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AMOR BRUJO, AMOR TÓXICO

Desde esta noche y hasta enero, el Ballet Español de la Comunidad de Madrid estará presentando en Teatros del Canal su 'Viaje al Amor Brujo', una peculiar versión que explica el tránsito de Manuel de Falla hacia la modernidad. Lo coreografían Olga Perciet y el tándem Estévez/Paños, que nos han explicado cómo lo han hecho...

Texto_OMAR KHAN 

Madrid, 04 de diciembre de 2025

El amor brujo, obra cumbre de la llamada Edad de Plata, se empezó a gestar cuando el compositor Manuel de Falla cruzó el arte de los gitanos con la modernidad que él predicaba, en paralelo al teatro total que ya ponía en escena Antonia Mercé, la Argentina. Recorrer ese trazado es lo que pretende Viaje al Amor Brujo, la segunda producción del Ballet Español de la Comunidad de Madrid, que ha convocado los talentos de Olga Pericet y el tándem Estévez/Paños para poner en pie este espectáculo para una veintena de bailarines, que la estrenan esta noche en los Teatros del Canal, con participación en directo de la Joven Orquesta de la Comunidad (JORCAM) bajo la batuta de Alondra de la Parra. Las funciones se extenderán hasta el próximo 04 de enero.

A la creadora y bailaora Olga Pericet, quizá por sus raíces en una familia dedicada a la investigación de la tradición del flamenco pero a un tiempo, como el mismo Manuel de Falla, comprometida con las vanguardias, le encargaron el primer bloque del espectáculo: una obertura, que es el inicio del viaje que desembocará en el Amor Brujo, y la puesta en escena de Las Siete Canciones Populares y el homenaje que el compositor hizo a Debussy, donde se verifica su inclinación hacia la modernidad.

“En este momento de mi carrera”, nos desvela la coreógrafa, “yo lo que quiero es trabajar con muchos cuerpos pero no puedo hacerlo con mis recursos. A mí me gusta pagar bien a los bailarines y tener unas condiciones para poder hacer un trabajo así. A lo que sí estoy acostumbrada es a las colaboraciones, con la diferencia que elijo con quien trabajar. Tampoco es la primera vez que hago encargos con equipos grandes y aquí he tenido la ventaja de la libertad para asignar los roles sin imposiciones de primeros bailarines ni estrellas”, dice de este particular encargo.

Nos cuenta Pericet que, aunque ella está muy comprometida con la innovación en su propio trabajo, aquí le pedían un acercamiento más bien a la tradición, lo que la remontó a sus orígenes y formación, que se ha hecho bebiendo directamente de los maestros y las fuentes, tanto en Escuela Bolera como en folcor, algo que las nuevas generaciones no conocen. “Es mi pasado pero he descubierto que también mi presente. Me ponen el título de híbrida y contemporánea, un término que empieza a aburrirme, pero yo soy todo. Todo eso. Las siete canciones están más vinculadas a lo tradicional, pero siempre me interesó el homenaje a Dubussy. Conocía bien la música y creo que está más cerca de lo que hago actualmente”.

Asegura que nunca perdió de vista la idea del viaje, que todo lo suyo en la propuesta es una preparación que lleva al espectador hacia el Amor brujo, cuya responsabilidad coreográfica recayó en Estévez/Paños. “El hilo conductor y poético del todo lo pone Falla. Las siete canciones son paisajísticas, el homenaje a Debussy es una progresión, una llave hacia la vanguardia, es el homenaje de un compositor a otro que sirve como puente”.

Alucinanciones 

Todo este primer bloque es un tránsito que desemboca, de manera natural, casi sin que el público se de cuenta, en una versión más bien personal, como todas las suyas, de El amor brujo, según el tándem creativo Rafael Estévez y Valeriano Paños. “En 2003, cuando estábamos empezando, ya teníamos unos apuntes para hacer un Amor brujo, que nunca llegamos a montar, pero la vida es así y te trae las cosas”, nos comentaba ayer Rafael Estévez.

Explican los creadores que su versión, titulada a su vez Alucinaciones, la han planteado como “una historia de amor vista a través de un espejo roto”. Se aferraron al libreto original, el de María Lejárraga, que cuenta la peripecia de una viuda que no puede reiniciar una nueva relación acosada desde el más allá por el espectro del marido muerto, pero al mismo tiempo han querido insertar en ese mismo relato la experiencia artística y vital de todos los que estuvieron implicados en esta obra monumental del flamenco.

“Hemos querido crear una obra surrealista inspirada en esos pasajes, los de la vida personal de los que la hicieron posible”. Al mismo tiempo, jugar con la idea de las consecuencias de un amor tóxico. “El espectro en nuestra creación es algo más actual y psicológico, más relacionado con ese obstáculo en la vida que no te deja avanzar, que no te deja seguir, ya sea una persona, un recuerdo, una droga”, puntualiza Paños.

Fieles al modo de trabajar con su compañía, para este encargo del Ballet Español de la Comunidad de Madrid llegaron al estudio con toda la investigación hecha. Son conocidos por el rigor exhaustivo de sus investigaciones, pero al mismo tiempo, a montar desde cero con un elenco que no conocían de nada. “Trajimos la maleta llena de conocimientos pero quisimos llegar al estudio abiertos, llegar a sorprendernos, a descubrir y dejarnos seducir por este elenco tan joven, ver cómo te sorprendían a la hora de seguir una pauta”.

Para el Ballet Español de la Comunidad de Madrid, este montaje supone un nuevo inicio. Arrancó flamante como una iniciativa del gobierno local bajo la dirección artística de Jesús Carmona que, justo después del estreno de la primera producción, Suite española y epifanía flamenca, hace ahora más de un año, renunció al cargo, por motivos que todavía no están del todo claros, dejando acéfala a la agrupación, que sigue sin la figura del director artístico pero emprende este montaje como un reinicio. Es por ello que expectación no falta. Que se trata de la gran apuesta de la casa, lo corrobora que este Viaje al amor brujo estará en cartel durante un mes, abrazando, en medio, las fiestas navideñas.