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CINCO CÉLULAS CONFORMAN UN SER

Arranca mañana la nueva temporada del Mercat de les Flors con ‘La quijá’, de Paloma Muñoz, el proyecto CÈL·LULA #5. Ángels Margarit, directora, nos cuenta los alcances de su proyecto estrella…

Texto_OMAR KHAN Fotos_TRISTÁN PÉREZ-MARTÍN

Madrid, 02 de octubre de 2024

Arranca mañana la nueva temporada del Mercat de les Flors, de Barcelona, que previsiblemente será la última con Ángels Margarit al frente de esta renombrada institución dedicada a la danza. La responsabilidad de la apertura del nuevo ciclo recae en la coreógrafa Paloma Muñoz, que estrenará su propuesta La quijá (un ensayo en la foto), en lo que constituye la quinta producción del Proyecto CÈL·LULA, la iniciativa estrella de Margarit, surgida de la preocupación lícita de la que antes fuera directora de Mudances, una de las agrupaciones pioneras de la danza contemporánea en Cataluña. Aunque no fue fácil, porque nunca lo ha sido, ella no vivió la situación de angustia y precariedad que asola a los jóvenes creadores y bailarines de nuestro momento.

“Yo pertenezco a esas generaciones de antes, que hemos sido capaces de mantener una compañía estable por más de treinta años con proyección internacional. Soy parte de una generación que pudo sostener sus estructuras y darles continuidad con un equipo de bailarines, giras y actividad constante. Yo pude traer artistas invitados, ofrecer talleres para mis bailarines, generar proyectos más allá de los estrenos. Pero la llegada de la crisis acabó con todo eso”.

Por eso, en el proyecto que presentó durante el concurso para obtener la dirección artística del Mercat, institución que venía del impulso que le había dado su anterior director, Cesc Casadesús, CÈL·LULA era uno de los proyectos decisivos e innovadores, más allá de mantener la línea de excelencia en la programación. Ofrecía a creadores y bailarines la posibilidad de materializar producciones de danza contemporánea de mediano o gran formato amparadas por una estructura pública, que a la vez funcionaba como el proyecto piloto de una plataforma que garantizara el crecimiento, estabilidad y continuidad de los artistas.

“La crisis dejó solos a los creadores, haciendo pequeñas piezas, solos y dúos principalmente, resultando imposible aspirar a más, así que el plan de CÈL·LULA ha sido permitirles pensar en una estructura más grande. Para muy pocos creadores existe hoy la posibilidad de abordar sin ayuda formatos grandes y es algo muy necesario para su crecimiento. No hay manera de salir de la precariedad, entonces CÈL·LULA les permite pensar en mayores dimensiones, con contratos laborales decentes para todo el equipo. Hemos ido a la caza de aquellos creadores que estuvieran en ese punto de madurez, deseando y necesitando dar el salto a un formato mayor”.

De Flamingos a La Quijá

Desde que Margarit arrancó en la dirección del Mercat hace cinco años, ha puesto en pie cinco producciones de CÈL·LULA, que han beneficiado a Albert Quesada (Flamingos, 2019); Pere Faura (Rèquiem nocturn, 2021, en la foto), el tándem Guy Nader & María Campos (Made of Space, 2021), Nuria Guiu (Súpermedium, 2023) y, ahora, a Paloma Muñoz (La Quijá, desde mañana y hasta el domingo próximo).

“Cada uno ha sido diferente y ha respondido a distintas necesidades. A veces han sido producciones enteramente nuestras, otras en coproducción o alianza con otras instituciones como los festivales Dansa Metropolitana o Grec, siempre dependiendo de la complejidad de la producción”.

Asegura sentirse satisfecha, aunque no todo fluyó como originalmente lo había pensado. “La aspiración era consolidar una estructura rotatoria de unos seis años, en la que estuviera un grupo de coreógrafos y bailarines, coordinados por un director artístico de todo el proyecto y que, desde allí fuera mutando, pero no hemos podido al no disponer de un presupuesto exclusivo para desarrollarlo. Debido a la situación e inestabilidad política de los últimos tiempos en Cataluña, hemos vivido una situación muy especial con seis consellers de cultura en apenas año y medio, lo que ha dificultado el pleno desarrollo del proyecto”.

Pero, acudiendo al dicho popular y nunca mejor dicho, que le quiten lo bailado. “El proyecto ha dado oportunidades a los artistas de trabajar en unos formatos y condiciones que probablemente no habían tenido antes y esto me parece muy importante. Para mí ya era un éxito si conseguía condiciones óptimas de trabajo, que no fuese un trabajo precario para creadores y bailarines, y luego conseguir que las creaciones llegaran a estrenarse con un mínimo de calidad en la puesta en escena”.

De su gestión al frente del Mercat, Ángels Margarit se lleva muchas satisfacciones pero destaca, por el lado de la programación, sus ya célebres Constelaciones, que han permitido al público acercarse de forma integral a las aportaciones de un artista internacional en concreto con una panorámica de su obra (Lucinda Childs, Deborah Hay, Lia Rodrigues, entre ellas) y este peculiar y generoso modelo de producción. “De todos modos, yo creo que CÈL·LULA llegaba hasta aquí porque nunca se pensó como una estructura fija y permanente sino que aspiraba a probar cómo sería un modelo de producción de danza desde la institución pública. Lo importante es que ya se ha sembrado y quien venga podrá hacerlo crecer o llevarlo hacia otro estadio”, concluye.