EL WHITNEY MUSEUM SE PROSTERNA ANTE ALVIN AILEY
El relevante museo de arte norteamericano ha inaugurado esta semana en Nueva York una enorme exposición monográfica sobre el gran impulsor de la ‘modern dance’. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JOHN LINDQUIST (Circa 1960)
Madrid, 01 de septiembre de 2024
Cuando Alvin Ailey (Texas, 1931 – Nueva York, 1989) estrenó Revelations, en 1960, no podía ni imaginar el impacto que tendría esta coreografía, sencilla en su grandeza, que convierte en danza contemporánea la vida, costumbres y bondad de los afroamericanos devotos reunidos alrededor de la iglesia, los blues y spirituals, tal y como él la vivió en su infancia humilde en Texas. Es una obra, como él mismo afirmó, hecha de “recuerdos de sangre”. Pero el gran mérito y hallazgo de Alvin Ailey no es solamente como creador sino el de un impulsor que luchó por dar visibilidad y categoría a numerosos bailarines negros realmente extraordinarios que, en aquel entonces, eran rechazados en las audiciones de las grandes compañías de Estados Unidos por el color de su piel. Con el tiempo fundaría la célebre Ailey School, escuela de danza para niños y jóvenes afroamericanos de pocos recursos, todavía activa al igual que la compañía y su apéndice, la Ailey 2.
Ahora vuelve a ocurrir algo que él en vida jamás pudo imaginar. El Whitney Museum of American Art, de Nueva York, acaba de inaugurar esta semana Edges of Ailey (que permanecerá abierta hasta el 09 de fberero de 2025), la primera exposición a gran escala en un museo de relevancia internacional que recuerda, celebra y visita la vida, danzas y aportaciones de Alvin Ailey y su visionario legado, que lo coloca como una de las figuras clave de la modern dance norteamericana.
Ailey fundó su compañía para afroamericanos en Nueva York, en 1958, y supo impulsarla hasta conseguir una aprobación, reconocimiento y adoración por parte del público –nacional e internacional- que ningún coreógrafo afroamericano hasta entonces había logrado. Su formación fue sólida. Se inició como bailarín y coreógrafo incipiente con el precursor de la modern dance Lester Horton, que murió repentinamente en 1953, lo que hizo que él, siendo muy joven e inexperto, le sustituyera al frente de la agrupación, con la que estrenó una de sus primeros trabajos, Afternoon Blues que, a la postre, fue inspiración para Blues suite, la pieza que conformó, junto a House of Flowers, que había bailado para el cineasta Hebert Ross en Broadway, el primer programa de su compañía, que surgió apoyada, nada menos, que por Martha Graham.
Danza, desde luego, artes visuales, performances en directo, instalaciones multi-pantallas, grabaciones, testimonios, fotografías y abundante material hemerográfico y testimonial han sido desplegados a lo largo de las tres partes que conforman esta enorme exhibición única, que cuenta con un espacio adaptado especialmente para la realización de danza en directo en la tercera planta del célebre edificio neoyorquino, con actuaciones que se sucederán a lo largo de los próximos meses. Allí, varias agrupaciones, entre ellas la Ailey 2, bailarán y recordarán al maestro.

Ardua investigación
Seis años de investigación, planificación e inmersión en la vida de Alvin Ailey le tomaron a Adrienne Edwars, curadora de esta exhibición, que revisó con atención sus notas personales, entrevistas, escritos de prensa, críticas, cartas, notas coreográficas, dibujos y pinturas, así como también su legado coreográfico, hasta conformar todo lo que hoy ofrece Ailey Edges en las salas del Whitney, incluyendo abundante material que nunca ha sido mostrado al público.
La exposición se centra en el hombre, su vida y aportaciones. A través de documentos y su danza misma, se ofrece un retrato en el que emergen sus pasiones, su creatividad, los hitos de su carrera y su inserción en la historia de la danza. Una parte importante de la exposición está dedicada a pinturas, esculturas, fotografías, dibujos y acuarelas que conectan directamente con su obra y universo personal, mientras que se resalta también su lucha por la causa de las mujeres. No hay que olvidar que fueron sus musas y aliadas dos grandes de la danza norteamericana: Carmen de Lavallade (con él, en la foto sobre estas líneas) y Judith Jamison, quien dirigió y mantuvo el legado después de su muerte, acaecida durante la pandemia del sida en 1989. Para ella, Ailey creó su emblemática coreografía Cry (1971), un solo que pone los pelos de punta.
La exposición está organizada temáticamente desde una visión sociológica que abarca secciones como el imaginario del sureño negro que abraza las historias del sur de Estados Unidos y las cruza con las del Caribe, Brasil y África Occidental; las prácticas aún perdurables de la espiritualidad negra; las profundas condiciones y efectos de la migración de los negros; la resiliencia y la necesidad de liberación; el ya citado protagonismo de las mujeres negras en sus creaciones y, especialmente, las sólidas historias y experimentos de la música negra que usó en sus piezas, que van del góspel al jazz hasta la experimentación vanguardista de sus días. En este sentido, resulta insoslayable The River (1981), que el coreógrafo alzó sobre la partitura de Duke Ellington.
Fuera del Whitney, en distintos espacios de la ciudad, habrá también mucha actividad, con obras presentadas por algunos de los grandes creadores afroamericanos de la actualidad, que incluyen a luminarias como Trajal Harrell o Bill T, Jones. Un catálogo de más de cuatrocientas páginas ha sido cuidadosamente elaborado para quedar como testimonio de lo que ha sido Ailey Edges en el Whitney Museum of American Art.






