Outfit coreográfico
La excéntrica creadora coreana Eun-Me Ahn inauguró el pasado sábado el Festival Cádiz en Danza con Let me change your name, y se presenta el viernes próximo en el Teatre El Musical de Valencia. Te contamos la cromática experiencia…
Texto_OMAR KHAN Fotos_FRANCIS JIMÉNEZ (CÁDIZ EN DANZA)
Cádiz, 11 de junio de 2019
Toda una personalidad en el desconocido pero efervescente ambiente de la danza en Seúl, Eun-Me Ahn ha sabido colocarse a la cabeza. Excéntrica, activista y aguda, es una de las coreógrafas asiáticas de mayor impacto occidental. Le dicen la Pina Bausch coreana pero ella marca distancias conociendo las diferencias estéticas y emocionales que le separan de la reputada creadora alemana. Dio el gran salto hacia occidente cuando creó el espectáculo de apertura de la Copa Mundial de la FIFA 2002 en Daegu pero en España se le conoce poco. El año pasado sorprendió a todos en el Festival Grec barcelonés con su creación Dancing Grandmothers, en la que mezclaba a sus potentes bailarines con un puñado de encantadoras abuelitas coreanas danzarinas cuya edad media rondaba los 70.
Y ahora reaparece con Let me change your name (Déjame cambiar tu nombre), que inauguró el sábado pasado el Festival Cádiz en Danza (encuentro gaditano que seguirá su festín dancístico hasta el 15 de junio), y se verá este viernes 14 en única función en el Teatre El Musical, de Valencia. Se trata de una reflexión, sutil pero inequívoca acerca de la identidad en los tiempos que corren. El título es ya una sugerencia de lo que ofrece: una coreografía que retrata a una sociedad en la que somos lo que quieren los demás que seamos, apelando también a la capacidad cada vez más sofisticada que tenemos para cambiar de roles y asumir múltiples papeles según convenga. La personalidad, la falsedad, la ambigüedad sexual, la apariencia… Eun-Me Ahn aborda el tema huyendo con inteligencia de las obviedades. Crea un espacio frío de colores primarios que juegan con el colorido de la danza y especialmente los trajes, un modelo único de túnica para todos los bailarines, que cambian constantemente de color, entran y salen de los cuerpos en una práctica obsesiva, desesperada y casi malsana de outfit coreográfico.
El acento cromático de la propuesta domina la estética del discurso. Los bailarines sin cesar van cambiándose de túnicas. A veces hay otra debajo, a veces el cuerpo desnudo, como si en algunos momentos siguieran en la farsa de las apariencias y en otros prefirieran mostrarse en su esencia verdadera.
Se inicia en negro, a ras de suelo, con un sonido imperceptible. Avanza sin embargo hacia el color, hacia una música rítmica a velocidad endemoniada y con los bailarines disparando adrenalina y las túnicas volando por los aires. Visualmente potente, de gran exigencia para el equipo de entrenadísimos bailarines que flirtean con la acrobacia, Let me change your name es una pieza de fácil acceso para grandes audiencias pero tampoco es show business. De hecho, tiene una belleza que, a pesar de su colorido, emana algo perturbador.
En medio de su cascada indetenible de veloces solos, tríos, duetos que se convierten en cuartetos o quintetos, hay dos momentos estelares protagonizados por la misma Eun Me Ahn, elegante, de pelo rapado, aún vital y expresiva, pero quizá forzosamente incrustada en la dinámica de su propia coreografía, donde no termina de encajar.