NUEVA DANZA ITALIANA ENTRE BORBONES Y AUSTRIA
La compañía Aterballetto cierra mañana en Madrid su programa ‘Italia Danza’, con un itinerario de microdanzas que va de la Galería de las Colecciones Reales al Instituto Italiano de Cultura. Hoy lo hicimos y así lo vivimos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_MATTEO ROVELLA
Madrid, 23 de mayo de 2024
Son las doce del mediodía y los alrededores de La Almudena y el Palacio Real, de Madrid, son el habitual hervidero de turistas chillando y haciéndose selfies compulsivos. Lo normal de cada día. Pero en la novísima y espectacular Galería de las Colecciones Reales esta mañana había algo más que carruajes reales, vajillas reales, trajes reales y cuadros de la realeza. Y es que, por las entrañas de este monumental edificio que se abre camino por la piedra desde la Catedral hasta el Campo del Moro, la danza acaparaba miradas, y por lapsos breves, robaba protagonismo a las obras. La danza italiana, para ser más específicos.
Aterballetto, la compañía más importante de Italia, con rango de Centro Coreográfico Nacional y sede en Reggio Emilia, clausuraba así en Madrid la segunda edición de su programa internacional Italia Danza, que ha venido repartiendo una serie de seis microdanzas en espacios museísticos y edificios emblemáticos europeos como el Museo de la Acrópolis, de Atenas o el Museo Nacional de Castel Sant’Angelo, de Roma, a los que se suman ahora el recién estrenado museo madrileño y la sede del Instituto Italiano de Cultura, que queda prácticamente al lado, en el Palacio Abrantes, también lujoso aunque menos imponente.
La propuesta suponía un fascinante itinerario entre los dos edificios, que se repitió tres veces a lo largo del día de hoy, y volverá mañana, viernes 24 de mayo, en horarios de 12h, 16h y 18h, de forma gratuita, aunque exige el pago de la entrada regular en el caso de La Galería de las Colecciones Reales, donde arranca esta peculiar ruta dancística.
Tras unos controles de seguridad un tanto excesivos, bajando por un ascensor desproporcionado que parece tener el tamaño del escenario del Teatro Real, y emprendiendo un paseo por enormes salas ostentosas llenas de muebles, obras y objetos de valor, donde no faltan carruajes que recuerdan al de Cenicienta y galerías enteras que te hacen sentir dentro de una ópera de Puccini, brota en contraste la sencillez y belleza de la danza contemporánea en rincones inesperados, ubicándose no sabe bien dónde dentro de este edificio enorme, entre el legado de los Austria y el lujo de los Borbones.
Seis microdanzas
En una pequeña sala, Federica Lamonaca y Giovanni Leone, bailarines de grandes extensiones, interpretan serenos An Echo, A Wave, de Philippe Kratz, en apenas quince minutos. La procesión sigue internándose más abajo, y en la planta menos dos, casualmente o no, en el Gabinete Musical del enorme museo, Martina Forioso traza líneas por su cuerpo que se extienden al linóleo, en el metafórico solo Active Motivation, de Elene Kekkou, para atravesarnos después en el camino con Clément Haenen (en la foto que abre esta crónica) que, en un amplio pasillo delante de un imponente Monumento de Semana Santa, baila emotivo el solo sin desplazamientos Eppur si Muove, de Francesca Lattuada, que volveremos a ver más tarde en versión femenina interpretado con precisión por la bella y expresiva bailarina de Aterballetto Arianna Ganassi, que se mueve solemne al ritmo ciertamente ceremonial de la Séptima de Beethoven, en lo alto de las escaleras principales del Instituto Italiano, donde acaba el recorrido.
En una sala vacía de las galerías reales, escondida entre tesoros borbones, emerge el fragmento de una vieja, espiritual, vitalista y nada ostentosa creación del reconocido coreógrafo francés Angelin Preljocaj: un dueto sacado de su pieza Near Life Experience (en la imagen sobre estas líneas), de hace veinte años, que en la serenidad de los cuerpos de Ivana Mastroviti y Albert Carol, parece totalmente ajena y en las antípodas de la pompa y ostentación de los tesoros reales a su alrededor.
Esta experiencia italiana de microdanzas cierra eléctrica y punzante en el vecino Palacio Abrantes, de Calle Mayor, sede del Instituto Italiano, organizador del evento. Estelle Bovay y Leonardo Farina, con fiereza e ímpetu, defienden A Gig, coreografía de Diego Tortelli, uno de los miembros fundadores de la compañía madrileña Kor’sia, que ofrece la propuesta más chic, desenfadada y atrevida de todo este curioso y atractivo recorrido, que nos permitió ver esta vez fragmentada y con lupa a la célebre compañía italiana, que mañana vuelve a habitar estos mismos espacios, mostrándose como nunca la habíamos imaginado.