¿Y SI FRANKESTEIN ESTUVIESE BUENÍSIMO?
Coincidiendo con los 50 años de la película, el Teatro Arriaga, de Bilbao, presenta hasta el domingo el delirante musical ‘The Rocky Horror Picture Show’, al que hemos querido recordar en este cumpleaños…
Texto_OMAR KHAN Fotos_DAVID FRIDMANN
Madrid, 08 de octubre de 2025
Es extravagante, kitsch, ridícula, absurda, excesiva, camp, disparatada, atrevida y fascinante. Difícilmente una buena historia, pero The Rocky Horror Picture Show es el más definitivo monumento friqui, un musical de éxito para el público más raro y un definitivo filme de culto que acaba de cumplir 50 años, llevándose el meritorio calificativo de la película que más ha durado en cartelera en los cines. Y es que, desde 1976, el tercer sábado de cada mes, en función golfa a medianoche, el ritual se repite en Nueva York y en un montón de ciudades del mundo. Coincidiendo con el aniversario, la versión teatral de este iconoclasta musical recala mañana en el Teatro Arriaga, de Bilbao, con funciones hasta el próximo domingo.
Toda una curiosidad esta versión (que se verá en VOSE) que llega directamente del West End londinense y es fiel al original de Richard O’Brian, una parodia gay y kitsch del cine de ciencia ficción serie B de los años cincuenta, y muy especialmente una versión intencionadamente de tres al cuarto de El caserón de las sombras, filme de terror de James Whale, de 1931, con Boris Karloff.
Estrenada en 1973 en Broadway tuvo un éxito regular pero no tan catastrófico como el de la película de Jim Sharman, estrenada dos años después, con el absoluto protagonismo de Tim Curry, acompañado por Susan Sarandon, entonces una jovencísima debutante, el cantante rock Meat Loaf y el mismísimo O’Brian en el papel del mayordomo jorobado Riff-Raff, una copia evidente, descarada y nada disimulada del Igor de Marty Feldman para El jovencito Frankestein, de Mel Brooks, que se había estrenado un año antes.
A mediados de los setenta imperaba una moda en Nueva York que se extendió por el mundo: las sesiones golfas a medianoche de películas raras y friquis que se repetían cada fin de semana. Pink Flamingos, oda travesti a la repulsión, de John Waters, una de ellas.
Cosas de friquis
Ante el fracaso de The Rocky Horror Picture Show, la película, los distribuidores la vieron lo suficientemente friqui como para alargarle un poco la vida en esas funciones de medianoche. La plantaron en el Waberly Theater, de Nueva York, y de pronto empezó a atraer la atención de la comunidad gay, los friquis y todo tipo de weirdos (raritos). Dice la leyenda que una noche, en la escena en la que Sarandon se cubre de la lluvia con un periódico, un espectador le gritó “Cómprate un paraguas, zorra” y de chiste favorito repetido a voces cada fin de semana, pasó a ser un ritual obligado, en el que los espectadores llevaban un paraguas y lo abrían durante esa escena, mientras gritaban a la pantalla. A eso se fueron sumando ocurrencias, que convertían cada función en una performance, en la que los espectadores iban disfrazados, se sabían los diálogos, canciones y escenas de memoria, y llevaban una serie de objetos para usar en determinados momentos de la proyección. Llegaron a vender un kit en la entrada del cine con todo el atrezzo que necesitabas para verla.
Por esa vía, se convirtió en una película de culto y su halo se extendió, de vuelta al teatro. Broadaway y Londres la han mantenido largas temporadas y el montaje que mañana se verá en Bilbao es consecuencia y demostración del éxito que sigue teniendo esta disparatada historia con ecos de Frankestein. De hecho, el personaje central, un delirante travesti, se llama Doctor Frank-N-furter, que hace juego con la connotación gay de la famosa salchicha frankfurt. El chiste está servido.
La historia, de tan absurda, es desternillante. A una pareja de recién casados absolutamente normal se les daña el coche bajo un torrencial aguacero y deciden ir a buscar ayuda a un castillo cercano, en el que vive el doctor Frank-N-furter, un científico travesti que está experimentando con la creación de un ser perfecto, un rubio despampanante a la carta, para que sea su amante. Apenas llega la pareja, los unen a la fiesta que están celebrando allí los transilvanos, que bailan enloquecidos el tema Time Warp, una tradición folclórica del Planeta Transexual, ubicado en la Galaxia de Transilvania, de donde han venido todos ellos. Llena de canciones pegadizas, con abundantes coreografías absurdas y trajes estrafalarios, este musical es un delirio, tanto en el teatro como en el cine. Tanto si la función transcurre con el ritual de los fanáticos como si no.
El pasado 26 de septiembre, día en el que la película cumplió los 50 años de su estreno, hubo celebraciones y conmemoraciones por todas partes, pero muy especial fue la del Museo de la Academia, en Los Ángeles, donde se proyectó el filme y se celebró una fiesta a la que acudió Tim Curry, quien desde 2012 permanece en una silla de ruedas, tras sufrir un derrame cerebral. “Lo siento pero no podré cantar ni bailar en este homenaje”, bromeó el actor y cantante, que para siempre quedara atado en la memoria como el entrañable doctor Frank-N-furter