DESDE EL OLIMPO, VUELVE WIM VANDEKEYBUS
Gran expectación por el regreso a Madrid de la compañía Última Vez. El creador belga presenta en el Festival Madrid en Danza este fin de semana su nueva creación Infamous Offspring inspirada en la mitología griega, con la intervención especial en vídeo de Israel Galván. Nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_FLIP CLAESSENS / FLAVIA TRATAGLIA
Madrid, 22 de mayo de 2025
Pionero de la danza contemporánea europea y del boom de la nueva danza belga, Wim Vandekeybus (Bélgica, 1963) lleva casi cuatro décadas sacudiendo los escenarios con una obra visceral, física y profundamente teatral. Estando en Madrid, mientras bailaba para Jan Fabre, ultimó los detalles de lo que sería su compañía Ultima Vez, fundada en 1986, que tuvo un debut fulgurante con su primera pieza, What the Body Does Not Remember, una creación de alta tensión y riesgo, en la que había una sección con peligrosos ladrillos volando por los aires que amenazaban aterrizar en la cabeza de los bailarines, Con ella ganó el prestigioso Bessie Award en Nueva York y estableció un lenguaje propio que rompía con los moldes de la danza tradicional. Desde entonces, ha firmado más de 40 creaciones que combinan movimiento, texto, música, cine y riesgo.
No obstante a Madrid, hace varios años que no viene. Una ausencia que dejará de serlo este sábado, cuando reaparezca con su nueva creación Infamous Offspring, con función adicional el domingo 25, en la Sala Verde de Teatros del Canal como parte del XL Festival Madrid en Danza. Se trata de una ambiciosa producción que reinterpreta la mitología griega a través de una mirada contemporánea y crítica.
El coreógrafo belga ha convertido el cuerpo en campo de batalla emocional, donde instinto, violencia, ternura y contradicción se enfrentan sin concesiones. Lejos de la estética pulida, sus espectáculos apuestan por la tensión física, la dramaturgia fragmentada y la mezcla de disciplinas, con una constante voluntad de exploración formal.
Han pasado muchos años desde la última vez que su compañía actuó en Madrid. ¿Qué nos hemos perdido? ¿Cree que ha permanecido fiel al estilo que conocíamos todos estos años?
He recorrido más de 40 creaciones, muy distintas entre sí. Pero siempre me ha fascinado una complejidad común de temas interconectados. Nada existe por sí solo, ni en la naturaleza ni en la tragedia. Trabajamos con una forma de expresión que no está totalmente definida, por eso se transforma continuamente.
Lo que se han perdido en Madrid ha sido una evolución formal con una base narrativa muy fuerte. TRAPTOWN fue hija de BLUSH: actores filmados y localizaciones que creaban un espacio atrapado en escena. La interacción en vivo con elementos 2D y 3D le daba un toque fantástico. TRACES, sin vídeo, se inspiró en la naturaleza salvaje de Rumanía. Era nuestro último viaje largo por Europa, inspirado por las fotografías de Josef Koudelka y los pueblos nómadas. El oso era el símbolo final de lo intocable: salvaje, hibernador, domesticado por quienes destruyen los bosques. HANDS DO NOT TOUCH YOUR PRECIOUS ME fue una colaboración con Olivier de Sagazan, una inspiración libre en Inanna, la diosa mesopotámica que desciende al inframundo para encontrar a su hermana.
Fue una creación maravillosa, con diferentes generaciones en escena. Y hace dos años dirigí Bodas de sangre de Lorca para ITA (Internationaal Theater Amsterdam), la compañía de Ivo Van Hove. En nuestra versión, Lorca abría la obra y, tras su ejecución, se transformaba en Poncia, la criada. Ahora estoy feliz de volver a Madrid con Infamous Offspring, una obra compleja pero rica sobre una compañía-patchwork inspirada en la familia de los dioses griegos.
¿Qué elementos de su estilo persisten en Infamous Offspring?
Tiene muchos elementos que he trabajado antes: danza potente, texto escrito, música compleja, vídeo que interactúa con los actores en escena. Lo más personal para mí es reflejar lo que me inspira: la mitología y su fantasía desbordante que sirve para entender el drama humano. Al final, los dioses fueron inventados por las personas para explicarse a sí mismas.
¿Por qué volver a los clásicos griegos? ¿Qué pueden decirnos hoy esas historias?
Los clásicos griegos no se originaron en Grecia: viajaron desde Oriente, pasando por África y Mesopotamia, hasta llegar al interior de Europa. Las historias viajaban con las personas. Los dioses cambiaban de nombre pero eran los mismos. Incluso las series de televisión o los dibujos animados están llenos de referencias clásicas. A mí me gustan, pero también los transformo en una familia patchwork contemporánea. Fiona Benson, la escritora inglesa del texto, ha sido premiada por adaptar los clásicos al presente. Como dijo Peter Brook: “Una creación solo es relevante en su tiempo de relevancia”. Yo añadiría: el espíritu del tiempo y la crueldad siempre vuelven.
Exactamente ¿qué ha aportado Fiona Benson al proyecto?
Fiona nunca había escrito para teatro ni danza. Eso me atrajo. Le mostré mis notas sobre escenas y personajes, todos hijos de Zeus y Hera. Fiona conoce los clásicos, pero los reinventa de forma tan sugerente que sus textos me inspiraron para crear estructura y escenas. También le pedí que escribiera escenas que no existen en los textos clásicos, como una en la que Hera admira a Apolo y quiere asegurar su posición junto a él como líder. Es un diálogo maravilloso entre Hakim como Apolo en escena y Lucy como Hera en vídeo.
¿Por qué centrarse en Hefesto y Hera?
Hefesto fue el primer enfoque. Es el hijo rechazado que se convierte en el único dios trabajador, creando herramientas para los demás. Es traicionado, pero perdona. Tiene humor y una dulce capacidad de venganza. Encontré a Iona Kewney, una bailarina, performer y artista visual escocesa que ya había trabajado conmigo en Scratching the Inner Fields. Ahora es Hefesto. Dibuja en directo 12 imágenes en escena, otra forma de narración, mientras actúa y baila. Ella es la figura central.
¿Cómo surgió la idea de elegir a Israel Galván como Tiresias y ponerlo en vídeo?
Porque Israel tiene una manera única de comunicarse a través del ritmo y la expresión. Fue idea suya y mía. Es como el tío favorito: aconseja, advierte, se ríe con los personajes. Puede iniciar una revolución, un trance.
¿Cómo ha sido el trabajo con vídeo y qué aporta a la producción?
Hemos avanzado mucho. Mi hijo Fernando dirigió el vídeo en Bodas de sangre, y ahora sabemos cómo hacer que un personaje grabado parezca estar hablando en vivo con los actores en escena. Él ha sido el director visual en Infamous Offspring. Con un presupuesto modesto, creamos localizaciones fantásticas para los dioses. Además, hay dos generaciones sobre el escenario. Los actores tienen experiencia en texto, los bailarines en movimiento y actuación. Israel es un dios en sí mismo.
¿Cómo son los jóvenes bailarines con los que trabaja ahora? ¿Han cambiado respecto a los de antes?
He trabajado con más de 20 elencos. Todos especiales, generosos, muy talentosos. El casting representa gran parte de una creación. Creo que hemos reunido otro equipo estupendo. Algunos ya los conocía, y la mayoría los elegí en función del personaje. Por ejemplo, Rakesh Sukesh interpreta a Dionisio, que viene del Este, igual que él. Los bailarines cambian, pero el trabajo duro sigue. Las nuevas generaciones no son tan distintas cuando se trata de alcanzar sus metas. El teatro y el escenario tienen sus propias leyes, aunque queramos romperlas.
¿Por qué decidió hacer una reposición de Puur? ¿Cómo se compara esta nueva versión con la original?
PUUR trata sobre el asesinato de niños inocentes. Al revivirla, me pareció incluso más actual que en 2006. Tiene un fuerte conflicto dramático entre el bien y el mal, con una tensión incomprensible que refleja con fuerza nuestra situación actual. Combina gran danza y texto. Las compañías de ballet no están acostumbradas a estar en escena durante una hora y cuarenta minutos sin salir, manteniendo el personaje todo el tiempo. Es una experiencia muy enriquecedora para los intérpretes jóvenes.
¿Sigue siendo Bélgica un buen lugar para la danza? ¿Ha cambiado mucho?
Creo que sí, pero el mundo de la danza-teatro-performance se conoce demasiado entre sí. Hay muchas normas internas de aceptación sobre lo que es “bueno” o “malo”. Yo prefiero la sorpresa que llega desde un rincón oscuro, pero ahora hay muchas manos que quieren guiar. Los programadores se han convertido en los nuevos artistas.
¿Qué proyectos futuros tiene?
Estoy trabajando en mi primera ópera: Carmen para OBV en Amberes. Es un proyecto grande, pero lo haré a mi manera, y hasta ahora me gusta mucho.
También hay un proyecto para revivir mi primer espectáculo, que comenzó en Madrid: What the Body Does Not Remember, esta vez con música en vivo de L’Ensemble Intercontemporain en la Filarmónica de París. Son proyectos grandes donde lo underground se cruza con las instituciones. Y además, seguiré con mis obras más pequeñas, que también disfruto mucho… Así que hay mucho por venir.