JUVENTUD Y PERFECCIÓN
El Ballet Junior del Ballet de la Ópera de París, liderado por José Carlos Martínez, inicia su primera gira internacional aterrizando en España con un exquisito programa que encandiló a los espectadores de la capital. Te lo contamos...
Texto_JUDIT GALLART Fotos_JULIEN BENHAMOU
Madrid, 31 de julio de 2025
Antenoche, el Patio Central del madrileño Centro de Cultura Contemporánea Condeduque se convirtió en un vibrante escenario para el debut en España del Junior Ballet de la Ópera de París, marcando desde el primer compás la calidad y potencial de esta joven agrupación. Joven no solo en cuanto a recorrido, pues inició su actividad el pasado 2024 bajo el impulso del actual director de la Ópera de París, José Carlos Martínez; sino también por la corta edad de los 24 bailarines que la componen, todos ellos entre los 18 y los 23 años. Bajo el marco del Festival Veranos de la Villa, esta edición bajo la dirección de Joaquín de Luz, presentaron un exquisito programa compuesto por cuatro piezas en el que se mostraría no solo la versatilidad del repertorio, sino también el enorme talento técnico y expresivo de sus intérpretes.
La velada abría con Allegro Brillante de George Balanchine, todo un homenaje al neoclásico en el que resultó imposible no fijarse en la bailarina principal, Natalie Vikner, cuyo dominio técnico -adquirido tras su paso en la Escuela de la compañía que la acoge- se hizo evidente en la característica secuencia en la que la intérprete ejecuta cuatros giros en attitude, tanto en dehors como en dedans (hacia fuera y hacia dentro) mientras es sostenida y guiada por cuatro de sus partenaires. Sus port de bras llenos de belleza y elegancia marcaron el tempo emocional de una apertura brillante -fiel al título-, regalándonos una imagen tan precisa como etérea para confirmar que la escuela francesa continúa formando bailarines de una calidad excepcional.
Le siguió Cantate 51 de Maurice Béjart, pieza en la que el español Jaime Almaraz Baizán destacó con una combinación de gracia y agilidad digna del potencial bailarín demi-caractère que aparenta ser. Oscilando entre lo físico y lo simbólico, desnudando la vulnerabilidad del intérprete con una coreografía intensa y teatral terminaría por guiar el renacer de un cuerpo abandonado en escena durante la primera parte de la pieza, el de la francesa Angélique Brosse, que con sus movimientos afilados ha creado una atmósfera ambigua entre la fragilidad y lo cáustico.

Una rosa
La tercera pieza, Requiem for a rose, de la coreógrafa Annabelle López Ochoa, fue probablemente la más impactante a nivel visual. Los torsos desnudos y las faldas rojas componían una escenografía viva, una dicotomía constante entre lo salvaje y lo clásico. El giro de las faldas creaba la ilusión de una rosa en movimiento, una imagen aún más poderosa cuando se descubre a Shani Obadia, bailarina que a su corta edad cuenta con una amplia formación en escuelas de Niza y Cannes, pasando por la Escuela de la Ópera y graduándose en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de París, sujetando una rosa roja con la boca durante toda la pieza en un gesto tan provocador como poético. Todo ello envuelto por el sonido insistente de un latido marcando el ritmo cual pulsación orgánica.
La noche cerró con humor y frescura de la mano del mismo José Carlos Martínez con su obra Mi Favorita. Un desfile danzado en el que faldas de todas las formas y tamaños son lanzadas por los aires, recogidas o incluso dejándose caer más de lo previsto por las piernas de una joven intérprete que supo integrar en escena este pequeño accidente de vestuario casualmente en sintonía con la propuesta. La obra se pobló de miradas cómplices, acrobacias, gestos sarcásticos y pequeñas historias de rechazo, elevando el tono lúdico sin perder calidad técnica.
Un comienzo fulgurante el del Ballet Junior de la Ópera de París, que invita a seguirles la pista muy de cerca, y es que mañana serán acogidos por el Festival Internacional de Santander (FIS).





