DE LA CALLE AL OLIMPO
Una de las novedades relevantes de los Juegos Olímpicos que arrancan hoy en París es el reconocimiento del hip hop como deporte olímpico. Justo parece revisar entonces su corta y meteórica trayectoria desde la esquina del barrio hasta la cima del Olimpo (pasando por el teatro). Léelo…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 26 de julio de 2024
No había heraldo capaz de vaticinarlo. En apenas 50 años, el hip hop ha saltado de las calles más conflictivas y menos turísticas de Brooklyn y el Bronx del Nueva York de los setenta al pedestal olímpico de los inminentes juegos de París que hoy arrancan. Mal vistos y no pocas veces tildados de vagos, los breakers han dado con éxito el triple salto mortal de la reivindicación. Su inclusión como deporte en los novísimos Juegos Olímpicos supone su definitiva legitimación.
Tiene fecha y lugar de nacimiento el hip hop. Existe un acuerdo que ubica el acontecimiento la noche del 11 de agosto de 1973 en una fiesta animada por el DJ Kool Herc, en el 1520 de la avenida Segwick del Bronx. Nació en un nicho de los suburbios entre viviendas sociales, descuidadas y peligrosas, pero tuvo rápido y constante ascenso y expansión hasta llegar a la estratosfera del negocio del entretenimiento, abrazando el arte urbano, la danza, la moda, la música y la vida.
No era una canción pegadiza ni un baile pasajero. Era una cultura juvenil, un modo de vida. Pinchaban, rapeaban, bailaban, hacían grafitis, tenían unos códigos de vestimenta, una ideología, mostraban una actitud. También tenían mucha rabia. Se sentían excluidos y marginados por el mismo sistema al que, sin sospecharlo, estaban creando uno de sus filones más inagotables y rentables.
A los Juegos Olímpicos de París llegan hoy las competiciones de breakdance –la vertiente danzada del hip hop- no sin polémica, especialmente por la exclusión de otros deportes aspirantes que se creen con más derecho como el kárate o los 50 km marcha. Hay vaticinios de que no será duradero, que el hip hop participará solo esta vez, quizá porque París es la ciudad que mejor le encaja, pero nunca mejor dicho, que le quiten lo bailao.
Estados Unidos, Francia, Japón o Rusia se mencionan como las grandes potencias medallistas a competir. Los parámetros de puntuación se regirán por el programa Trivium, que valora tres aspectos: el cuerpo (técnica y físico), la mente (creatividad) y el alma (espíritu y performatividad). Afortunadamente, habrá categoría masculina y femenina, lo que garantiza al menos igualdad para las mujeres, históricamente ignoradas y ninguneadas por la muy masculina y misógina cultura hip hop.
Hip hop escénico
Esta conquista del break supone también la primera participación de una forma de danza en los Juegos Olímpicos. Y es que conlleva esa ambigüedad el hip hop, porque según donde te sientes a verlo tiene distinta connotación. Si es en la plaza, será danza urbana. Si es un estadio, será deporte. Si es en la butaca de un teatro, será artes escénicas, aunque todo el mundo lo ubique por lo general en la calle. En cualquier caso el ascenso, también indetenible, del hip hop escénico corre paralelo a la abrupta irrupción global de esta cultura en otros ámbitos artísticos y de la vida.
El hip hop escénico ha ido en dos direcciones. Desde el mundo de la danza contemporánea hubo muy reputados creadores que no ignoraron las virtudes y atractivos de ese baile de apariencia espontánea y tremendamente virtuosa que se estaba gestando en plazas y calles. Así que poco tardaron en invitar a breakers a sus compañías para mezclarlos con sus bailarines o directamente crear para ellos. En Europa fue Francia, muy en particular, la que se colocó a la vanguardia de este naciente hip hop escénico, que empezó a ser programado como importante novedad en los grandes festivales internacionales de la danza contemporánea.
La muy influyente Bienal de la Danza de Lyon fue uno de sus bastiones importantes, y fueron pioneros creadores ya consagrados en París como la española Blanca Li (su pieza Macadam, Macadam de 1998 es título fundamental) o el tándem Montalvo-Hervé, con aquellas delirantes óperas barrocas bailadas por breakers, con las que dieron la vuelta al mundo.
Pero es que desde el otro lado también surgían inquietudes y algunos breakers comenzaban a sentir nuevas necesidades creativas. La calle, las battles, la danza virtuosa sobre cartones… ya se les quedaban cortas. Y miraron hacia los teatros y se fascinaron por el escenario, así que aprendieron sus reglas y conformaron sus propias agrupaciones. En Francia, la inmigración árabe, muy enganchada al hip hop de la calle, dio dos nombres relevantes, dos pioneros: Kader Attou, fundador de la compañía Accrorap, y de Käfig, Mourad Merzouki, quien ha tenido amplia participación en los preparativos de los Juegos y cuya compañía bailará su propuesta Foliá este 25 de agosto en el Kursaal, dentro de la Quincena Musical de San Sebastián.
Barcelona, un foco importante del break nacional, tuvo en abril de este año su celebración del hip hop olímpico durante el Festival Dansa Metropolitana, que centró su programación en el break, reivindicando el hip hop escénico con una avalancha de compañías y propuestas, que incluyeron, cómo no, a Käfig y Accrorrap, pioneros del país vecino.
Más allá de los breakers que se lleven medallas, el verdadero triunfador en los Juegos Olímpicos este año es el hip hop, por haber saltado con la misma destreza y velocidad de un bailarín, de la calle al Olimpo.