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BORIS CHARMATZ ABANDONA LA DIRECCIÓN DE LA COMPAÑÍA DE PINA BAUSCH

En un comunicado que especifica que las razones han de quedar en secreto, la compañía alemana anunció la semana pasada el fin de la relación. Te lo contamos…

Texto_OMAR KHAN

Madrid, 07 de marzo de 2025

Quizá solo sea la confirmación de una muerte anunciada. La semana pasada, el francés Boris Charmatz y la directiva de la Wuppertal Tanztheater, la legendaria compañía de Pina Bausch, anunciaron el cese del bailarín y creador al frente de la agrupación alemana, haciendo añicos el acuerdo de un contrato firmado por un período de ocho años que apenas duró dos. Con el secretismo habitual de la compañía de Wuppertal, un comunicado políticamente correcto y descaradamente pactado, se deshace en elogios a Boris y a su vez, Boris se derrite en loas a la agrupación, para contradictoriamente anunciar que ya no seguirán juntos. En el primer párrafo del escrito se lee claramente que “las partes han acordado que las razones del fin del contrato han de permanecer confidenciales”.

Del escrito se deduce -o al menos da la impresión de que quieren que lo parezca-, que la decisión de marcharse partió del artista, porque no hacen más que reiterar lo contentos que estaban con él desde el Presidente de Tanztheater Wuppertal, Rolf Köster, hasta la Ministra de Cultura Ina Brandes, con amplias y edulcoradas declaraciones. Dejan las puertas abiertas a Charmatz para futuras colaboraciones y anuncian la creación de un Centro Pina Bausch, a pesar de que ya existe la Fundación Pina Bausch, que gestiona el legado (y vende sus obras a otras compañías) y es regentada por Solomon Bausch, el hijo de la coreógrafa, que heredó ese legado aunque nunca tuvo ninguna vinculación con Tanztheater Wuppertal.

Cuando Bausch murió repentinamente en 2009 se abrió una enorme interrogante sobre qué hacer con la compañía y su legado, pues la malograda artista no dejó ni una sola directriz al respecto. En un principio, se pensó que el que la dirigiera debería venir de dentro, y se apostó primero por Dominque Mercy, su bailarín estrella, que tuvo un reinado tan conflictivo como fugaz, sucediéndole por un tiempo muy breve Robert Sturm, quien fuera asistente de la coreógrafa, y finalmente, otro intérprete legendario del colectivo, Lutz Förster, que tampoco consiguió la deseada línea y estabilidad. Fue entonces cuando decidieron traer un director artístico externo que fuera capaz de abrirse a la nueva creación y mantener vivo el legado a un tiempo.

Una selección conflictiva

La selección de Adolphe Binder, que venía de exitosas gestiones al frente del Ballet de Göteborg y la Komische Oper alemana, aunque parecía idónea les salió cara. Con ella, la compañía estrenó las primeras dos obras no firmadas por Pina Bausch en toda su historia, un par de trabajos, ciertamente memorables, estrenados respectivamente por el sueco Alan Lucien Øyen y el griego Dimitris Papaioannou. Pero internamente, se escenificaban enfrentamientos frontales con aires de auténtica trifulca entre la directiva y la nueva directora artística, lo que llevó a su despido fulminante. La agraviada recurrió el despido por improcedente y ganó en los tribunales, lo que le ha costado una fortuna al colectivo de Wuppertal.

Así las cosas, inexplicablemente apostaron, en 2022, por sustituir a Binder por Boris Charmatz, un reputado creador francés que ha sido continuista de la nouvelle danse francesa e impulsor de ese movimiento llamado no-danza, que se mueve en el campo de unas experimentaciones en las antípodas de la humanizada danza-teatro de Pina Bausch. ¿Qué podía salir mal? La respuesta ha llegado en forma de comunicado esta semana.

Y es que, también “permanecerán en la confidencialidad” las verdaderas razones por las que le contrataron. No hay que ser un erudito en danza para darse cuenta del despropósito que suponía que el defensor de una corriente llamada no-danza (hoy todos los impulsores de ese movimiento, incluido Charmatz, reniegan de ese término acuñado por un crítico francés) se colocara al frente de una compañía precursora de la danza-teatro, caracterizada por su humanidad y cercanía al realismo. Las aportaciones de Charmatz, que quedarán en anecdóticas dentro de nada, incluyen el estreno de Liberté Cathédrale (en la foto de KLAUS DILGER), muy alabada en la pasada Bienal de Lyon como una obra en consonancia con las búsquedas e investigaciones de Charmatz pero ajenas totalmente a los modos e intereses de Pina Bausch.

Hace apenas unos días, Boris Charmatz, que astutamente nunca cerró su propia compañía francesa, se presentó en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, de Madrid, con dos solos. A propósito de esta visita, susyQ le hizo una entrevista, en la que el creador se mostró muy parco a la hora de hablar de Tanztheater Wuppertal y rehusó responder a algunas de nuestras preguntas relacionadas con este tema. Pensamos, entonces, que tendría que ver con que venía a Madrid con su proyecto personal y no como director de la compañía alemana. Hoy entendemos las verdaderas razones…

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