DEDICADO A LAS WILLIS
Plaza & Janés acaba de publicar la novela ‘La danza de París’, en la que María López Villarquide monta un thriller entre la realidad y la ficción alrededor del ballet ‘Giselle’. Hablamos con ella…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 20 de mayo de 2024
“El cuerpo sin vida de un hombre se mecía lentamente a orillas del Sena con la suavidad y el ritmo de una mazurca rusa…”. Parece el inicio de un thriller y es lo que en realidad es La danza de Paris, la nueva novela de María López Villarquide (A Coruña, 1982) que acaba de ser publicada por Plaza & Janés. Pero el hecho de que la historia –un 60% de verdad y un 40% de ficción, según su autora- se sostenga sobre una intriga que conecta el estreno de Giselle en el París de 1841 con el misterio de unos asesinatos que terminan desvelándose en un cuadro de Degás, le distancian de Agatha Christie y la convierten en un fascinante thriller de ballet. Eso sí, un relato tan siniestro como el mundo de las willis, espectros a quienes aparece dedicado el libro, aunque tampoco terrorífico como la película Cisne negro.
“Mis editores querían que fuese más cisne negro y puede que metiera un poco de tensión, pero se trataba más del imaginario de un libreto, el de Giselle con sus fantasmas, que en la novela no es más que una metáfora del miedo de un hombre a las mujeres. No quería retratar rivalidades entre bailarinas sino cómo era aquel París”, nos confiesa la escritora que al fin descubrió que se puede seguir estando y perteneciendo al mundo de la danza, aunque dejara de bailar tras pasar de los ocho a los 21 años estudiando ballet.
“No me arrepiento de haberlo dejado porque tengo otras cosas, pero lo echo mucho de menos. Yo sigo viendo a los bailarines como seres superiores, no lo puedo evitar. Viví en Suiza tres años y tuve oportunidad de ver un ensayo en el Ballet Béjart Lausanne, y solo de estar allí, me salieron agujetas de la tensión que me producía verlos crear”.
Reconoce que uno de los detonantes para escribir La danza de París se lo dio el English National Ballet. “Trajeron a Madrid la versión de Giselle, de Akram Khan, y yo me la perdí, así que la compré en DVD y quede sorprendida. Nunca me hubiese podido imaginar esa historia desarrollada en una fábrica abordando un relato sobre la inmigración”.
Personajes reales en la ficción
El atrevimiento, licencias y libertades del coreógrafo inglés permitieron que la escritora gallega, residenciada en Madrid, se tomara las suyas, así que urdió una trama de asesinatos, algo que parece más en sintonía con ella, que escribió su tesis doctoral en Documentación y Análisis Cinematográfico sobre lo siniestro en el cine de Roman Polanski.
Los protagonistas, todos reales, viven en estas páginas la ficción de la autora. Théophile Gautier, escritor del libreto de Giselle, es uno de los vértices de un triángulo amoroso que lo hace debatirse entre la diva Carlotta Grisi, la que estrenó su gran ballet romántico, y la hermana menor de ésta, que se entromete en esa relación. Años más tarde, el crítico, que también era escritor y pintor, y la diva, serán clave en unos asesinatos, que terminan resolviéndose gracias a un cuadro de Degás, famoso por sus pinturas de bailarinas.
Si como tantos en este mundo, un hipotético lector es fanático de Giselle, aquí le contarán pormenores reales de cómo fue aquella creación. Si a cambio, gusta de la pintura, encontrará el ámbito en que Degás hizo sus célebres obras. Los amantes del ballet tendrán un gran entretenimiento con muchas referencias reconocibles, los apasionados de París revivirán una de las épocas más efervescentes del arte en la capital francesa y los fans del thriller de misterio, tendrán cadáveres flotando en el Sena. Y todos tan contentos.
“Lo escribí por pasión”, confiesa la novelista, “me fui con una beca a París a documentarme, y me lo pasé muy bien en los archivos de la Ópera Garnier investigando. Me metí de lleno en Giselle y sus orígenes, también en el mundo de Degás”.
María López Villarquide, experta en Análisis Cinematográgfico y Licenciada en Teoría de la Literatura, lógicamente ve perfectamente su novela, la tercera después La catedrática y La juglaresa, convertida en un emocionante filme. “Claro que veo una película. Todo novelista tiene esa aspiración. No lo podemos evitar”, concluye.
*En la foto que abre esta entrevista: el cuadro 'La huega de bailarinas' de Nicolas van der Waay.