VUELA DE NUEVO ‘LA SYLPHIDE’ DE LA CND
Esta semana regresa al Teatro de la Zarzuela, donde se estrenó, esta versión del legendario ballet romántico. Esta mañana fue presentado a los medios. Te lo contamos...
Texto_OMAR KHAN Fotos_ALBA MURIEL
Madrid, 10 de diciembre de 2024
Vuelve La Sylphide de la CND. Aunque es la misma que la Compañía Nacional de Danza estrenó hace ahora un año, en el mismo Teatro de la Zarzuela donde se repone estos días (del 12 al 22 de diciembre), mucho ha cambiado la compañía, entonces bajo dirección de Joaquín de Luz, impulsor de este título, y ahora con Muriel Romero al frente, con unas audiciones de por medio.
No obstante, se trata de la misma producción, que había contado con dirección escénica Petrusjka Broholm, danesa experta en el coreógrafo August Bournonville y que la ha bailado muchas veces en el mismísimo Royal Danish Ballet, de Copenhague, donde se estrenó en 1836, y dirección musical del británico Daniel Capps, que se ha convertido en experto, enfrentando numerosos y muy diversos montajes de este ballet fantasmagórico, con música de Herman Severin Løvenskiold.
Para esta reposición han regresado ambos expertos a nuestro país. Capps volverá a colocarse al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) durante las representaciones y Broholm ha acompañado a la compañía en el proceso de remontaje. Aprovechando su vuelta, esta mañana ambos fueron los protagonistas de un encuentro con los medios en La Zarzuela, en el que estuvieron presentes Muriel Romero, Isamay Benavente, actual directora del teatro, y los bailarines Giada Rossi y Yanier Gómez, que interpretan a la pareja protagonista en uno de los tres elencos que alternarán las funciones.
“A diferencia de creaciones como las de Balanchine, La Sylphide es de esas obras por las que no hay que pagar derechos y admiten diferentes versiones, quizá porque es un ballet que no tenemos tan cercano en el tiempo”, relataba Petrusjka Broholm. “Coincidí con Joaquín de Luz cuando bailaba en el New York City Ballet (NYCB) y ya me dejó saber su interés en que le hiciera el montaje de La Sylphide si llegaba a director artístico de una compañía, lo que ocurrió cuando ya estaba aquí. Acepté su oferta pero le hice saber que no podía venir con ninguna de las versiones ya existentes sino crear una propia”.
Seres etéreos
En cualquier caso, la de Broholm es fiel y cuidadosa con la tradición de este ballet emblemático del Romanticismo, que acude al mundo onírico y fantasmal de las sílfides, seres etéreos y voladores, narrando la historia de una de ellas que se enamora de James, un ser humano. “Es una obra que conozco bien. Podría hablar de ella durante horas” prosigue la experta danesa. “Estudié en la Escuela del Danish Ballet y la bailé allí. He visto muchísimas sílfides y muchísimos james. Un aspecto interesante es que Bournonville se centra en seres humanos y aun cuando ella es un espíritu, se pregunta quién es, por que se enamora de un humano… aunque, para mí, el papel más interesante, en este sentido, es el de la bruja, porque no tenemos todos los datos sobre ella, sobre sus motivaciones”.
Es verdad que la música de este ballet carece de la fuerza y belleza de cualquiera de los de Tchaikovsky, por ejemplo, pero a cambio es una partitura completamente al servicio de la historia, sin ornamentos ni efectos. Daniel Capps lo ve como una ventaja. “Severin, que la escribió hace 200 años, no era un profesional sino un noble obsesionado por este ballet, lo que hace que en muchas ocasiones se necesite añadir algunos recursos, pero lo interesante es que es una música que no acude al espectáculo por el espectáculo ni al virtuosismo por el virtuosismo, sino que todo responde a la historia que está narrando”.
En lo personal, para el director musical La Sylphide es una experiencia en permanente evolución. “Cada vez que la dirijo, aprendo algo nuevo, y eso tiene que ver con la profunda implicación entre música y danza que tiene este título, así que cada elenco te abre nuevos caminos. La hice para el Royal Danish, para el Royal Ballet (Londres) hace 13 años y también para el New York City Ballet, con bailarines siempre muy distintos, que me daban cada vez nuevas formas de interpretarla”, concluye.