PICÓ AL CARRER
Por todo lo alto, literalmente, clausuró Sol Picó anoche el Festival Veranos de la Villa con su espectáculo ‘Carrer 024’, en Matadero, y ya de paso celebró con Madrid sus 30 años de permanencia escénica. Allí estuvimos…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 26 de agosto de 2024
Anoche, una nutrida multitud desparramada por la amplia Plaza de Matadero, en Madrid, celebró con Sol Picó sus treinta años de creación y a un tiempo, despidió el tradicional Festival Veranos de la Villa de la capital, que llegaba a su fin con Carrer 024, un site-specific en el que la célebre creadora alcoyana afincada en Barcelona, volvía a sus orígenes, al gran espectáculo de calle característico de sus primeros tiempos, que le dio esa fama de abordar de una forma original y deslumbrante el espacio público.
Aunque reconocimos la escalera de usos múltiples de su delirante propuesta de sala La dona manca o Barbie Superstar, echamos de menos alguna excavadora, maquinaria industrial que un día fue símbolo de sus asaltos a la calle con aquella danza bruta en bruto, que daba cuenta de su capacidad de riesgo. También nos hubiese gustado –porque siempre nos gusta- verla bailar en algún momento, haciendo burradas de costumbre como plantarse a hacer flamenco en zapatillas de punta. Un cactus por ahí ya hubiese sido lo más...
Dueña de la calle
Pero son reclamos caprichosos e injustos porque Carrer 024 tampoco aspiraba a ser un recuento de aquel pasado sino la constatación de que todavía le funcionan -y muy bien- aquellas prácticas callejeras. La propuesta ha sido desplegada desde módulos individuales rodantes que se abren camino entre el público, a la manera de aquella Fura dels Baus pero con humor, con especial predilección por lo aéreo, lo que permitía que desde cualquier punto de la enorme plaza se viera todo lo que había que ver.
Un discurso no siempre nítido sobre la soledad articulaba esta propuesta, principalmente visual, que tenía en su vocación de espectáculo y capacidad de sorpresa la mayor de sus virtudes. Después de todo, semejante deux ex machina lo que pide es caña y eclecticismo, que han sido dos de los ingredientes de sus coreografías en los últimos treinta años.
Fragmentos de discursos de personalidades que iban desde Arthur Rosenfeld hasta Pepe Mujica, soliloquios a viva voz, música electrónica y Bésame mucho cantado en directo, un grafitero y un dj, humo y máquinas, un heraldo urbano encima de una torre, un hombre duchándose en lo alto, una suerte de hada voladora y sobre todo, una danza frenética y de alta tensión con cinco tensas bailarinas, fueron solo algunos de los elementos y generosos recursos escénicos que mantuvieron atenta, divertida y entretenida a una masa de espectadores que lamentable y compulsivamente, en alarmante mayoría, no dejaba de grabar y hacer fotos como si ese fuera el fin último del espectáculo.
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