RITUAL DE INICIACIÓN
La Sala Cuarta Pared acogió ayer una doble función de Mímesis, último trabajo de ZigZag Danza con el que la agrupación ofrece todo un ritual escénico destinado a introducir a los más pequeños en el mundo escénico. Allí estuvimos...
Texto JUDIT GALLART Foto_GABRIELA ALGUERO
Madrid, 30 de octubre de 2023
Durante sus 20 años de trayectoria, ZigZag Danza ha conseguido establecerse como un referente de las artes escénicas para la primera infancia que nunca decepciona. La agrupación liderada por Estrella García y Miguel Quiroga conquistó ayer la Sala de Teatro Cuarta Pared (Madrid) con una doble función de su pieza Mímesis, una experiencia artística dirigida a niños de entre 0 y 3 años que ha sido diseñada para permitir la exploración y la libre experimentación autónoma a partir de lo observado. Aquí, son los propios artistas quienes se encargan de acompañar a las familias hasta un ecosistema escénico listo para ser habitado en el que flotan esferas de diversos volúmenes dentro de un espacio circular voluble que se transforma en función de los sonidos, viéndose alterado por el movimiento, tanto de cuerpos como de objetos.
Una experiencia única que convierte a los más pequeños en los protagonistas de lo que ha sido definido por la compañía asturiana como un “ritual escénico iniciático” que acomoda a su pequeño publico alrededor de una acción escénica que los invita a descubrir, a tocar, a palpar. Una multitud de estímulos capaces de retener y encaminar la atención de los espectadores más enanos a través de proyecciones generadas con video-mapping que son arrojadas sobre las esferas que envuelven la escena, sobreponiéndose a diversos estímulos sonoros como rasgueos, notas musicales o la circulación del agua.
El resultado no es otro que una fantasía onírica, un sueño cuidadosamente pulido para ser regalado a las mentes más inocentes y que, si vivirlo desde dentro representa la cúspide de la experiencia, resulta a su vez digno de ser observado de forma externa. Las reacciones de los infantes no tienen desperdicio en sus múltiples manifestaciones y es que el abanico incluye tanto a algunos que miran perplejos como si experimentaran una suerte de hipnosis como consecuencia de lo que vislumbran, hasta otros que se muestran abiertamente entusiasmados y ríen a carcajadas, aplauden como si no hubiera un mañana e invitan a sus padres a poner el foco en aquello que ha conseguido cautivar su atención al grito de “¡Mira papá!”. Otros que parecen tan encandilados como los pequeños son sus propios abuelos que se muestran seducidos al acompañarlos en su primer acercamiento hacia el ámbito escénico.
De manera natural, los niños comienzan a imitar las acciones de los intérpretes y es que ese es el objetivo fundamental de Mímesis: invitar a la imitación como vía de relación con el mundo que nos rodea. García, que a través de un potente ejercicio de expresividad parece entablar un diálogo con su público únicamente a través de la mirada, expresa desde el cuerpo en una interacción constante con los objetos que la rodean dando paso a los pequeños e invitándolos a colonizar la escena para convertirse en dueños de una pieza en la que cada representación resulta tan única como irrepetible. Una experiencia absolutamente recomendable para introducir e invitar al disfrute de aquellos que, potencialmente, se convertirán en los espectadores del mañana.
