BREAK FANDANGO
En Berlín verán mañana ‘Fandango Reloaded’, de la creadora valenciana Inka Romaní. Quisimos saber las expectativas que tiene, y esto nos ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_TXUS GARCÍA
Madrid, 28 de agosto de 2025
Mañana y pasado, en el HAU2 de Berlín, la creadora valenciana Inka Romaní ha conseguido colgar el cartel de agotadas las localidades para la presentación de su muy local y a un tiempo universal creación Fandango Reloaded, en la recta final del prestigioso festival Tanz im August, celebrando estos días su trigésimo sexta edición. Prueba de fuego para constatar la accesibilidad de una coreografía que nace del Fandango de Ayora, un baile tradicional de esta región valenciana, ahora reinventado desde la actualidad, adobado con hip hop, castañuelas, vestuario híbrido y gestos de nuestros días.
“Nunca sabemos cómo el público va a recibir una pieza”, nos comenta Romaní cuando le preguntamos cómo imagina que los alemanes recibirán su trabajo mañana. “Más allá de ‘entender’ la pieza en sí, me parece más relevante que la audiencia pueda situarla en su contexto, de dónde viene el trabajo y qué lo impulsa. Al final, como siempre decimos, ir a ver una pieza de danza no consiste en salir pensando que has entendido algo, sino en dejarte llevar por la experiencia que trasciende lo racional: qué vivencia estética y sinestésica te llevas contigo”.
Fandango Reloaded viene de una inquietud que lleva ya doce años dando vueltas en la cabeza de esta creadora formada en danza en el Conservatorio de Valencia y en Comunicación por la Universidad de La Rioja. Estudiando en Toulouse, tuvo ocasión de acercarse a coreógrafos que trabajaban desde la raíz, desde las danzas populares de su lugar de origen, y esa inquietud se quedó revoloteando hasta que en una conversación con músicos valencianos salió a colación el tema del Fandango de Ayora, una tradición de su propio pueblo, de la que no sabía prácticamente nada.
“¿Cómo puede ser que el Fandango de Ayora sea un baile tan reconocido dentro de la música y la danza tradicional, y que yo, siendo de allí, no lo tuviera tan escuchado o incorporado en mi imaginario? Esa pregunta me empezó a mover mucho. Entonces recordé que mi prima Sara Pola había hecho su trabajo final de carrera sobre el folclore de nuestra región. Ella investigó en los archivos del ayuntamiento, en repertorios de música y danza que se bailaba desde antes de la Guerra Civil hasta la fecha de su investigación. Ahí observó que el fandango era una danza que había dejado de bailarse después de la guerra, cuando apareció la influencia de la Sección Femenina y sus coros y danzas. El fandango no se ajustaba a los cánones estéticos e ideológicos del régimen franquista, al ser una danza pagana y de cortejo, y por ello fue quedando relegado”.
Este nuevo componente, feminista y político, fue determinante a la hora de hacer esta aproximación personal a una danza popular, ahora desempolvada desde los códigos de la modernidad.

Un gesto poético
“Esa historia me pareció interesante y relevante, y ahí nació la idea de hacer una versión, un homenaje, un gesto poético con un grupo de bailarines sobre esta danza. Cuando empezamos a presentarla en distintos contextos, descubrimos que funcionaba con públicos muy diversos. La gente mayor se sorprendía al ver a una generación como la nuestra bailando danzas tradicionales de una manera desacomplejada, trayendo sonidos de la música actual y un vestuario contemporáneo. Y para adolescentes y jóvenes de instituto supuso rescatar una mirada hacia el pasado, pero liberada de estigmas, de la binariedad o de las ideas preconcebidas sobre la danza tradicional. Conectaron muy bien gracias a las texturas de la música urbana y electrónica que forman parte de la pieza. Sin haberlo imaginado, habíamos creado una pieza que tiende puentes entre generaciones”.
Un aspecto importante de la investigación emprendida por el equipo de cinco bailarines, fue indagar en la conexión entre ayer y hoy, entre lo tradicional y la modernidad. “Las danzas urbanas, por ejemplo, tienen mucho en común con las tradicionales: nacen de una comunidad, muchas se originan en la calle, y existen similitudes en las formas, en los pasos, en el footwork. Esa conexión nos parecía muy interesante a explorar. Ninguno de nosotros viene de una formación académica en danza tradicional española; la hemos aprendido de manera más amateur, transmitida de persona a persona, que es precisamente el lugar natural del folclore”.
De toda esta investigación nace ahora su próxima creación, aún en proceso. No tanto del Fandango como de lo relativo a la Sección Femenina, esa ala de militancia femenina de la Falange Española. “Me estoy aproximando a lo que llaman coreografía documental”, nos confiesa citando como referente el trabajo del creador israelí Arkadi Zaides. “Me interesa trabajar con las grabaciones que existen de mujeres realizando movimientos en perfecta sincronía: muchas veces eran danzas tradicionales, pero también ejercicios de gimnasia en los campamentos de la Sección Femenina. Todo ello nos habla de un mismo tema: el control del cuerpo de la mujer, ya sea a través de la danza o del ejercicio físico. Lo que me interesa es indagar en el ‘para qué’ de este control: qué se intentaba controlar realmente, cuál era ese demonio del cuerpo que debía ser reprimido”, concluye.






