieza del movimiento, la precisión del gesto y la sensación de levedad. Pero, sobre todo, la sensibilidad capaz de hacernos creer que ella, de verdad, es una encarnación de la ingenuidad, pureza y honestidad del amor verdadero.
A su lado, discreto, pero eficaz y encantador, Francesco Resch estuvo a la altura dando la réplica como Romeo, secundado por el numeroso y certero equipo de Los Ballets de Montecarlo. La compañía monegasca vive un gran momento. Hace días apenas, su elenco brillaba en los Teatros del Canal, de Madrid, con un título en las antípodas, esa COPPÉL-i.A. reconvertida en fábula de ciencia ficción fascinante con ciber-moraleja.
En ambos casos se evidencia la capacidad de Maillot para narrar complejas historias desde el ballet, siempre con esa claridad meridiana que caracteriza el resto de su obra. En el caso de Romeo y Julieta, desde un escenario atemporal blanco de minimalista elegancia, el coreógrafo nos cuenta con veracidad y brío cinematográfico la trepidante historia de los amantes imposibles, centrándose en el amor de la pareja pero sin descuidar la dimensión trágica y desgarradora del relato, desencadenada por la rivalidad entre Montescos y Capuletos, dos bandos aquí perfectamente diferenciados, incluso desde lo cromático.
Romeo y Julieta resiste y persiste en el tiempo. Lleva más de 25 años de escenarios pero sería creíble si nos dijeran que se estrenó anoche. Permanencia y vigencia, cabe recordar, son dos de las condiciones que han de reunirse para consolidar un clásico. La compañía de Mónaco la bailará en La Maestranza hasta el próximo sábado 14, pero esta noche será la última oportunidad de verla protagonizada por Olga Smirnova, la fantástica bailarina rusa que se solidarizó con Ucrania.
