BREAKERS BARROCOS
En la recta final de la Quincena Musical participa mañana en el Kursaal, de San Sebastián, la compañía francesa Käfig con ‘Folia’, en la que Mourad Merzouki hace a sus breakers danzar al ritmo de trantelas y chacones. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 24 de agosto de 2024
Que una compañía devota al hip-hop como Käfig baile mañana por la noche en una plaza de envergadura para las artes escénicas y musicales de nuestro país como el Kursaal, en la recta final de un prestigioso festival de música académica como la Quincena Musical de San Sebastián, que nació hace 85 años cuando nadie podía siquiera elucubrar sobre lo que un breaker podía ser, es en sí misma una información que da luces sobre los alcances del hip-hop, en un momento muy pertinente en el que, desde otro ámbito, la misma disciplina acaba de presentarse por vez primera (y última, lamentablemente) como deporte olímpico.
Cuando Käfig nació, en Lyon en 1989, por iniciativa de Mourad Merzouki, quien tuvo una participación muy activa en la agenda cultural de los recién finalizados Juegos Olímpicos de Francia, el hip hop se miraba con cierto recelo desde la sociedad y con indiferencia por el mundo de la danza. Practicado, al menos en el país de al lado, principalmente por la descendencia árabe, no eran pocos los que lo asociaban a vagos y delincuentes. Un breaker no era un artista. “No me siento francés ni argelino ni tampoco marroquí, que algo de eso también tengo”, advierte Merzouki en relación a sus orígenes.
No obstante, la afección de los jóvenes por el modelo cultural del hip hop nacido en los suburbios de Nueva York en los años setenta, se hizo expansiva, al tiempo que en los circuitos y festivales de danza comenzaba a normalizarse la inclusión de espectáculos de hip hop.
“Durante mis inicios en el teatro sentía que traicionaba a la cultura del hip hop, pero con cada trabajo me he dado cuenta de que es posible y necesario un hip hop escénico”, relata Merzouki. “Es diferente al urbano, porque le das mucha importancia a lo que bailas, a cómo y, sobre todo, por qué te mueves. Al armar una propuesta, subirla a un escenario y convocar a un público, lo haces importante, haces que se coloque el foco en el hip hop, que se le preste atención. Pero creo también que ha de seguir en la calle porque es su naturaleza. Ambas cosas son posibles”.
Absurdo poético
La base de Folia es el hip hop pero la naturaleza del espectáculo es intencionadamente híbrida. Colocar la música barroca, con sus tarantelas y chaconas, al servicio de breakers, añadiendo además una bailarina clásica en puntas y la inolvidable y bellísima imagen de un derviche girando bajo la nieve, lejos de una provocación quiere ser la materialización de un absurdo poético frente al absurdo real de un mundo que a Mourad Merzouki le parece fuera de control. “Un derviche en trance bailando una foliá barroca es la metáfora perfecta de este mundo absurdo que no sabe dónde va ni qué es lo que está haciendo”.
Folia, que ha sido creada por Merzouki en alianza con Frank Emmanuel Comte del grupo de música barroca Le Concert de l’Hostel Dieu, es una mezcla imposible de códigos, referencias y lenguajes musicales y dancísticos ajenos entre sí pero de alguna manera el todo tiene un tratamiento estético uniforme y único, donde estilos que parecen –y son- antagónicos encajan y se complementan en una calculada lógica escénica, desplegada como una maquinaria de gran espectáculo que resulta tremendamente entretenida.
Aunque no de manera directa, si atamos cabos pareciera que Folia quiere hablarnos de emergencias sociales tan incomprensibles como el terrorismo, la guerra o el odio. “He querido trabajar sobre la locura de los hombres en la tierra, sobre todo este absurdo. Si vieras la tierra desde fuera, desde la distancia, entenderías que muchas de las cosas que hacemos no tienen sentido”, explica el creador que, sin embargo, pone este absurdo en escena en forma de fiesta que sube la moral y estimula los sentidos.
La compañía frabcesa bailará Folia tambiñen en Palacio de Festivales de Cantabria, el martes 27 de agosto, en el marco del Festival Internacional de Santander (FIS)
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