TODO EN SU LUGAR
Volvió Käfig, la compañía francesa de hip hop de Mourad Merzouki, al Festival Internacional de Santander, con ‘Las cuatro estaciones bailadas’. Fuimos a verlo y esto nos ha parecido
Texto_CAROLINA LÓPEZ CASTAÑEDA Foto_CECILE MANOHA
Santander, 09 de agosto de 2025
La 74º Edición del Festival Internacional de Santander (FIS), conducida por Cosme Marina, brindó en el Palacio de Festivales de Cantabria uno de sus platos fuertes con el programa conjunto de Le Concert de la Loge y Compagnie Käfig (triunfador del FIS en 2022 con Cartes Blanches y en 2024 con Folia) Las cuatro estaciones bailadas. Recientemente premiado con el galardón Opus Klassik 2025 a espectáculo innovador del año, la propuesta no solo ensambla la música de Vivaldí con la danza urbana sino que tiene por razón de ser la celebración del arte en su concepción más alta. Julien Chauvin dirige desde el violín el concierto, con gran protagonismo del violonchelo de Jérôme Huille, siendo el eje generador del color y volumen de la sublime coreografía. La escenografía es un festín de instrumentos de cuerda con los nada usuales tiorba y clave (mesa de la ceremonia sensorial) desvelados desde la luz que amanece en sus calles. La acústica del propio escenario, preparado para orquesta, sentencia un guarnecido perfecto del todo (en su lugar).
La presencia escénica de cada elemento, desde la delicadeza del pasar la página de la partitura y el vestuario conjunto de los intérpretes, hasta la elevación cenital de la energía, articulan la pieza en la que el coreógrafo francés Mourad Merzouki, director de Käfig, ha servido un deleite de hip hop con guiños barrocos y texturas de cámara, en una dimensión orgánica y desenfadada, donde el impulso de los siete bailarines es tan cegador que se agradecen las pausas (justas y necesarias) para la asimilación de los estímulos emanados de la más precisa técnica, cristalizada en un exhaustivo trabajo de investigación.
Las cuatro estaciones bailadas es una experiencia holística, una inmersión artística conjunta que recorre el ciclo vital con simbología y dramaturgia perfecta, suculenta y detallista; experimenta, indaga y desborda el placer en sí mismo; y con el final esperanzador de un nuevo comienzo - el tiempo no se detiene, aunque nos lo haya parecido- el público aplaude rendido al manjar inagotable. Exquisito.





