MASDANZA SE MUDA A UNA CASA MÁS GRANDE
Natalia Medina ha dejado Maspalomas y ha instalado el festival en Las Palmas de Gran Canaria. De las razones del cambio, de los 26 años del certamen y de su visión de la danza nos ha hablado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JESÚS ROBISCO
Las Palmas, 23 de octubre de 2021
Las Palmas de Gran Canaria tiene desde esta semana un nuevo festival de danza con 25 años de experiencia. Y es que Masdanza se ha mudado. Ha dejado, tras un cuarto de siglo, su sede habitual en Maspalomas y se ha ido a la conquista de la ciudad grande. Natalia Medina, alma mater de este tradicional encuentro, hizo maletas y cogió a los niños, ese equipo fiel que le ha acompañado en esta aventura que empezó hace ya muchos años, y se ha plantado en el Teatro Pérez Galdós, el más importante e imponente de la isla para presentar la vigésimo sexta edición de su certamen coreográfico, que ha movilizado desde Corea, Israel, Barcelona o Mexico a jóvenes creadores ilusionados que todavía no saben que el premio más importante del palmarés es poder estar, compartir, ser aplaudido por ese público siempre agradecido y vivir esta experiencia a la postre más humana que artística.
Todo luce más grande ahora. Las actividades previas y paralelas se han incrementado. La sala, de mayor capacidad, ha conseguido llenarse y el público sigue con interés el certamen que desvelará en la gala de esta noche los triunfadores de sus dos secciones: solos y coreográfico. La ya tradicional gira por las demás islas del archipiélago canario se mantiene (el festival se prolonga hasta el 31 de octubre), así que la semana que viene, una selección de coreografías emprenden el tour, incluyendo la isla de La Palma, a pesar de que el volcán sigue vomitando lava. “Ahora más que nunca. En una isla agobiada donde no hay otro tema, queremos llevarles danza y que aunque sea por un rato olviden la tragedia”, asegura convencida Natalia Medina.
Veintiseis son muchos años…
Hay un espacio de tiempo muy corto en el que me doy cuenta de que esto vale la pena y es cuando veo un espectáculo que me conmueve. Entonces lo entiendo… por eso estoy aquí. Obstáculos hay muchísimos, pero soy perseverante y trabajadora, siempre digo que puedes tener talento pero si no tienes cabeza para valorarlo y hacerlo realidad no te sirve. Y hay que trabajar duro porque nadie te regala nada. Ahí es donde Masdanza tiene su fortaleza.
¿Por qué se ha mudado?
Había necesidad de cambio. Han sido 25 años en Maspalomas y necesitaba crecimiento, buscar una nueva sede y darle continuidad. En Maspalomas trabajé en un municipio bajo distintas corrientes políticas y siempre tuve libertad, pude hacer todo lo que me planteaba, pero es un ciclo que he cerrado y lo he cerrado bien. No era que venía pensando en ello, tampoco fue premeditado, pero el covid trastocó todo en nuestras vidas y en lo personal, me hizo cuestionarme y reflexionar sobre qué es lo que quería hacer. Ha sido un esfuerzo enorme y hemos conseguido mucho pero no lograba darle al proyecto la visibilidad que quería y pensé que lo que necesitaba era una estructura más grande y sólida, hacer que el equipo creciera, luchar porque la danza contemporánea fuese vista como algo serio e importante, que tuviese aquí en Las Palmas un festival tan relevante como el que ya tienen la música, la ópera o el teatro.
¿Y fue fácil? ¿Fue receptivo el Ayuntamiento?
Fue inminente. Receptividad inmediata. Me emocionó que la Concejala me dijera que llevaba tiempo esperándome, que la ciudad era muy afortunada de poder acoger el festival. Puso a mi disposición todo, nos alojó en el Teatro Pérez Galdós, que es el más importante de la ciudad y me dijo que me ocupara solamente de lo artístico porque todo lo demás corría por su cuenta. Y así ha sido.
¿También ha crecido el presupuesto?
También. Tenemos ahora una dotación acorde con el festival internacional que hoy es Masdanza, porque esto ya no es simplemente un certamen. Es un reto y una responsabilidad con la ciudad. Ahora tengo la posibilidad de retomar sueños que ya pensaba que no sería posible llevar a cabo. Tengo libertad artística para hacer programas más ambiciosos y programar más allá del certamen, poder traer a Las Palmas creadores procedentes de todo el mundo. Pero tampoco pierdo el norte. No me olvido ni me desvío del objetivo del festival que es impulsar y dar visibilidad al trabajo de creadores jóvenes. Este no va a ser nunca un festival de compañías grandes, estables y célebres.
En Maspalomas hizo un tenaz trabajo social… ¿proseguirá en Las Palmas?
Es que yo veo la danza como una herramienta social y es importante conectar con distintos colectivos, es gente que también tiene derecho a la cultura, a ir a un teatro. Me gustaría generar identidad, que la ciudad acoja este festival como algo suyo, que no sea solamente atraerlos al teatro sino llevarles danza a todas partes, a los barrios, a los espacios públicos…
¿Y su compañía?
Allí está… Vanessa Medina y Ángeles Padilla la están llevando. Han estado trabajando en PetitDanza, un espectáculo para público familiar que estará presentándose en el Teatro Cuyás con funciones escolares del 15 al 20 de noviembre. También tengo la idea de trabajar con coreógrafos invitados. Javier Guerrero lleva años queriendo colaborar y es posible que se encargue de una nueva producción.
Una compañía con siete bailarines es enorme en estos tiempos…
Yo creo que el público debe ver compañías potentes, ver danza con muchos bailarines porque desde la crisis de 2018 se ha impuesto que lo usual es hacer solos y duetos, pero pese a las dificultades hay que recuperar la práctica de producciones más grandes, en la que baile mucha gente, que la danza se vea en su esplendor.
¿Contenta?
A veces me despierto y creo que es un sueño. Pienso en mi equipo, que son los que me aguantan, los que están en lo bueno y en lo malo… y creo sinceramente que nos lo merecemos. Es un momento difícil para la danza en todo el mundo y aquí estamos con un festival internacional en el que se han programado 39 espectáculos.
