IRATXE ANSA VUELVE A TRIUNFAR EN LOS MAX
Jesús Carmona y Lucía Lacarra también fueron galardonados en la ceremonia celebrada anoche en Menorca y retransmitida por La2. Te contamos toda la danza de los Max 2022…
Texto_ALBA ANZOLA Foto_DANILO MORONI & JUAN CARLOS TOLEDO
Madrid, 07 de junio de 2022
Por segundo año consecutivo la bailarina y coreógrafa vasca Iratxe Ansa volvió a llevarse a casa un Premio Max, ésta vez compartido con Igor Bacovich, con quien coreografió CreAcción (en la foto) para su compañía madrileña Metamorphosis Dance en coproducción con el Museo Universidad de Navarra. La pieza, que se verá la próxima temporada en Teatros del Canal, se hizo con el Premio a Mejor Coreografía, y también con el de Mejor iluminación para Nicolás Fischtel, en la vigésimo quinta gala de las artes escénicas organizada por SGAE, celebrada anoche en el Teatro Principal de Maó, en Menorca.
En dos ocasiones también subió al escenario el bailaor catalán Jesús Carmona, quien fue galardonado como Mejor Intérprete Masculino de Danza y Mejor Espectáculo de Danza para su unipersonal Baile de bestias, mientras que la veterana bailarina, también vasca, Lucía Lacarra, varias veces nominada a estos premios, consiguió finalmente la estatuilla a la Mejor Intérprete Femenina de Danza por el espectáculo In the Still of the Night, ideado por su pareja escénica y sentimental Matthew Golding. El otro galardón para la danza de la noche recayó en Ana Garay, por el vestuario de Rebelión, adaptación flamenca para público familiar de Rebelión en la granja, de Orwell, por la compañía valenciana Marea Danza.
A Iratxe Ansa y Jesús Carmona les unen galas y premios. Juntos se llevaron, en 2020, el Premio Nacional de Danza, respectivamente en sus dos modalidades. El año pasado, ella se hizo con el Max a la Mejor Intérprete Femenina de Danza y él con el prestigioso Benois de la Danse, y ahora vuelve a coincidir que triunfan juntos en una misma noche.
Como suele ocurrir, no estaban nominadas todas las producciones y creadores de la danza que lo merecían, en un año que fue coreográficamente prolífico ni hubo suficientes candidaturas ni premios en categorías compartidas no específicas de la danza, que fueron cubiertas en su mayoría por producciones teatrales.
Un poco gris
Discreta, tirando a aburrida, la gala por lo menos no tuvo salidas de tono. Discurrió plácida y sin sobresaltos, con alguna que otra alusión a la memoria histórica, a la guerra Ucrania y una más directa, reivindicando la transexualidad. A que fuera gris, contribuyó también que las estrellas más mediáticas que ganaron premios no estuvieron presentes. Ni Juan Diego Botto (muy galardonado por su obra teatral Una noche sin luna) ni Antonio Banderas (triunfó su musical Company) pudieron venir a recoger sus galardones. Ansa y Bacovich tampoco asistieron a la gala.
El teatro menorquín, el más antiguo recinto de ópera de España, lució pequeño, estrecho y poco televisivo en esta gala que tuvo como leit-motiv el Mediterráneo y fue retransmitida con notable eficacia por La2 de Televisión Española. También discretas, tirando a sosas, fueron las intervenciones artísticas, destacando muy por encima la participación de la coreógrafa balear Mar Aguiló, que diseñó una primera pieza coral impactante pero quizá demasiado oscura y tenebrosa para una gala que, inexplicablemente, renunciaba todo el rato a ser festiva. Mucho mejor en la coreografía que cerró la noche, en la que además, junto a su equipo de bailarines, brilló ella misma como solista.
Para próximas ediciones sería muy conveniente conseguir la manera de que los sobres cerrados no estén tan herméticamente sellados que haya que destrozarlos y rasgarlos por todas partes para poder acceder a la tarjeta. Los actores Clara Ingold y Josep Orfila, simpáticos conductores de la gala, sufrieron innecesarias penurias para abrirlos.
