ESBART GALEGO
Un grupo de bailarines de danzas tradicionales catalanas ha estrenado ayer, desde el folclor gallego, ‘Llavor’, de Jaime Pablo Díaz. Este experimento pasa por ser uno de las apuestas relevantes de la Fira de Manresa. Allí estuvimos…
Texto_OMAR KHAN
Manresa, 10 de octubre de 2025
Un esbart catalán bailando muñeiras gallegas suena a disparate. Hasta que lo ves. Ese mestizaje e hibridación extrema de cruces en apariencia imposibles, es el que quiere Jordi Fosas para la Fira Mediterránia de Manresa que dirige. Hacer posible lo imposible. Convertir en vanguardia el folcor. Apostar por el neofolk y legitimarlo de cara a los numerosos programadores locales, nacionales e internacionales que han venido curiosos a esta localidad catalana, para mirar cómo avanza esta tendencia.
La Fira arrancó ayer y se prolonga hasta el domingo con una agenda frenética de espectáculos, todos de raíz, que aparte de danza -un capítulo importante de su programación-, abraza también teatro, música o circo, desplegados a toda hora en salas y calles de la ciudad. No se trata solamente de la exhibición de espectáculos que, con la mirada en el futuro, encuentran su esencia buscando y reinventando el pasado, pensándolo desde lo popular, el pueblo, la tradición y sus rituales. Se trata también de forzarlo, y esto es lo interesante, porque desvela imaginarios autóctonos en cuerpos ajenos que disparan la inventiva y creatividad. O no, porque también posible.
En este sentido, el trabajo invisible de la Fira, ese que propicia encuentros, cruza danzas, sensibilidades y modos de hacer, pasa por ser relevante de cara a lo quiere (de)mostrar durante estos agitados cuatro días de fira. Es una labor de hormiga, que se consigue desde iniciativas como el Programa d’impuls a la dansa d’arrel (Impulso a la Danza de raíz) que trajo desde A Coruña a Jaime Pablo Díaz, director de la Nova Galega de Danza, para que creara Llavor (Semilla), obra contemporánea sobre la base del folcor galego, con un grupo de jóvenes bailarines de danzas catalanas. Se estrenó ayer por la tarde en la Plaza de Europa, a la que volverá este domingo a mediodía.
Emociona y conmueve esta pieza a cielo abierto para ocho bailarines, no tanto porque sean catalanes bailando en un registro tan peculiar y propio como el de las danzas galegas, que también, sino porque la obra misma, surgida de una reflexión sobre la semilla como origen -algo muy pequeño e insignificante en principio que va a abrirse camino hacia la luz y la vida-, tiene valores coreográficos propios, y una puesta llamativa e innovadora que, desde los ecos de la danza popular gallega, trasmite emociones sin fecha ni lugar. El equipo, compenetrado, asumió en sus cuerpos los códigos de aquella danza sin renunciar del todo a los propios, los de las danzas catalanas, dando lugar a una pieza que, desarrollada desde un laboratorio, es legítimamente folk pero sin la atadura a la tierra, la pertenencia ni la fiesta popular.
Es intenso el trabajo de la Fira con los esbart catalanes, en programas experimentales como éste, al que se suma otro experimento de interés, Trasmissió creuada, una alianza con la Bienal Internacional de Danza de Cali y la compañía Incoballet de bailarines colombianos afrodescendientes, que procura un diálogo entre la danza catalana y colombiana desde la mirada de Pere Seda y Andrea Bonilla, que se verá hoy y la mañana del próximo domingo en el patio del Kursaal Manresa.