¿QUE DISFRUTE LA DANZA EL QUE SE LA PUEDA PAGAR?
Se fortalece en redes sociales una campaña de protesta por el alto precio de las localidades en el nuevo Centro de Danza Matadero de Madrid, con el hasthag #yotampocovoyporquenolopuedopagar . Reflexionamos…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 17 de abril de 2025
Desde el arranque mismo del Centro de Danza Matadero en febrero pasado, ha ido creciendo cierto malestar (y asombro) por el alto precio de las localidades en el nuevo espacio para la danza del Ayuntamiento de Madrid, que ha devenido en una campaña que estos días coge fuerza en redes, sobre todo en las páginas de bailarines, estudiantes y gente de la profesión, con el significativo hashtag #yotampocovoyporquenolopuedopagar
Algunos medios ya lo habíamos destacado. Como colofón a su reseña de Pineda, el espectáculo inaugural, el diario El Páis del 07 de febrero ya advertía: “Hace unos días en las redes sociales hubo cierto revuelo al conocerse el precio de las entradas (de 37, 45 y 50 euros para la mayoría de los espectáculos), por considerarse demasiado alto si se quiere que la danza siga sumando espectadores y sea realmente inclusiva en el consumo de artes escénicas”. En estas páginas también aludimos al asunto. Hoy es evidente que el revuelo ha crecido y se ha organizado.
El anuncio hecho el pasado 02 de abril por Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura, Turismo y Deportes del Ayuntamiento, durante la presentación a los medios de la programación por el Día Internacional de la Danza (DID) DID 2025 / CELEBRA 25, parecía una reacción a este malestar. “Durante este mes estará en vigor”, aseguró, “la taquilla de último minuto con un descuento del 50% en el precio de todas las localidades momentos antes del inicio de la representación”. Pero esa solución efímera parecía más una reacción a la protesta que una voluntad de aligerar el acceso al teatro.
Es un hecho que muchos de los espectáculos pasados han estado llenos y varios de los por venir, ya agotados. Pero no se trata de que disfrute de la danza el que se la pueda pagar. La recaudación por taquilla ha de ser preocupación primordial de un teatro privado, no de uno público. La danza ha de ser un bien, sobre todo en estos tiempos, para un ciudadano medio acribillado por impuestos y atribulado con las múltiples dificultades de la vida. La campaña ni siquiera pide directamente que se rebajen sino que hace manifiesto el hecho de que “yo tampoco voy porque no lo puedo pagar”. Llama mucho la atención que en la Nave 10 de la misma casa, dedicada al teatro, se cobre una media de 20 euros por las entradas.
Crear una élite de la danza no parece una medida popular ni demasiado inclusiva. La argumentación de que hay que dignificar la danza tiene algo de cínico para justificar que el nuevo espacio para la danza de nuestra ciudad tenga precios por encima de la media y afecte a un espectro de población importante, que incluye a esos bailarines, creadores, estudiantes y profesionales que hoy fortalecen esta campaña en redes sociales, para los que ir a ver a un colectivo de relevancia histórica como la Compañía de Martha Graham, trasciende el mero entretenimiento.