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TRES CUERPOS ALIENADOS

Mado Dallery y Lucía Montes presentan mañana y pasado en el Centro Danza Matadero, de Madrid, su nueva creación  ‘IM/PASIBLES’ en la recta final del ciclo Nuevos Creadores. Nos lo han contado…

Texto_OMAR KHAN

Madrid, 11 diciembre de 2025

“Esto va creciendo, hemos invitado un tercer cuerpo después de trabajar siempre en dueto” nos confiesa entre asustada y orgullosa Lucía Montes, que tras trabajar siempre en tándem con Mado Dallery, han dado el paso de invitar a una bailarina, Beatriz de Paz, a su nueva creación IM/PASIBLES, que debuta mañana (con función adicional el sábado) en la recta final del Ciclo Nuevos Creadores impulsado por Centro Danza Matadero que, por cierto, aumenta la presión sobre ellas al tratarse de la única pieza de contemporáneo en un ciclo dominado por el flamenco, algo que debería cambiar de cara a la convocatoria de la segunda edición el año próximo.

En otro contexto, en otra ciudad o país europeo, que una compañía de dos miembros suba a tres no se ve como crecimiento. Crecer sería debutar ahora con una pieza de ocho, pero aquí es lícita esa percepción de Lucía Montes. También su temor. Para lo que son los proyectos de danza contemporánea en Madrid, plantearse un trío es una cosa arriesgadísima, que equivale al salto a un abismo. “Es la primera vez que hacemos algo tan grande”, nos dice Mado Dallery en la misma línea. “No hemos conseguido coproducción pero poniendo dinero propio, hemos podido formar el equipo”.

Un buen equipo profesional habría que añadir. Música de Aire, iluminación de Olga García, asesoría de Agnès López-Río, habitual colaboradora de Kor’sia… pero al crecer en aspiraciones, ellas saben que les ronda más de cerca el temido fantasma de la precariedad que golpea con dureza a los coreógrafos madrileños. Ellas han apostado por su proyecto y ahora toca cruzar dedos para que salga bien. En cualquier caso, hablan con entusiasmo y seguridad sobre IM/PASIBLES, una obra, según dicen, sobre la alienación en la vida contemporánea.

Introspectivas

“En la pieza vivimos el extremo para poder sentir lo contrario, imaginar cómo se siente el cuerpo al poder volver a la tranquilidad” nos adelanta Montes. “Tampoco queríamos nada moralista”, interviene Dallery, “sino más bien introspectivo pero que reflejara, eso sí, esa pérdida de empatía que notamos en la vida, esa incomprensión de nuestros cuerpos, que cada vez son menos abiertos. Vivimos una alienación en la que no nos miramos, no tenemos conexión real, somos cuerpos robóticos, y planteamos en la obra que eso nos conduce al colapso”.

Tal planteamiento necesariamente implica un reto físico para las tres intérpretes, cuyos cuerpos viajan a lo largo del espectáculo desde la tensión extrema de la individualidad hacia la convivencia y la armonía que suponen unos cuerpos que sienten.

Advierten las creadoras que, explícitamente no han querido priorizar un discurso feminista pero entienden –y aceptan- que al trabajar sobre la escena tres cuerpos femeninos, inevitablemente les conduce a ese territorio, pero no les molesta. “Nosotras trabajamos e investigamos el cuerpo como materia no como género, pero somos tres mujeres y se cuela la sugerencia del cuerpo expuesto y sobre-expuesto, el cuerpo de la mujer objeto… no es algo que ponemos delante en el discurso, pero caben todas las posibilidades”, aclara Lucía Montes.

Gran relevancia adquiere en la puesta el dispositivo escénico, tres omnipresentes pantallas transparentes que les sirven como metáfora de asilamiento. “Las pantallas tienen vida propia, viven, separan y acotan el espacio, sudan y parecen experimentar lo que nosotras no podemos”, explica Montes. A lo que Dallery agrega: “También nos dan esta idea de encierro, de cuerpos atrapados, de ese lugar cerrado y asfixiante que queríamos”.

Mado & Lucía arrancó como proyecto en 2021 con IN-SIDE, un dueto corto que se hizo largo y giró profusamente. Antes de unirse en Madrid, ambas venían de trayectorias intensas, muy internacionales. Montes, española, ha vivido en Chile, Marruecos, Costa Rica y ha bailado, entre muchos otros para Sharon Fridman. Dallery, italiana, se formó entre Francia e Israel, y ha sido colaboradora cercana de la compañía Larumbe Danza. De su experiencia juntas, entienden que el final de una pieza les conduce a la próxima, lo que va construyendo las bases de un estilo y un lenguaje que ya les identifica.