RAVE CELESTIAL
Debutó anoche Antonio Ruz con la CND, para la que montó su nueva coreografía In Paradisum, un delirio místico de nuestro tiempo. Te contamos lo que nos ha parecido…
Texto_OMAR KHAN Fotos_ALBA MURIEL
Madrid, 09 de abril de 2021
Si tuviésemos la certeza de que el Paraíso va a ser como nos lo presentó anoche Antonio Ruz, casi apetece morir. Brillante el debut del creador cordobés con la Compañía Nacional de Danza, para la que creó este delirio sensorial llamado In Paradisum que, como es ya norma del coreógrafo, no se parece a ninguno de sus trabajos anteriores y aparece lleno de referencias, algunas sorprendentes. Lo sacro y lo pagano se mezclan y confunden en esta suerte de tableau vivant posmoderno, en el que buenamente se casan el misticismo católico tradicional, la hemorragia orgiástica y terrenal de El jardín de las delicias y el trance techno-espiritual de una rave, presentados como un todo ceremonial que parece querer decirnos que la idea de la plenitud espiritual y la creencia en un cielo redentor ha cambiado (mucho) de forma pero no tanto en el fondo.
Ruz encierra a esta veintena de estupendos bailarines en una caja y los pone a vivir la vida. Bailan enloquecidos. Libres, en canon, en perfecta sincronización, solos, en duetos, en manada… en comunión. Aparecen elementos místicos de otro tiempo engullidos rápidamente por una nueva espiritualidad. La música de recogimiento de Tomás Luis de Victoria, compositor polifonista del Renacimiento Español y esas imágenes sacras que parecen salidas del Museo del Prado, con frecuencia se rompen abruptamente y se transforman en una rave despelucada. De esas rupturas y contrastes está hecha la pieza, que encuentra alianza y complicidad en ese espacio como un templo diseñado por Paco Azorín, esos insólitos trajes de chirriante vistosidad de Rosa García Andújar, y las luces de Olga García, que saben ser místicas y discotequeras con igual eficacia.
Los bailarines, muy bien escogidos, afrontan con auténtica complicidad las exigencias, a veces extenuantes, de una danza original que también se balancea entre referencias. La estética a lo renacentista recuerda al Alain Platel más místico pero los momentos más desbocados, a Giséle Vienne y su referencial Crowd, pieza rave por excelencia. En definitiva, para Antonio Ruz el Paraíso es una fiesta perpetua. Y la verdad es que apetece unirse.
El estreno de In Paradisum anoche, en los Teatros del Canal, se produjo en el marco del Festival Madrid en Danza que acaba de arrancar, y fue acompañado por dos piezas muy contrastadas. Por un lado la reposición de Remansos, quintaesencia de la elegancia de Nacho Duato, y por otro, Arriaga, homenaje al célebre compositor ideado a seis manos por Mar Aguiló, Pino Alosa y Joaquín de Luz, actual director de la Compañía Nacional de Danza. Funciones hasta el próximo 11 de abril.
