INSTANTÁNEO
Manel Salas estrena mañana en el Mercat de les Flors 'Miratge', una coreografía que todavía no sabe de qué va. Quisimos saber cómo funciona y en primera persona nos lo ha contado…
Texto_OMAR KHAN Foto_JOAN PLANA
Madrid, 04 de febrero de 2022
Aunque estrena mañana, junto a la compositora y percusionista Núria Andorrà (en la foto), su nueva propuesta Miratge, que cierra el breve ciclo Danza y Música en Conversación que ha diseñado el Mercat de les Flors, Manel Salas Palau (Barcelona, 1980) te dirá que aún no sabe de qué va su pieza. Y seguirá siendo así hasta que se apaguen las luces y empiece la función. No es indisciplina, es composición instantánea, una práctica no exenta de riesgos, en la que ha encontrado cierta fascinación. Sus principios conectan con la libertad creativa de las vanguardias del siglo XX, con la danza posmoderna, la improvisación y la autonomía de la disciplina. No obstante, en lo personal, para él todo empezó con Michael Jackson.
Imitando al rey del pop descubrió su facilidad para comunicar y conectar con la gente. En aquellos tiempos, a inicios de los noventa, el primer paso lógico de cualquier bailarín que hubiese empezado de esta forma tan poco académica, era el hip hop. Y Manel Salas se lanzó, pero dice que pronto se sintió oprimido y atrapado en la dinámica de las batallas y empezó a husmear en otras danzas. Comenzó entonces un peregrinaje por experiencias de todo tipo. Aprendió claqué, hizo Graham y Limón, bailó con Ramón Oller primero y con Cobósmika después. También hizo mimo y acrobacias marciales. Pero, sobre todo, butoh. La danza contemporánea japonesa le introdujo la noción de que el hecho escénico no necesariamente tenía que ser preconcebido. Y esa idea de libertad se incrustó en él.
Desde hace varios años viene practicando la composición instantánea, que consiste en entrenarse para que el cuerpo utilice todas las herramientas aprendidas y archivadas en su memoria hasta ser capaz de crear al instante una composición coreográfica. Similares curiosidades por la inmediatez traía desde la música Núria Andorrà. Se conocieron hace cuatro años y unieron curiosidades.
¿Cómo se articula Miratge?
El trabajo gira en torno a estructuras metálicas físicas, que son un elemento nuevo para nosotros y nos ayudan a construir la dramaturgia. Son esculturas visuales creadas por el lutier Dani Guisado conjuntamente con Núria y conmigo que, a la vez, generan sonidos. Pero la pieza se construye al instante, en el mismo momento en que la ves.
¿Cómo es el proceso? ¿Qué hacéis en los ensayos?
Trabajamos diferentes vertientes como por ejemplo la escucha o intentar entender cuánto puede durar sin variación una propuesta de sonido o de movimiento, ser conscientes de cuándo nos pide cambiar. Fortalecemos la escucha, creamos un lenguaje conjunto en el que ni la danza ni la música estén por encima. Pero nunca hay nada fijado ni preestablecido.
¿Y desde dónde se construye?
Lo que hay es el bagaje cultural de Núria y de mi cuerpo con diez años de carrera, en el que he bailado hip hop, butoh, contemporáneo, teatro físico… pongo mis herramientas al servicio del momento. Es tu conocimiento y experiencia lo que te hace escoger una u otra forma durante la representación.
¿Es para vosotros importante que el público conozca vuestra manera de trabajar, que sepa previamente cómo se construye la obra?
Me gusta creer que no importa demasiado si el público está informado o no de nuestra manera de trabajar, prefiero llegar con la idea de que vienen a dejarse llevar y puede que se sorprendan. Me gusta tocar al público, estar en conexión con la audiencia, porque como todo se hace al instante, tú sientes la energía de la sala y a partir de allí tomas decisiones en el momento.
Después de tantas búsquedas ¿ahora cómo se ve?
Sigo sintiéndome como pez fuera del agua pero ya no me acongoja ni me asusta.
