EL VESTIDO DEL BAILARÍN
El Festival Dansa València presenta mañana ‘Hacia un sol negro’, cruce de contemporáneo, baile de salón y danza urbana ideado y bailado por Joaquín Collado. Refelxiona sobre la pieza Jordi Sora…
Texto_JORDI SORA i DOMENJÓ Foto_JAVIER PINO
Barcelona, 19 de abril de 2024
No es una, sino varias las vidas que tenemos. Al menos si las circunstancias nos lo permiten y la curiosidad nos empuja suficientemente. Más o menos como la experiencia del movimiento que ha atravesado al artista albaceteño Joaquín Collado, instalado en los últimos tiempos entre Valencia y Barcelona: desde el baile de salón deportivo a la danza urbana y la contemporánea. Defiende la transversalidad para entender el gesto coreográfico, prácticas que conjuga con una formación académica ecléctica y la conexión con otras miradas sobre el cuerpo, como por ejemplo el yoga mysore.
Y es desde ese juego de alteridades que propone su reciente creación Hacia un sol negro, estrenada en el Mercat de les Flors, dentro de Dansa Metropolitana, la quincena anual de Barcelona celebrada en marzo, y que llega mañana al Festival Dansa València, en la Sala La Mutant.
Pero que nadie se lleve a engaño: no es un acto de añoranza o melancolía lo que produce en su solo; sino una nueva performatividad a partir de la imaginación. Y en ese punto, los diversos materiales textiles y ropas esparcidas por el escenario, seleccionadas por Carmen Triñanes, son el instrumento eficaz para que el artista pueda desarrollar una nueva relación consigo mismo. Al fin y al cabo, todo nuestro pasado nos dibuja, se instala en la memoria dura de nuestra existencia; pero no es posible volverlo a revivir si no es desde el recuerdo, que no es otra cosa que la fantasía de la verdad. Y es justo ahí en donde la nueva creación de Joaquín Collado se libera de su propio argumento, para desarrollar una hora de ensoñación visual, gestual y de movimiento.
En la pieza, todo se sitúa en la frontera, como el mismo intérprete explica, para así poder movilizar las categorías clásicas del cuerpo: lo masculino y femenino, lo humano y lo animal... todo desarrollado en un contexto musical y de sonoridades, obra de Bastien Raute, que acentúa la sensación de presencia difuminada: bases y ritmos de bailes de salón, alterados.
Hacia un sol negro es un engaño a los sentidos, como lo era el vestido que en aquel cuento, el emperador nunca entendió que le dejaba desnudo frente a los demás. Aun cuando se enfunda en muchos de ellos, con evidente dificultad en su ejecución por la manera como se viste y desviste, siempre surge de su interior una intención imperturbable: la danza como práctica infinita de expresividad, alejada del virtuosismo y la técnica. Justo el punto del espectáculo en el cual se encuentran aquellas múltiples vidas que le acompañan.
Porque no hay duda de que la fisicalidad de la que Collado hace gala está relacionada con su aproximación a la competición deportiva; como tampoco lo es que en sus recientes creaciones trate de domar aquel impulso para retenerlo en una dramaturgia suficiente como para contenerlo, pero que a la vez pueda expresarse como movimiento salvaje e indisciplinado. De manera que en esta creación se ha dulcificado el gesto, mostrando una línea algo más sofisticada; mientras se oyen las voces del ímpetu de este magnífico creador, que resuenan escondidas en los tejidos que todo lo transparentan.