MI CUERPO BAJO EL MANTÓN
Esta noche, Pol Jiménez, envuelto en un mantón, rinde homenaje a la copla y las folclóricas, en ‘Café de Copla’, unipersonal que estrena en el Mercat de les Flors. Nos lo ha contando…
Texto_OMAR KHAN Fotos_LAQUEREGRESA
Madrid, 24 de octubre de 2025
Bailar la copla, intentar desnudarla, desvelar lo que hay debajo. Armado con un mantón que, con el movimiento del danzante, descubre que debajo no hay más que un cuerpo desnudo y a lo mejor vulnerable, el joven bailaor y creador catalán Pol Jiménez reinventa en masculino a la copla, a las folclóricas y a su danza incierta, reconvirtiendo desde esta noche y hasta el próximo domingo el escenario del Mercat de les Flors, de Barcelona, en un Café Cantante. Su nueva propuesta, Café de Copla, que ya tuvo un primer contacto con la audiencia en la Fira Medieterránia de Manresa hace unos días, nace de una reflexión sobre lo que bailaban las folclóricas en esos locales de espectáculo y copas, que fueron símbolo de otra España.
“La copla no es flamenco, lo bailaban las folclóricas pero no desde una técnica”, reflexiona este joven creador que, aunque tuvo su formación en Danza Española en el Institut del Teatre, hoy prefiere decir que lo que hace es simplemente danza. “Y fue entonces cuando empecé a hacerme preguntas como desde dónde se podía bailar la copla o cómo la podía adaptar. Ellas usaban el baile como un medio de comunicación y una manera de relacionarse con el público”.
Una cosa trajo a la otra. En la búsqueda de esa esencia, apareció el mantón con sus colores y flecos al aire, que pasó a convertirse, según confiesa, en la verdadera estrella de su propuesta escénica. Un trozo de tela embellecida que deja ver, a medias y a ratos, el cuerpo desnudo del danzante. “He querido mostrar lo que hay bajo la copla, lo que cuenta, esa vinculación que tiene con lo político y lo social, y el mantón, un elemento que no era un vestido pero vestía, apareció como una referencia. El mantón es lo único que cubre mi cuerpo y es el verdadero protagonista de la propuesta”.
Nos relata que tiene una investigación a fondo sobre la castañuela pero que el mantón fue una aparición casual. “Durante un ensayo de Lo faunal, un espectáculo anterior, estábamos probando con distintos elementos. Traje un mantón que no sirvió para esta propuesta pero decidí ahondar más, así que su uso en Café de copla no viene de una investigación anterior”.

Cupletistas y foclóricas
Lo que sí es cierto es que ha tenido una relación con la copla de toda la vida, porque es lo que escuchaba en casa desde niño. Y en su cabeza venía rondando la idea de un espectáculo que partiera desde esas cupletistas y folclóricas que acompañaban sus cantos y actuaciones con una danza que no está clasificada ni catalogada. Es una danza inexistente que se materializaba cada noche en cada actuación, más como un elemento de comunicación con la audiencia que otra cosa. Pero nada más meter la cabeza se dio cuenta de que el de la copla es un mundo inabarcable en una hora de espectáculo.
“Tuve que acotar porque aquello es un universo. Y me quedé en el Café Cantante. Como referencia para construir el personaje tuve como referencia a Imperio Argentina, Sara Montiel e incluso Lola Flores. Al centrarme en el café cantante, la proximidad pasó a ser muy importante porque allí ellas interactuaban mucho con los asistentes, sus coplas contaban historias a la gente. Esto supuso un reto para mí, poder encontrar la soltura en esa proximidad. Después de todo, estoy metiendo un café cantante en una caja negra”.
Fue así como dio con la idea de reconvertir el escenario del Mercat en un café, con el público a su alrededor en mesitas. No se atrevió a cantar porque se le da mal, así que serán las voces de auténticas cupletistas las que le acompañen durante la representación, pero bailar y seducir a un público que está prácticamente encima ya le supone un reto superlativo.
Aunque esta investigación es novedosa en su búsqueda, existe una conexión entre este Café de copla con el resto de su producción. “Siempre he apuntado hacia un cuestionamiento de la identidad de género. En La Oscilante era sobre un cuerpo sin género, en Lo Faunal que fue sobre el Fauno, de Nijinsky, me centraba en un cuerpo que es mitad animal, mitad humano”. Ahora, vestido apenas con un mantón, apunta hacia la folclórica y su danza incierta.






