GIRATORIO
El holandés Jefta Van Dinther ha sido la apuesta internacional del Festival Dansa València que culmina mañana. Sorprendió anoche con su obra ‘Remachine’, de escenario obstinadamente giratorio. Allí estuvimos…
Texto_OMAR KHAN Foto_JUBAL BATTISTI
Valencia, 12 de abril de 2025
El escenario giratorio funciona como una maquinaria autónoma que condiciona todo lo que ocurre en Remachine, la acostumbrada pincelada internacional del Festival Dansa València, ya a punto de fallecer. El creador holandés anclado en Alemania Jefta Van Dinther desnudó por completo la caja escénica del Teatro Principal valenciano, colocó en primer plano su enorme artilugio giratorio y montó encima a sus cinco bailarines-cantantes. Pero no se trata de un espectáculo con máquina como podrían ser los del francés Yoann Bourgeois, en su intento por hacer un circo innovador. Aquí no. La intención no es lúdica y la máquina es una imposición insoslayable en la existencia de estos cinco seres que viven en función de ella.
En ese constante girar -que algo de hostilidad tiene-, los cinco parecen avanzar siempre a ninguna parte. Caminan, bailan, giran, se tumban, se retuercen… en lo que parece una travesía perenne, inacabable. Hay múltiples significados para esta metáfora giratoria. Podría ser la rueda de la vida, podrían ser las rutinas, las obligaciones, la falta de tiempo de nuestro tiempo… pero lo cierto e importante es que de esa situación extrema surge la resistencia y la resiliencia. Aparece la solidaridad, el compañerismo y la empatía. La mano tendida. Hay mucha humanidad en Remachine. También belleza.
La obra transcurre con cierta placidez pero la semipenumbra constante, la tristeza enorme de esa música y esos cánticos, inestimable aportación de la compositora Anna von Hausswolff, y la sensación de abatimiento constante de los bailarines crean una atmósfera melancólica y derrotista. Aunque no es obra complaciente ni luminosa, inocula, no obstante, algunas dosis de optimismo, parece confiar todavía en nosotros, los que giramos y avanzamos hacia ninguna parte en nuestras respectivas vidas pero intentamos no perder parte de nuestra naturaleza social, de nuestro interés por el otro.
No es un tema ajeno a Van Dinther, que casi siempre indaga y explora en las formas que tenemos de relacionarnos. Lo que sí es novedoso es la forma, ahora espectacular. Hay una conexión muy fuerte entre la puesta en escena, lo que se baila y lo que se siente. La precisión, concentración y resistencia de los cinco magníficos intérpretes, que además hacen alarde de su voz en las canciones, forman parte del perfeccionismo detallista de todo el espectáculo. Una propuesta oscura, de gran belleza, que transcurre ante nosotros como un ritual, antiguo y futurista al mismo tiempo.