ADVERTENCIA: ESTE ESPECTÁCULO ES UN SIMULACRO
¿Es real la nueva pieza de Kor’sia? Mañana lo sabremos cuando la compañía estrene en Condeduque ‘Simulacro’. Hemos querido adelantarnos y se lo hemos preguntado. Léelo…
Texto_OMAR KHAN Fotos_AITOR LASPIUR / MARÍA ALPERI
Madrid, 19 de junio de 2025
La rotonda como metáfora, “un espacio circular donde todo gira sin avanzar, un cruce donde los caminos se confunden y el tiempo se repite”. Así han imaginado en Kor’sia el momento que vivimos, uno en el que el concepto conocido de realidad parece perder autonomía y significado. El semáforo de su rotonda se pondrá en verde mañana en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, de Madrid (con funciones hasta el domingo), cuando la compañía dirigida por Mattia Russo y Antonio Da Rosa, estrene Simulacro, una creación coherente con esas inquietudes por la sociedad que vivimos, que han caracterizado el trabajo de la agrupación.
Con inspiración en el pensamiento del sociólogo francés Jean Baudrillard, que en su libro Cultura y simulacro despliega su teoría sobre la hiperrealidad, el equipo de Kor’sia, siempre acompañado por Agnès López Río, responsable de la dramaturgia, quiere llamar la atención sobre cómo las nuevas tecnologías han conseguido diluir nuestra noción de realidad.
“Nuestro interés siempre ha estado en temas sociales que nos rodean y esta vez hemos puesto el foco en lo que estamos viviendo”, reflexiona Mattia Russo. “Vivimos un mundo en el que no hay distinción entre ficción y realidad. Diseñamos una vida paralela a la nuestra en las redes sociales y de pronto ya no distinguimos cuál es la verdadera. Con ayuda de la tecnología nos creamos una ficción que se parece a la realidad. Todos buscamos en Instagram tener una identidad y crear una realidad que no es la que vivimos, una realidad de fotos bonitas en la que somos felices y solo nos pasan cosas buenas”.
Baudrillard explicaba su concepto de hiperrealidad acudiendo al supuesto que existe una ciudad y un mapa que la calca tan a la perfección que pasa a sustituirla. Una buena manera de describir, a principios de este siglo, lo que hoy ya conocemos como realidad virtual. “Profundizamos en cómo poder llevar al escenario estas ideas y al final hemos decidido crear una serie de realidades en mundos distintos en los que entramos y salimos, así que el set es una rotonda, un sitio circular e infinito”.
Mirando atrás
Kor’sia ha demostrado ingenio, pericia y sentido del espectáculo para hablarnos de estas problemáticas de nuestra sociedad que nos afectan y alteran casi sin darnos cuenta. Y lo han hecho mirando atrás con el cuerpo apuntando al futuro. Usaron el clásico del ballet romántico Giselle para reflexionar sobre el amor verdadero y duradero en nuestros días y la metáfora del ascenso a la colina para reivindicar una vuelta a la naturaleza y poder ver nuestra realidad desde arriba, en Mont Ventoux. Con títulos como esos se han granjeado una creciente reputación internacional, que ahora los lleva con su nuevo título a la muy prestigiosa Bienal de la Danza de Venecia este mismo verano, a la que han sido invitados, aún sin ver la propuesta, por Wayne McGregor, director artístico del evento.
“Hemos creado un perpetuo continuo que nunca acaba, todo parece un simulacro”, interviene Antonio de Rosa para explicarnos cómo representan estas realidades multiplicadas en escena. “Nos vamos cambiando de vestuario pero la acción siempre va a parecerse a la anterior y seguimos siempre haciendo lo mismo como si fuera la primera vez, es infinito, no acaba, y está esa pantalla que es como un tótem, y que en realidad representa todas estas pantallas que nos rodean cuando salimos a la calle. Vivimos en un mundo automático, que siempre es igual aunque parezca cambiante”.
Como en el caso de casi todas sus producciones, en ésta pieza para siete bailarines, con música de Alejandro Da Rocha, un habitual, y dispositivo escénico de Amber Vandenhoeck, ni hay una narrativa lineal o convencional, ni tampoco la intención noble pero ilusa de cambiar el estado de las cosas con un espectáculo. Siempre recurren a la frase ‘aportación de un granito de anera’. “No queremos denunciar ni señalar sino invitar a reflexionar. Todos somos víctimas de esta situación, todos vivimos en estas otras realidades y es imposible escapar de ellas. En lo personal, lo que intentamos es que no nos afecte”, asegura Russo.
Recordando a Bronislava
Aparte del interés internacional por Kor’sia, que ya destaca en los carteles de festivales y encuentros de envergadura internacional, como demuestra su presencia en Venecia este verano, también hay interés por contratar al tándem De Rosa/Russo (en la foto) para ir a crear con otras compañías relevantes. De manera inminente, ahora en julio, estrenan en dieciséis cuerpos de Los Ballets de Montecarlo, una nueva creación a petición de Jean-Christophe Maillot, el coreógrafo al frente del colectivo monegasco. Se trata de Bronia, una pieza que conecta con otra vertiente de su trabajo con su propia compañía.
Bronia es el diminutivo del niombre de pila de Bronislava Nijinska, la gran bailarina, creadora y docente que pasó casi toda su vida trabajando para los Ballets Rusos de Diaghilev, incluso después de la muerte del cotizado gerente, quedándose en la escisión que fue a parar, justamente, a Mónaco. No es la primera vez que los líderes de Kor’sia se fijan en ella. En Igra, una pieza anterior, quisieron revisar desde una perspectiva actual los entresijos de aquella compañía rusa de París que nunca visitó Rusia, y que fue sinónimo de modernidad y progreso hace ahora más de un siglo. En ella se centraban en los hermanos Nijinsky, Vaslav y Bronislava. La gloria de uno, que terminó desquiciado, y el trabajo a la sombra de su hermano, que hizo la otra.
“Queremos rendir homenaje a la figura de Nijinska, lo que nos ha permitido además, incursionar en el trabajo de puntas con una compañía como Los Ballets de Montecarlo. Claro que no hay un Nijinsky y una Nijinska, eso no es lo que hacemos en Kor’sia”, advierte Antonio de Rosa, “pero estará su espíritu”.
Reconocen, eso sí, que muchos de los movimientos de los bailarines recurren a su estilo particular, y que habrá referencias a su trabajo, especialmente Les noces, quizá su coreografía más importante junto a Le Train Bleu. “Todo el mundo recuerda más a su hermano y por eso hemos querido rendir este homenaje a ella, una mujer que hizo aportaciones no bien reconocidas en un entorno de hombres. Tenía mucho talento y resistencia. Diaghilev la echaba y la volvía a llamar, y ella siempre estaba allí. Era fuerte, era poderosa y nunca salió del escenario”.
Justamente esta última idea destaca en Bronia, que se estrena el 17 de julio en programa doble con una pieza de Lukas Timulak, en el legendario Grimaldi Forum, de Montecarlo. “Por eso hemos decidido bailar la pieza en el escenario desnudo, se verá toda la maquinaria que tanto le fascinó”, concluye Mattia Russo.