LALI AYGUADÉ Y MARIO BERMÚDEZ TRIUNFAN EN LOS MAX
Vanesa Aibar, Laura Clos y Pascal Gaigne también galardonados en la gala, rutinaria y sin mucho brillo, celebrada anoche en el Gran Teatro Falla, de Cádiz. Te contamos toda la danza…
Texto_OMAR KHAN
Madrid, 18 de abril de 2023
La danza contemporánea, y no tanto el flamenco como suele ser usual, reclamó el protagonismo dancístico anoche en la Gala de los Max de las Artes Escénicas, celebrada este año en el Gran Teatro Falla, de Cádiz, y retransmitida en directo por La2. Runa, ese dueto retro y nostálgico ideado por la creadora catalana Lali Ayguadé (en la foto inferior), fue la única coreografía que consiguió llevarse más de un galardón, haciéndose con el de Mejor Coreografía y el de Mejor Intérprete Femenina de Danza para su autora.
Mario Bermúdez (en la foto superior) director de Marcat Dance, de Jaén, visiblemente emocionado, recibió el premio al Mejor Intérprete de Danza, donde competía con Israel Galván, por su ya muy premiada coreografía El bosque, que le reconoce ésta vez como el bailarín insólito que es, mientras que Vanesa Aibar, visiblemente sorprendida, subió a recibir el galardón al Mejor Espectáculo de Danza por su creación de nuevo flamenco La Reina Metálica.
Más premios para la danza
Frecuente y lamentablemente en los Max, la danza no suele brillar demasiado en categorías no específicas de la disciplina, por lo que es de celebrar este año los galardones otorgados a Laura Clos «Closca», más conocida como escenógrafa, que se llevaba el Max a la Mejor Iluminación por poner esos tonos claroscuros a los perseguidos de la Guerra Civil, en Rojos, del coreógrafo catalán Miquel Barcelona, y al músico Pascal Gaigne, que se llevó la manzana por la Mejor Composición para Espectáculo Escénico, por Eta orain zer? ¿Y ahora qué?, la producción con la que Jon Maya celebra los 20 años de andadura de su compañía vasca Kukai Dantza.
Lo que sigue siendo una asignatura pendiente de los Max con la danza, es la selección de nominados. Cada año, encontramos omisiones alarmantes por obvias, que terminan alejando a los premios de ser un reflejo auténtico de la realidad de la danza escénica nacional del año. Por lo demás, la gala no consiguió ceñirse a las dos horas que se había propuesto pese a la amenaza explícita de poner un ventilador sobre la cabeza del premiado que se excediera más de un minuto en sus agradecimientos.
Un poco larga y rutinaria, nada reivindicativa y bastante complaciente, la gala, cómodamente instalada, eso sí, en el Gran Teatro Falla, careció de esos grandes momentos emotivos que se esperan en estos eventos, destacando probablemente la entrega del Max honorífico a Tricicle, en su retirada tras cuarenta años de escenario, y el homenaje a los legendarios Títeres de Tía Norica, de Cádiz, donde se escuchó la gloriosa frase “No me quiero poner trágico pero hay que darle más valor al arte coreográfico”.
Echándole humor, Juan José Solana, presidente de la SGAE, institución que organiza estos premios, no dejó de mencionar y celebrar en su intervención la aparición este año de los Premios Talía, de la Academia de Artes Escénicas, que suponen una competencia frontal a los Max.
