ISREAL GALVÁN: “ME GUSTA COGER LOS BRAZOS DE PINA BAUSCH Y PONERLE EL CUERPO DE FARRUCO”
El bailaor sevillano ha creado junto a la directora teatral Natalia Menéndez ‘DREAM’, que se estrena esta noche en el Teatro Español. Nos lo han contado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_VANESSA RÁBADE
Madrid, 17 de mayo de 2024
La palabra “madre” es anagrama de “dream” (sueño, en inglés). Desde esta coincidencia, el creador y bailaor Israel Galván y la conocida directora teatral Natalia Menéndez urdieron su primera y excepcional aventura juntos, que se materializa en DREAM, espectáculo que esta tarde subirá el telón en el Teatro Español de Madrid, donde permanecerá hasta el próximo 26 de mayo. Se trata de una personalísima revisión de las relaciones materno-filiales, que no se hace desde una narrativa convencional y que, en sí misma, no es teatro, danza ni flamenco sino una amalgama de todas estas disciplinas.
“Siempre bailo la música”, reflexiona Galván. “La experiencia de bailar las palabras es completamente nueva para mí. Yo me muevo bien y me siento cómodo en un festival flamenco, pero respetar las reglas del teatro conlleva una nueva responsabilidad y tener a Natalia en la dirección me ha quitado presión”.
Ambos creadores han concebido DREAM como un rito, una ceremonia en la que un hijo huye de una madre, que es atenta y violenta a un tiempo. Pero no hay dos intérpretes sino que los dos habitan el cuerpo de Galván, al tiempo que la voz de la abogada Paquita Cobos Gil da coherencia al todo y extrapola el conflicto desde los tiempos de la tragedia griega, recordando a madres muy singulares de la antigüedad: Medea, Hécuba o Clitemnestra y sus instintos animales que las llevaron a tomar decisiones difíciles y dolorosas respecto a sus hijos.
“Los juicios siempre tienen un poco de teatro. Poner la voz de una abogada real tiene que ver con la defensa, la voz de una mujer que tiene que emplear un tono determinado en un juicio cuando le toca defender a una Medea que ha matado a sus hijos”, justifica el bailaor sevillano.
Madre abismal
“Una madre es un ser abismal”, interviene Natalia Menéndez (en la foto con el bailaor). “Israel me iba ofreciendo ideas, siempre con mucho respeto, y eso hacía que yo pensara en aspectos que ni se me habían ocurrido. A él le venía una imagen y allí estaba yo para apoyarla y ponerla en contexto. Al final, creo que él se sentía cómodo en esta nueva situación tan fuera de su lugar habitual”.
El tema disparó en el coreógrafo reflexiones muy personales sobre su relación con su progenitora y sobre los roles en el flamenco. “Mi madre bailaba estando embarazada de mí, y yo creo que esto crea un vínculo y un conflicto”, asegura. “El flamenco tiene muy separado lo que hace él y lo que hace ella, y yo siempre he querido robar a las mujeres lo que tienen en el escenario. En esta obra sucede que al representar madre e hijo, mentalmente bailo como mujer, y al final soy un poco como Anthony Perkins, en Psicosis. Lo que no queríamos es que se viese muy claro cuando soy hijo, soy madre o animal”.
Pero hay que decir que no es del todo nueva la dualidad escénica que le exige a Galván esta creación. Ya ha explorado lo femenino en algunos de sus solos recientes como su adaptación de El amor brujo, a la que se suma ahora a La consagración de la primavera, que volverá a traerle a Madrid, cuando se estrene en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque los días 7 y 8 de junio próximos.
“Israel en DREAM se mete en lugares donde le toca ser madre, ser hijo, un feto o una mujer celosa de su vástago, y va pasando por su cuerpo los distintos episodios de esta relación”, asegura Natalia Menéndez. “A mí es que me gusta crear criaturas”, replica él. “Me gusta coger los brazos de Pina Bausch y ponerle el cuerpo de Farruco. Siempre ando cazando monstruos que me digan tira por aquí o tira por allá”, concluye.