EL SILBIDO DE BORIS CHARMATZ
Esta semana el nuevo director de la Compañía de Pina Bausch llega a Condeduque con dos solos que dan cuenta de su investigación personal y no tanto de su actuación como líder de la Tanzatheater Wuppertal. Nos lo ha contado…
Texto_BEGOÑA DONAT Foto_URSULA KAUFFMAN
Madrid, 18 de febrero de 2025
Hace poco más de un año, Boris Charmatz (Francia, 1973) protagonizó una elección sorprendente en el mundo de las artes del movimiento: a pesar de su filiación a la danza conceptual, en las antípodas del universo de la danza teatro de Pina Bausch, el bailarín y coreógrafo aceptaba dirigir la compañía liderada en vida por la destacada creadora, la Tanztheater Wuppertal. Esta semana, el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, de Madrid, glosa su trayectoria los días 20 y 22 de febrero a partir de dos piezas: (untitled) (2000), de Tino Sehgal, y su creación propia SOMNOLE (2021).
La visita sintetiza sus intereses y procura una excusa para abordar las limitaciones a las que somete su baile y los retos de su presente. Llevando, por decirlo de alguna manera, una doble vida artística, una como el creador independiente francés que ha ascendido a la cima de las vanguardias que nos llega ahora a Condeduque y otra como el director de una de las más legendarias compañías de danza alemanas, nos atendió muy amable y explayado en lo referente a lo primero y un poco esquivo cuando quisimos conocer e indagar sobre la nueva línea que ha impreso en la compañía de Wuppertal, con la ha estrenado su pieza Liberté Cathedrale.
¿Considera que (untitled) y SOMNOLE son una buena síntesis de su carrera?
¡Es muy emocionante presentar estos dos solos en Madrid! Esta vez será Frank Willens, extraordinario bailarín-intérprete, colaborador desde hace mucho tiempo de Tino Sehgal y miembro del Tanztheater Wuppertal Pina Bausch, quien bailará (sin título) y no yo. Efectivamente, estos dos solos pueden considerarse buenos resúmenes de una larga experiencia, pero sobre todo, son dos interpretaciones explosivas. En ambos casos, los límites del cuerpo, de la representación y del escenario, son cuestionados muy frontalmente.
Durante la primera representación en el Moderna Museet de Estocolmo, el comisario Jens Hoffmann le dijo a Sehgal que era “como un museo de danza". ¿Qué sentía al contener la historia de las artes del movimiento en su propio cuerpo?
El solo de Tino Sehgal es, efectivamente, un minimuseo de la danza. Pero también es una pieza temprana que proporciona las claves para analizar todo el trabajo increíble que desarrolló posteriormente. En el solo transforma el escenario en un museo, sin temor a tocar el sagrado siglo XX, pero luego invierte la propuesta de llevar el conocimiento oral y físico a los museos, disfrazando la danza y las interacciones humanas de todo tipo como obras de arte clásicas. Durante los diez años del Museo de la Danza, institución experimental que desarrollé entre 2009 y 2018, retomamos, precisamente, este solo: era casi imposible no codearnos con la inteligencia de Tino Sehgal cuando cuestionamos la museología, la colección y la exposición en la danza. En (sin título) consideramos el cuerpo de un bailarín desnudo, sin accesorio alguno, como el reservorio de una infinidad de obras y gestos capaces de abrazar 100 años de historia, con cierto humor.
Su obra está atravesada por el interés por someter la danza a restricciones formales, lo que recuerda al manifiesto Dogma 95 que aplicaron a su cine directores daneses como Lars Von Trier y Thomas Vinterberg, pero al que finalmente claudicaron porque consideraron que limitaba sus procesos creativos. ¿Cómo ha crecido como bailarín y creador aplicando constreñimientos?
Actúo mucho más con los deseos que con las limitaciones: al silbar en SOMNOLE, por ejemplo, no tengo la sensación de imponerme un límite, al contrario: abro ventanas que me permiten salir de mi condición.
¿Cómo condiciona el baile la ejecución del silbido?
En SOMNOLE no podemos separar el silbido del movimiento. Los gestos nacen de las melodías y de la memoria, pero también procedo a la inversa: yo silbo la banda sonora de mi baile. La respiración da origen al movimiento y al sonido, y durante el espectáculo, creo sentir conmigo la respiración de los espectadores. Nunca lo he experimentado con tanta intensidad como en este espectáculo: escucho la respiración del público suspendida, en apnea, o como jadeando conmigo...

¿Qué melodías elige cantar?
Sería un programa muy malo para un concierto, abro ventanas mentales que van en direcciones muy fragmentadas, y que son también huellas de la memoria tanto para mí como para los espectadores, dependiendo de lo que reconocen de las melodías... Va de Billy Eilish a Bach, de Gershwin a los silbatos policiales y al acoso callejero, de materiales sonoros no melódicos a una evocación de Ennio Morricone. Pero hay que tener en cuenta que muchas veces silbamos mientras trabajamos, sin saber muy bien de dónde viene la melodía, si la estamos inventando o si realmente respeta una partitura…. Silbar es un mundo en sí mismo: toma prestados elementos de la música existente, pero sobre todo representa un espacio mental único. Al silbar muestro lo que sucede en mi cabeza y hago que mi respiración sea audible continuamente: así todas las emociones pueden pasar por la mente de los espectadores de una manera extraña y única.
Hace poco más de un año que asumió la dirección de la legendaria compañía de Pina Bausch. ¿Qué le motivó a aceptar el puesto?
¡Parece que me gustan las dificultades! La compañía necesitaba una nueva vida, así que acepté sabiendo que la tarea era casi imposible.
Las obras de Pina Bausch siempre se han representado en teatros tradicionales, ¿qué le motivó a crear su primera obra para la compañía, Liberté Cathedrale, en una iglesia de Wuppertal, luego en una nave industrial y después en una ópera?
La Iglesia es también un territorio imposible: bailar ha sido considerado durante siglos un pecado y los escándalos de pedofilia acechan a diario las conciencias. Pero llevar la compañía de Pina Bausch a este espacio mental, atravesado por los grandes órganos y las campanas que suenan sin cesar, me parecía una apuesta fuerte, un ritual necesario para esta compañía y para mí.
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