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KIRENIA MARTÍNEZ, VULNERABLE

La creadora cubana anclada en Galicia nos cuenta el contexto de su pieza ‘Cicatriz’, que estrena hoy en A Coruña bailando junto a Antón Reixa. Léelo…

Texto_OMAR KHAN

Madrid, 28 de marzo de 2025

Kirenia Martínez Acosta, bailarina, coreógrafa, emigrante cubana y activista de la danza, con más de 20 años anclada y comprometida con la danza en Galicia, ha hecho su Trilogía de los vulnerables desde el lugar que mejor conoce: el de su propia vulnerabilidad. Ahora, después de este tríptico sigue escarbando en el mismo hoyo  “Tengo 44 años y un montón de lesiones propias de esta profesión, que van desde hernias y problemas cervicales hasta una placa de metal en el cuello y seis tornillos”, nos dice a modo de introducción de Cicatriz, su nueva pieza, que se estrena hoy, con función adicional mañana, en la Sala Germán Coppini, de Fundación SGAE, en A Coruña.

“Originalmente, era un solo sobre la edad y la violencia de esta profesión, de cómo las bailarinas después los 40, si no hay trayectoria de premios y reconocimientos, nos quedamos sin lugar, porque la belleza, lozanía y velocidad ya no están en nuestro cuerpos”. Pero entró en la ecuación Antón Reixa, el autor del poema homónimo que inspiró esta reflexión bailada, un artista gallego, hoy con 75 años, que sufrió un accidente que lo dejó con 65% de incapacidad, y que durante el proceso le manifestó su deseo y necesidad de bailar.

Kirenia quedó fascinada porque una de sus luchas y temas recurrentes hace referencia, justamente, a la democratización del escenario. “Hemos acostumbrado al público a un nivel de exigencia, un acabado y una perfección que deben responder a lo nuevo y lo bonito, dejando fuera todo lo que no sea así”. Por eso no dudó en convertir la pieza en un dueto, la coreografía de dos outsiders reivindicando su derecho habitar al escenario.

“Yo no soy una discapacitada oficial con carnet porque primero las instituciones tendrían que definir qué es lo que puedes o no hacer como bailarina. Por eso me interesaba hacer este dueto de dos discapacitados. Uno con un carnet oficial, que lo acredita, y yo. Porque, en el fondo, solo somos dos personas que queremos bailar ¿por qué no podemos?”, se pregunta.

Tanto en la trilogía como en Cicatriz ha intentado poner de frente esos temas que muchos miran de perfil. E-migrantas (2020), la primera de las tres, aborda el tema de las artistas que emigran y está inspirada en La Bella Otero, a la que Kirenia Martínez define como “una gallega analfabeta de los años 30 que se fue a París  vender exotismo y se convirtió en su propia community manager”. Y a ella le siguieron Primeiro a vida (2021) y Los afectos (2022), una obra que a pesar de su título habla de la desafección, de la [insospechada] situación de emergencia que trajo el covid y el confinamiento, y cómo ha terminado afectando más a las artistas migrantes que a las nativas.

Toda la obra de Kirenia Danza se mueve cerca de lo performativo, muy alejada de la belleza explícita del ballet. No hay hadas en sus creaciones. Sabe que baila en la zona de arenas movedizas de la danza y que nunca será comercial en el sentido más monetizado de la profesión, pero ha descubierto que también son necesarias artistas como ella. “El tipo de trabajo que hago se sostiene porque a las instituciones también les interesa que hayan artistas luchadores y resilientes como yo”, concluye.