CUERPOS CONFABULADOS
Después de su éxito en el Mercat de les Flors, ‘CÈL.LULA #6: Faula’, de Roser López Espinosa, empieza su gira este domingo en el Festival Temporada Alta. Fuimos al estreno en su momento, y esto nos ha parecido…
Texto_OMAR KHAN Fotos_TRISTÁN PÉREZ-MARTÍN
Madrid, 20 de noviembre de 2025
Es la fábula un relato corto que encierra una moraleja, que deja una enseñanza. También es aplicable a la narración que versa sobre asuntos mitológicos. A su vez, el fabulador es aquel de imaginación desbordada capaz de inventar cosas fabulosas. Lo que distingue a la creadora Roser López Espinosa -y su equipo de ocho entregados bailarines- del fabulador tradicional es que en vez de palabras, ellos usan cuerpos para armar sus historias fantásticas desde la danza, en CÈL.LULA #6: Faula, la sexta producción del proyecto impulsado por el Mercat de les Flors para estimular la creación en gran formato.
Se estrenó el pasado octubre en la casa de danza de Barcelona, recala ahora en el Festival Temporada Alta, con función prevista en El Canal, espacio escénico de Salt, este domingo 23 de noviembre, y forma parte de la selección de danza catalana de la primera edición de la plataforma CataLANDance, en Terrassa, donde podrá ser vista el día 28.
Cuerpos que parecen exentos de gravedad vuelan plácidos por los aires en acrobacias poéticas o se deslizan leves por los suelos, en un loop indetenible y progresivo que va construyendo historias posibles. Cuerpos tremendamente disciplinados y coordinados que, no obstante, parecen espontáneos. A veces enroscados y encadenados, por momentos sueltos, casi siempre aparentemente libres, apropiándose de ese espacio impoluto y blanco poblado de neones que, como una hoja de papel virgen, invita a escribir una fábula hecha a partir de la complicidad de estos ocho cuerpos, que se nos presentan caleidoscópicos y poliédricos, dóciles pero libres, individuales pero atentos al colectivo del que se saben parte fundamental e indisociable. Solidarios, hermanados, en definitiva confabulados.

El poder de la imaginación
La composición coreográfica es rigurosa, la geometría escénica está perfectamente calculada. Pero todo parece espontáneo, como si se estuviera ocurriendo por primera vez. Para entendernos, no hay un cuento ni una fábula en Faula. Quizá sea difícil extraer una moraleja de su visionado, pero lo que tiene de –literalmente- fantástico es que otorga a la imaginación de cada espectador un papel crucial en la ecuación, porque es él el encargado de crear su propia historia, ponerle su propia fantasía y construir su moraleja personalizada. Por eso el núcleo dramatúrgico de Faula no es la fábula sino el brutal poder de la imaginación, herramienta mágica e intangible de muestro ser que nos permite ser fabuladores. Aquí, la coreografía es solamente el estímulo, el detonante del todo.
En lo formal, la pieza ofrece una belleza fría, blanca y aséptica, con esos tubos de neón que se desplazan y esos cuerpos que se compaginan. Se cuida mucho de no salirse del lenguaje mismo de la danza y de no caer en obviedades que desvelen sus intenciones, en buena medida, porque siempre está a la espera de que cada espectador la haga suya. Si quiere ver monstruos, los verá. Si quiere un relato de anticipación futurista, es lo que obtendrá. Si en cambio desea una metáfora de la sociedad y la mejor manera de ver, entender y confiar en el otro, será eso lo que mande. Tu imaginación, en Faula, siempre tiene la última palabra.
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