LO QUE GONZALO DÍAZ HACE POR AMOR
caraBdanza estrena esta noche en Torrejón de Ardoz Four Seasons, coreografía sobre el amor. El creador nos lo cuenta…
Texto_OMAR KHAN Fotos_LUCRECIA DÍAZ
Madrid, 29 de mayo de 2021
Four seasons es una coreografía sobre el amor. Pero no una coreografía de amor. Nuestra mente está entrenada a pensar en una historia de princesa enamorada (y correspondida) cuando coinciden las palabras amor y ballet en una misma frase. No es el caso de Gonzalo Díaz, que esta noche estrena en el Teatro José María Rodero, de Torrejón de Ardoz, la nueva creación de su compañía caraBdanza.
“El amor es lo que mueve a las personas, lo que realmente te motiva e implica, lo que te lleva a tomar importantes decisiones a lo largo de tu vida”, explica el coreógrafo madrileño. “Quería tratar las diferentes relaciones que implican amor. No es lo mismo el amor hacia amigos, familia, pareja que hacia lo divino y lo trascendental, pero son todos amores que te acompañan en tu evolución personal”.
Investigó el amor. Se remontó hasta la Grecia clásica y en aquella cultura encontró la estructura de su nueva pieza, en su división del amor en cuatro deidades y estados: Eros como el amor pasional; Storgé, el duradero y comprometido; Philia, el amor fraternal, solidario y humanitario, y Ágape como el amor espiritual y devocionario.
En Max Richter, adaptando Las cuatros estaciones, de Vivaldi, dio con la carga emocional que quería para esta pieza que ha montado a sus once bailarines, invitando a Beatriz Bergamín a colaborar en la dramaturgia y a Luisa María Arias en la asistencia coreográfica.
Gonzalo Díaz empezó en firme con su compañía caraBdanza en 2013. Se ha movido siempre en el territorio de un neoclásico elegante y limpio, dividendo su trabajo en obras para público infantil, generalmente adaptaciones de grandes clásicos literarios, y obras para audiencias adultas. Cada obra supone un avance, un peldaño arriba. Four seasons no es excepción.
“Tengo más certeza de cómo quiero comunicar y algunos de mis bailarines tienen ya cinco o seis años conmigo. Trabajamos muy bien, ya me conocen, así que el trabajo con la compañía es hoy muy gratificante… vamos más confiados y eso nos permite ir un poco más allá, como en este caso, que incorporamos nuevos elementos y nuevos puntos de vista como el que nos ha traído Beatriz Bergamín. Nunca tuvimos un trabajo de dramaturgia tan insertado en el proceso creativo”.
Vivir el momento
Mirando lo bailado, volviendo la mirada atrás sobre lo que le ha empujado a crear cada obra, Díaz cree que todo depende del momento que esté viviendo. “La inspiración viene de mis necesidades, del momento que viva como creador. No ando buscando motivaciones. Surgen de manera natural. Un buen día estuve reflexionando acerca de las decisiones que he tomado en la vida solo por amor… por amor a mi pareja, a mi familia, a mis amigos o algo más espiritual y trascendente, y sentí necesidad de desarrollarlo”.
Así ha ido cultivando un catálogo amplio de creaciones atesoradas a lo largo de los años con su propia compañía. “No me quejo en absoluto. Tenemos nuestro espacio propio, ensayamos cada día y trabajamos muchísimo. Ni la compensación económica ni la repercusión mediática y social se corresponden con el esfuerzo pero se compensa por otro lado, nos alimenta el espíritu, y en lo personal, no me veo haciendo otra cosa que no sea esto”.
Y es que lleva la vida en danza. Empezó muy pequeño y nunca se ha sentido incómodo o descontento. “Yo me he sentido muy apoyado y estoy muy agradecido a mi familia, a mi tía, a mi abuela… De pequeño, me aprendía las coreografías de la tele con mi hermana y se las bailábamos luego a la familia. Entonces mis padres me preguntaron si quería aprender a bailar y me apuntaron a ballet”. Vino después la Escuela Carmen Senra y el Conservatorio Mariemma, la experiencia profesional bailando para It Dansa, Santamaría o Cienfuegos Danza, y la creación de su propio colectivo caraBdanza.
El proceso aún no ha parado. Cambian las motivaciones, evolucionan las formas pero en el fondo, permanece intacta la necesidad de generar emociones desde la danza. “Necesito un bailarín que domine la técnica pero que al mismo tiempo sea muy expresivo, que sea capaz de transformar el movimiento en emociones desde los distintos lenguajes, ya sea el clásico o técnicas contemporáneas muy específicas como la Graham”, concluye.