DANZA DE CANTERA
En un ciclo dedicado a Nova Galega de Danza, vuelve mañana al Teatro Colón de A Coruña, su reciente creación ‘Dique’, una obra de rojos intensos dirigida por Marta Pazos. Refelxionamos sobre ella...
Texto_OMAR KHAN Fotos_VANESSA RÁBADE
Madrid, 18 de enero de 2025
Se calcula que aquellas doscientas mujeres cargaron en sus cabezas unos 58.000 cestos llenos de piedras, en esa explanada cavada por ellas mismas, que terminaría siendo el Dique de la Campana de Ferrol, la obra de ingeniería hidráulica más importante de la España del siglo XIX. Poco se sabe de aquella insólita asociación femenina y las circunstancias que, hace ahora 150 años, las llevaron a aceptar este duro trabajo por un salario muy inferior al de los estibadores hombres. Pero estos datos han sido suficientes para la reconstrucción poética que Nova Galega de Danza ha hecho en Dique, su deslumbrante pieza sobre mujeres hecha por mujeres para recordar otras mujeres, que vuelve mañana, ésta vez al Teatro Colón de A Coruña, como culminación de un ciclo en el vigésimo aniversario de la agrupación, que ha puesto en días sucesivos las tres últimas obras de la compañía. Ayer fue Leira, y hoy, Berro.
La idea de Dique clamaba por salir de la cabeza de Jaime Pablo Díaz, director de la compañía de A Coruña, que siempre la imaginó como una obra que no podía ser representada desde una mirada masculina, y acertó en convocar para la puesta en escena a la destacada dramaturga y directora gallega Marta Pazos, que bañó de rojo este escenario colmado de piedras y evocó en ocho diestras bailarinas las doscientas que culminaron aquella hazaña. Aquí tradición y modernidad van de la mano, siguiendo la máxima que mueve a Nova Galega, en danzas de esencia contemporánea pero fundidas en folclore gallego, un trabajo coreográfico destacable de Belén Martí Lluch -una de las muchachas de Mucha Muchacha-, que encuentra eco y correspondencia en la emotiva música de Clara Aguilar, en la ambigüedad explícita de la imponente escenografía y vestuario diseñados por Clàudia Vilà y esa iluminación, difícil pero eficaz, de rojos insistentes e incandescentes que les ha creado Cristina Bolívar.

Bañada en rojo
Hay sacrificio, esfuerzo y dolor en esta elegante cantera pero también alegría, resiliencia, optimismo, coraje y valor. Marta Pazos, una prestidigitadora del color escénico, se arriesga y acierta con un montaje tremendamente rojo, que juega con las connotaciones -positivas, negativas, explosivas- de este color y apuesta por una elegante composición escénica, más bien sosegada, que rehúye de los lugares comunes del cansancio, el agotamiento y la pesadumbre sin prescindir de ellos, en una puesta en escena de gran belleza formal, secundada por una danza ágil y a veces febril, muy bien sincronizada por estas ocho bailarinas comprometidas e indiscutiblemente entregadas a la causa.
Dique lleva el feminismo en el ADN. El equipo artístico, exclusivamente conformado por mujeres, otorga a la escena esa atmósfera inequívocamente femenina sin necesidad de forzar el discurso ni la intención hacia las proclamas feministas. No subraya obviedades, no es aleccionadora y confía plenamente en que cualquier espectador atento sacará por sí mismo las lógicas conclusiones y establecerá los paralelismos entre aquella hazaña de mujeres de hace 150 años y la gesta invisible de tantas y tantas mujeres de hoy. Eso la engrandece.
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