VIVA! SIGUE VIVA
Descomunal ovación anoche para Manuel Liñán en la inauguración del Festival Cádiz en Danza. Exactamente lo contrario de la pandilla de homófobos que hace poco le insultaron en redes. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_LOURDES DE VICENTE
Cádiz, 08 de junio de 2025
“¡Qué arte, quillo!”, entre otros elogios, le llovían a viva voz a Manuel Liñán desde la platea llena y entusiasta del Teatro Falla anoche. Con su compañía madrileña, el creador y bailaor/bailaora granadino defendía anoche, una vez más, su mega exitoso espectáculo Viva!, de 2019, en la que supone su segunda visita al Falla con esta misma propuesta, que anoche dejó inaugurada por todo lo alto la vigésimo tercera edición del Festival Cádiz en Danza.
El apoyo y exaltación de los gaditanos que, de pie, ovacionaron y se retorcieron de felicidad durante los saludos, se ubicaban en el otro extremo de los insultos y maldiciones (“vicioso, enfermo, degenerado”, las más amables) que le lanzaron reciente y masivamente los lectores de la revista digital deflamenco.com al mismo Liñán en redes sociales, tras una actuación en Madrid el pasado abril, donde al igual que en Viva!, bailaba flamenco desde el rol de la bailaora, que es lo que hace con toda su compañía en este título trasgresor, ya importante en el catálogo del nuevo y vibrante paisaje del nuevo flamenco español.
Pero los insultos sin medida de estos intolerantes forocoches de la danza, responden a algo más que las críticas a un espectáculo. Son la (peligrosa, alarmante, preocupante…) señal de que ha llegado al pequeño entorno de nuestra danza la misma invasión e imposición del irrespeto, el descaro y el insulto, la homofobia e intolerancia macho-conservadora que nos están inoculando en directo cada día por las redes grupos radicales de ultraderecha, incluso desde la actual presidencia de Estados Unidos, nada menos. Una señal de que la machosfera empieza a invadir el espacio de todos ya sin disimulo ni caretas.
¿Travestidos?
Reducido a espectáculo travesti y maricón por los forocoches, pero, ojo, también por algunos de los que anoche ovacionaban, que se apresuraban, equivocadamente, a compararlo con Los Ballets Trockadero de Montecarlo, esos peludos bailarines norteamericanos en tutú que hacen los roles femeninos de los ballets clásicos, Viva! trasciende lo travestido y la simpleza de bailaores haciendo de genuinas bailaoras. Su contundente final nos muestre sin pelucas a los hombres que la bailaron, mientras los trajes que usaron (una colección de maravilla diseñada por Yaiza Pinillos) aparecen al fondo colgados como testimonio de lo que ha sido el espectáculo.
Los abismos que separan el rol masculino del femenino en el flamenco –casi más que en el ballet- son el vestigio de unas prácticas segregacionistas muy contrarias a la libertad proclamada y hoy instaurada por la danza contemporánea que, por lo general, trabaja sobre la base democrática de cuerpos en movimiento y no de roles, porque lo que importa es la danza y no el género que la interprete. Defender este principio de libertad es, en realidad, el gran mérito de Viva!
Por otra parte, Manuel Liñán pudo, frente a este éxito descomunal, inventarse un Viva 2! y sacar rentabilidad y rédito a su idea (es lo que hicieron los trocks, de Montecarlo, que llevan décadas viviendo de lo mismo) pero el paso siguiente de su compañía ha sido la todavía más extraordinaria Muerta de amor, que sigue la estela pero ni se repite ni convierte en fórmula ni saca partido descarado a lo que ya le conoce el impacto. No obstante, ha sido (y sigue siendo) también muy ovacionada, merecidamente hay que decir.
Es muy difícil para un bailaor flamenco hacer de la mujer, porque significa casi empezar de cero e implica el dominio de técnicas muy complicadas como el movimiento con bata de cola o el manejo del mantón. Liñán y sus chicos demuestran que es posible y creíble una vez sobre el escenario, derribando así convencionalismos erróneos sobre lo que puede o no hacer un hombre o una mujer en el flamenco. Se trata de una investigación rigurosa, artística, seria… desplegada como gran espectáculo, porque lo es, y no de un show travesti de bar de Chueca, con el debido respeto a los artistas del cabaret. El éxito descomunal de Viva!, dentro y fuera de España, durante los últimos cinco años (y sigue rodando) tiene que ver con ese reconocimiento allí donde los forocoches del flamenco ven una supuesta aberración y atropello, a un maricón haciendo de bailaora.
¡Qué arte, quillo!