ALEXEI RATMANSKY: “NO PUEDES CONDENAR A COMPOSITORES
DEL PASADO POR LO QUE RUSIA HACE HOY”
Mañana la CND bailará una obra suya y el sábado en el Festival de Peralada, el Ballet de Múnich, otra. De guerra y danza hablamos con él…
Texto_OMAR KHAN Fotos_C. QUEZADA / ALBA MURIEL
Madrid, 06 de junio de 2022
Mañana, en el Teatro de La Zarzuela de Madrid, la Compañía Nacional de Danza (CND) estará reponiendo Concert DESCH, coreografía festiva sobre música del compositor ruso Shostakovich, que la agrupación que dirige Joaquín de Luz había estrenado en plena crisis sanitaria en 2020. El próximo sábado 09 de julio, el Ballet de Múnich (Bayerische Staatsoper) estará dejando inaugurado el Festival Castell de Peralada, en Cataluña, con la sorprendente Pictures at exhibit, a partir de la célebre partitura de Mussorgski y con apoyo visual en acuarelas de Vasily Kandinsky, ambos artistas rusos. Pero es que además coincide que las dos coreografías proceden de la sensibilidad de otro ruso (anclado en Nueva York): el reconocido creador Alexei Ratmansky, celebrado por su capacidad para crear obras contemporáneas a partir de los estrictos preceptos de la escuela (rusa) de ballet.
En otro momento, esta concentración de arte y artistas rusos en nuestros escenarios pasaría inadvertida o quizá hasta sería celebrada. Hoy no tanto. Ratmansky lo sabe y el asunto le preocupa. “Personalmente estoy muy confuso porque mi identidad y referencias como artista están en el arte y el ballet rusos. Es lo que soy y es lo que hago, pero se me hace difícil ahora. Tengo que reencontrarme e intentar reconectar fuera de este momento tan complicado que me tiene en discordia”, se lamentaba ayer en Madrid refiriéndose al recrudecido conflicto bélico entre su Rusia natal y Ucrania, país éste último donde él mismo se formó. “No puedes ser indiferente, seguir creando y hacer como que no está pasando nada. Están pasando cosas muy graves. Pero por otro lado, ignorar el arte y vetarlo puede llegar a deshumanizar. La obra artística puede ser sangrante, irónica, provocativa o divertida pero en el fondo, siempre estará hablando de nuestra condición humana”.
En la rueda de prensa celebrada ayer por la CND en Madrid, una periodista quiso saber si mantener activas sus piezas hechas a partir de compositores rusos podría interpretarse como una invitación al diálogo y la reconciliación pacífica. Y parece que no. Sus convicciones sobre lo que ocurre demostraron ser férreas y combativas.
“Creo que el arte es capaz de sanar el dolor pero algunas veces eso solo es posible si estás creándolo en una zona de confort y no escuchando las sirenas y el ruido de guerra mientras ensayas. El punto no es artístico, es una cuestión de vida o muerte. Lo que se necesita son armas y defensa, y eso no lo podemos dar los artistas. A nosotros nos queda hacer lo que podemos. Montar la Giselle que estrenaré en Ámsterdam y llevaré a Londres con bailarines ucranianos, organizar galas, apoyar bailarines, recolectar ayudas. Así que en este momento siento que la realidad no puede ser simplificada con la idea de que el arte cura”.
Dejar el Bolshói
Un gesto que dignificó a Ratmansky nada más empezar la invasión rusa a Ucrania fue abandonar el montaje de The Art of The Fugue, que estaba ensayando como coreógrafo invitado en el mismo Ballet Bolshói moscovita que años antes había dirigido. Los titulares internacionales anunciando la noticia, la destacaron con una declaración suya elocuente: “No volveré a Rusia mientras Putin siga gobernando”.
No tenía ni idea de la relevancia como símbolo que iba a tener la bandera ucraniana cuando montó para el Ballet de Múnich Pictures at Exhibition, en 2014. Él planteó la obra como una trayecto lúdico por diferentes partes del mundo y en esa travesía pasaba por Ucrania donde, a la manera de Kandinsky, aparecía la bandera (en la foto que abre esta información). El sábado próximo, en Peralada, esa escena inevitablemente tendrá lecturas y generará emociones que antes no.
“Es una pieza que hice cuando nada de esto había ocurrido, a partir de la composición Los cuadros de una exposición, de Modesto Mussorgsky, que es un músico ruso y ahora… ¿qué puedo hacer? ¿Cancelarla, pedir que no se baile más? Emocionalmente es lo que me gustaría pero necesito estar en paz con mi mente y me repito siempre lo mismo: no puedes condenar esta música y cargarle a estos compositores del pasado la responsabilidad de lo que hoy está haciendo el gobierno ruso. Así que no cancelo ni modifico nada de lo que ya está hecho”.
En cambio Concert DESCH (en la foto sobre estas líneas), que desde mañana y hasta el 17 de julio bailará la CND en La Zarzuela, surgió en 2008 de otras motivaciones y es ejemplar de sus modos escénicos. “Fue creada con la energía de Nueva York. Vengo de la escuela rusa pero quise que aquí tuviera un tratamiento totalmente diferente. Fue el segundo ballet que creé para el New York City Ballet y tomé inspiración en Balanchine, un inmigrante ruso como yo, que cogió el clásico y le inyectó la energía y el dinamismo que tiene esta ciudad. Me inspiré para hacerla en los bailarines de la compañía entonces [Joaquín de Luz, que la bailará de nuevo los días 9, 15 y 16, entre ellos], porque eran capaces de ser muy veloces pero sin perder la precisión y rigor de la técnica clásica”.
El programa que presenta la CND se completa con Grosse Fugue, de Hans Van Manen, y Polyphonia, de Christopher Wheeldon. En su segunda noche de actuaciones, el Ballet de Múnich presentará en el Festival Castell de Peralada, además de la pieza de Ratmansky, las creaciones Affair of the Heart, de David Dawson, y el segmento Rubíes, de la explosiva trilogía Jewels, de Balanchine.
