EL CUERPO ELEVADO DE PAULA QUINTANA
La artista tinerfeña llega este fin de semana a Madrid con las dos primeras partes de su trilogía que venera la sabiduría del cuerpo. De este y otros proyectos hablamos con ella…
Texto_JUDIT GALLART Foto_JAVIER PINO
Madrid, 16 de mayo de 2024
La artista tinerfeña Paula Quintana llega este fin de semana a Madrid con las dos primeras partes de su trilogía sobre la elevación de los cuerpos compuesta por Las Alegrías (2019, en la foto), La Carne (2020) y El Huerto (2023), en la que se explora la sabiduría del cuerpo para situarlo como un lugar de reflexión, revolución y transformación. “Empecé a crear sin pensar en una trilogía que terminó surgiendo de manera muy orgánica” rememora la coreógrafa y bailarina. “El proceso de creación de la primera fue tan enriquecedor que nos dimos cuenta que de ahí salía material para más de una pieza. Y cuando ya la estábamos terminando teníamos en la cabeza cómo poder continuar con el trabajo que habíamos sacado y llevarla a un sitio muy opuesto” afirma Quintana, a la que este año se le ha encargado la tarea de coreografiar la gala de los Premios Max fechada para el 1 de julio en el Auditorio de Tenerife.
Las alegrías, primera parte del tríptico, que tiene conexiones al flamenco y obtuvo hasta cuatro nominaciones a los Premios Max, podrá disfrutarse el domingo 19 de mayo en la Sala Verde de los Teatros del Canal, en el marco del Festival Madrid en Danza ahora en curso, mientras que La carne, la segunda, será presentada mañana en el Centro Cultural Eduardo Úrculo como parte del programa 21 Distritos. “Las dos piezas versan sobre el renacer y el empoderamiento, planteando el cuerpo no solo como un espacio desde el que accionar, sino también desde el que pensar. Pero son absolutamente opuestas, estéticamente no tienen nada que ver. Las Alegrías es un solo lento e hipnótico, y en La Carne hay un montón de gente bailando música tecno, con texto”.
Guateque y otros bailes
Después de esta doble presentación en Madrid, la tinerfeña volverá a zambullirse en Guateque, el proyecto que viene realizando junto a la médica Marta Gómez y la socióloga Malena Burghardt, con el que buscan desarrollar el potencial colaborativo entre las artes vivas, la medicina y la sociología para abordar una problemática tan presente en la sociedad española como es la soledad no deseada. En nuestro país, el 13.4% de las personas se encuentra en esta situación, de las cuales el 43% son personas mayores, mientras que un 21,9% recae en los jóvenes de entre 16 y 24 años. No le es ajena a Paula Quintana esta interacción con profesionales de otros campos no artísticos. De hecho, El huerto, la pieza con la que cerró su trilogía de los cuerpos elevados se gestó en el ámbito científico.
“En Guateque buscamos aunar las tres disciplinas para intentar dar respuestas más innovadoras a este tipo de desafíos haciendo una investigación desde el cuerpo en la que participan adolescentes y mayores de 65 años. Se están haciendo talleres durante un mes y el resultado lo vamos a compartir con un guateque, una fiesta en la que se expongan los resultados de esta investigación. Habrá baile, actuaciones, charlas de expertos y debates con el público y las personas que han estado participando en los talleres”. Guateque, que forma parte del programa de innovación cultural del Gobierno de Canarias SINAPSIS, culminará con un evento público que ya ha sido programado para el 9 de junio en el Teatro Leal (Tenerife).
Y es que es en su isla natal donde más actividad está teniendo Quintana. Hace unos días, en el santacrucero Espacio La Granja, fueron abiertos al público los avances de otro proyecto en el que está involucrada: Materia Leve, una propuesta dirigida por el dramaturgo murciano Luisma Soriano en la que teatro y danza dialogan a través de los cuerpos de Mariló Molina y la propia Quintana. “Hacer muestras abiertas al público me parece fundamental porque, cuando son creaciones contemporáneas, que no partes de piezas que ya existen, creo que ir confrontando los avances con el público es algo necesario para ir viendo qué funciona y qué no”.
No le faltan proyectos a la que el año pasado fuera la coreógrafa del Eaea, la canción de Blanca Paloma que nos representó en Eurovisión, pero todos ellos parecen estar atravesados por dos elementos cruciales: la mezcla de disciplinas y el reconocimiento del cuerpo. “A mí lo que me atrae es el trabajo entre disciplinas, llevar el cuerpo no solamente a lo puramente artístico y cultural, es realmente lo que más me gusta, pero yo defiendo mucho que el cuerpo es sabio, que hay que volver al cuerpo, que hay que ir más allá de la danza. Por eso me interesa mucho trabajar también con gente que no venga de la danza, para ver cómo otros cuerpos hacen esto, no solo los bailarines”, concluye.
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