NO TE PONGAS VERDE…
Oportunamente, Madrid estrena en el Teatro Nuevo Alcalá el musical ‘Wicked’, un lujoso y espectacular montaje que nos cuenta lo que pasó en Oz antes de la llegada de Dorothy. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 04 de abril de 2025
Muy oportunamente, cuando aún resuena el éxito cinematográfico de la primera parte de Wicked y a punto de la llegada de la segunda a nuestros cines, el próximo 21 de noviembre, Madrid estrena en versión propia el lujoso musical homónimo del tándem conformado por el compositor Stephen Schwartz y el libretista Winnie Holzman, quienes se inspiraron en esta historia, a su vez, basada en la novela Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West (Gregory Maguire, 1995) que reinventa la historia de las dos famosas brujas antagónicas de El mago de Oz, justo antes de la llegada de la pequeña Dorothy, trastocando severamente sus respectivas naturalezas: la bondad rosada del hada noble y la maldad de la horrible villana verde.
A medio camino entre la precuela y el spin-off, parece del todo relevante resaltar que el libro de Maguire no surge como una operación de marketing para aprovecharse del tirón indiscutible de la película de 1939, protagonizada por Judy Garland y dirigida por Víctor Fleming. No, el escritor venía reflexionando y valorando la posibilidad de escribir sobre el origen del mal y la maldad, a propósito de personajes muy reales como Hitler y muy especialmente el tirano de Irak, Sadam Husein, y de pronto sintió que tenía en el hada rosa y la bruja verde de la película de su infancia, el pretexto perfecto para convertirlas en una metáfora asequible sobre las cosas malas que nos venden por buenas. Y lo hizo en 1995, casi sin saberlo, como una premonición a la llegada de la desinformación y fake news que hoy confunden, corroen y dividen al mundo.
En Wicked, detrás de la magia de Ciudad Esmeralda se esconde un inútil con poder, más ilusionista que gobernante, que a golpe de magia y efecto manipula a toda una ciudad. Un político que usa la represión y la violencia para mantener a cómo de lugar el estatus mágico de este país de ensueño llamado Oz. Y con verdadero ingenio, a través del estereotipo del hada rosada y buena cuestiona la bondad, al tiempo que utiliza a la verde malévola para poner en entredicho lo que el poder señala como malvado. En su novela, para nada infantil, Maguire nos muestra las costuras del totalitarismo que hoy estamos viviendo, no solamente en Estados Unidos.
MAGA
No tenía semejante dimensión política El mago de Oz, divertimento de Hollywood que no traspasaba las fronteras que separan el entretenimiento de la realidad. Pero a medida que avanza el tiempo, la actualidad de Wicked (que acumula 21 años de llenos en Broadway, 18 en Londres y muchas versiones en distintos países), se va haciendo cada vez más evidente. Hoy bastaría con cambiar un par de colores para entender mejor su mensaje. Si el mago ilusionista fuese gordo y color naranja y convertimos a la bruja verde, socialmente rechazada, en una mujer negra y extranjera, obtendríamos una radiografía de una parte de la América Grande que nos vende el trumpismo.
Cuando, en 2003, Schwartz y Holzman decidieron convertir el libro en musical de Broadway, sí que pensaron en aprovechar el influjo de El mago de Oz, y claro que tuvieron la intención de montar un musical de altos vuelos, una superproducción con una escenografía de infarto, vestuario colorido y efectos teatrales impresionantes. Le restaron profundidad al libro y aligeraron la acción con canciones pegadizas, bonitas coreografías y se esmeraron en el diseño de los dos personajes centrales: un hada siniestra que parece bondadosa y una bruja maligna, que en realidad es una oprimida social demonizada. Aún así, la metáfora sobre los alcances del poder en manos equivocadas sigue intacto, porque después de todo, es la esencia del relato.
Lo podemos comprobar en la mega-producción madrileña, un prodigio teatral de muchos millones que no escatima en recursos (más de mil piezas de vestuario, una iluminación precisa y deslumbrante y una insólita escenografía con cosas que suben, bajan, aparecen y desaparecen ante nuestros ojos durante las más de tres horas de espectáculo) pero que sabe dejar claras las profundas reflexiones del libro con sus inequívocos mensajes sobre la intolerancia, el abuso del poder, los mecanismos del mal, la causa animalista, el peligro de la manipulación de la información, los riesgos de forzar la popularidad, y el valor de la amistad. Mensajes todos, hoy más que nunca, necesarios.
Hada rosa, bruja verde
Por lo demás, Wicked es un gran entretenimiento, con un altísimo nivel profesional en todos sus apartados. David Serrano (Matilde, The Book of Mormon) desde la dirección sabe manejar los ritmos y tempos de la narrativa y orquestar la escena, constantemente cambiante y siempre llena de actores, bailarines y cantantes, con verdadero sentido del espectáculo, en esta nueva y lujosa producción de ATG Entertainment, que se puede ver en el Teatro Nuevo Alcalá, de Madrid.
Iker Karrera se va consolidando como coreógrafo de musicales, porque sabe cómo introducir el baile en función de la acción, pero sin descuidar lo coreográfico ni lo espectacular. Y, finalmente, pero no menos importante, un elenco que reafirma la capacidad y talento que hemos ido cultivando y ganando en esta rápida reconversión de Madrid como ciudad de musicales, que empieza a ser la seria competencia en español de lo que en inglés se ve en Broadway y el West End londinense.
Wicked es un musical femenino. Buena parte de la responsabilidad recae en su pareja protagonista, las espléndidas cristinas. La gallega Cristina Picos como Elphaba, la futura Bruja Malvada del Oeste, y la vallisoletana Cristina Llorente como Galinda/ Glinda, la futura Bruja Buena del Norte, sostienen la acción en sus hombros y voces entendiendo la dualidad bien/mal de cada uno de sus personajes. Creíbles en lo teatral y excelentes en lo vocal, se apuntan juntas y por separado los mejores momentos musicales de la velada. También acertada en su dualidad maligna/benigna Guadalupe Lancho como la profesora Morrible.
Los hombres, al fondo, tienen un correcto desempeño. A Javier Ibarz, con buena voz, le cuesta dar soltura y credibilidad al Mago, especialmente en su decolorado número estrella, y Xabier Foyero se queda en el estereotipo del príncipe engolado y le cuesta estar a la altura de las dos protagonistas. Sin embargo, Neizan Martín, desde un secundario –el personaje Boq, futuro hombre de lata- sabe crecer, en voz e interpretación, y robar con su gracia el protagonismo en sus momentos estelares.
Adicionalmente Wicked, que narra de un tirón todo el libro de Maguire, nos demuestra no era necesario hacer dos películas de más de dos horas para contarlo. El público madrileño, en el pre-estreno el pasado miércoles, le dio su aprobación al musical con una sonora y merecida ovación.