SONORA
En el marco del FAM Tenerife estrena Carlota Mantecón su nueva creación Esto no es una prueba de sonido, este sábado 8 en el Auditorio de Tenerife. Sobre el proceso largo de esta creación conversó con susyQ.
Texto_OMAR KHAN Foto_JOAQUÍN PONCE DE LEÓN
Tenerife, 7 de junio de 2019
No hay relación (aparente) entre el virtuosismo de la gimnasta olímpica Nadia Comaneci y la investigación a fondo del sonido corporal. Pero los caminos de la creación son insondables y la danza puede llevarte de un sitio a otro muy distinto casi sin que te des cuenta. Que se lo pregunten Carlota Mantecón, creadora tinerfeña, que ha hecho este tránsito como parte de su propia investigación. Su solo breve Nadia y yo tuvo pretensiones de crecer y en el camino se transformó en Esto no es una prueba de sonido, la creación que estrenará este sábado 8 de junio en el Auditorio de Tenerife en el marco del festival de las Artes del Movimiento (FAM) y supone su pieza más ambiciosa.
“Empecé el proyecto Entre Nadia y yo como una investigación a partir de la gimnasia, pero ha dado un salto y se ha transformado en otro concepto, ha ido hacia otra dirección y ha abierto un nuevo camino. No hubiese sido posible sin haber pasado primero por Nadia pero lo que ha surgido no tiene relación alguna. Durante una residencia en L’Estruch me vi rodeada de cables, micrófonos y aparatos que generaron la pregunta acerca de lo que se podía contar con todo esto, así que partí más de lo sensorial que de lo conceptual. Comencé a investigar cómo suena el movimiento desde el sonido de mi propio cuerpo y se desarrolló la idea”.
Aunque no estaba prevista, la inclusión en el proyecto de Luz Prado ha resultado determinante. Ella, que es violinista, hace un acompañamiento sonoro sintetizado en directo para el cuerpo en acción de Mantecón. “Para mí el sonido siempre ha sido importante como un espacio de experimentación. Trabajé con capturas de sonido, edité temas hasta extraer un bit, he estado atenta desde hace tiempo al sonido, pero este proyecto significa ir más allá”.
Asegura que empezó muy niña bailando con un cassette en su habitación y desde entonces la danza y ella han sido una. “A los cuatro años hice ballet y jazz, pero no fue hasta los 17 que empecé con el contemporáneo. Todo empezó tomando un taller con Carmen Werner en el Teatro Victoria. Y me entregué. Me fui entonces a Barcelona y después a The Place, en Londres”. Ahora, de vuelta a Tenerife, se ha involucrado con la creciente comunidad de la danza de la isla. Aquí ha desarrollado sus proyectos, que no siempre son escénicos, como Principiantes, un trabajo con mujeres mayores de 65 años, que implica labor comunitaria. “Volví en 2010 porque sentí que estaban ocurriendo cosas en Tenerife, que algo cambiaba. Estuve en Londres y siento que era más convencional incluso, que allí no prosperarían proyectos de riesgo como Tenerefie Danza Lab o Leal.Lav.”