RAVE EN LA FUNDICIÓN
Mañana, en función única y gratuita, se presenta en Bilbao el documental Si c’était de l’amour, inspirado en Crowd, de Gisèle Vienne. Patric Chiha, el director, nos lo cuenta…
Texto_BEGOÑA DONAT
Madrid, 9 de marzo de 2021
Con entrada libre hasta completar el aforo [reducido por la covid], La Fundición, de Bilbao, estará proyectando mañana 10 de marzo a las 18.30, el documental Si c’était de l’amour (Si fuera amor), del realizador austríaco Patric Chiha, que recoge la gira de la exitosa Crowd (2017), alucinante coreografía de la creadora francesa Gisèle Vienne, que se presentó en el Teatro Central sevillano en primavera de 2019 y pasó fugazmente por Matadero, en Madrid, aunque perdió varias funciones programadas en otros espacios españoles por culpa de la pandemia. No es el espectáculo, que reproduce una alucinante rave con quince jóvenes en un descampado bailando a cámara lenta corporal, pero va más allá del mero testimonio de una gira en una película documental.
El cineasta vienés y la coreógrafa francesa se conocen desde el instituto, donde coincidieron a los 16 años. Su amistad se cimentó en confidencias, referentes culturales y experiencias lúdicas en discotecas. En opinión del director, sus creaciones comparten “bosques austríacos, una violencia más o menos aletargada, clubes, Robert Walser y la emoción como eje central, pero también un misterio total”. Se admiran mutuamente, pero nunca antes habían pensado en colaborar.
Hasta que llegó Crowd, la pieza de la bailarina sobre la escena rave de los noventa, que fue un éxito allí donde se presentó. “Es una obra que cuestiona de manera magnífica el acto de festejar el amor y cómo nuestras emociones transforman nuestra percepción del tiempo”, se admiraba el realizador en febrero del año pasado durante la última Berlinale, que acogió en su sección Panorama la puesta de largo de su documental Si c’était de l’amour, una exploración del deseo a partir de la famosa obra creada por Vienne en 2017.
“No es una película sobre el espectáculo, sino una ensoñación. Crowd es muy rica, muy misteriosa, y pensé que había espacio para pasearse dentro”, ha valorado el cineasta, a quien sorprendió, para bien, la mirada atrás que la coreógrafa hacia de sus años de juventud, en los que descubrió la música techno en la noche berlinesa.
A cámara lenta
El director de cine asistió al estreno de la obra en el Festival de Otoño de París en primera fila. Desde su posición, muy próxima al escenario, le resultaba imposible apreciar la totalidad del conjunto, así que fue “editándola a su manera”.
Chiha prestaba atención a unas escenas y perdía de vista otras, seguía la travesía existencial de unos intérpretes y dejaba en segundo plano la del resto del cuerpo de baile. “Y así es, precisamente, cómo funciona este trabajo coreográfico, vas del grupo a las historias individuales”.
Si c’était de l’amour despliega la belleza del baile por momentos convulso y por momentos a cámara lenta de los 15 jóvenes intérpretes que están de gira con la obra de Vienne. En su periplo de teatro en teatro, sus relaciones se estrechan, y la intimidad se entremezcla con la extrañeza. El realizador arroja una pregunta al espectador: ¿está contaminando la obra a su elenco o es más bien al contrario?
“Más allá de lo evidente, de la ralentización, de las sacudidas y la repetición de los movimientos, es una pieza de montaje y de primeros planos, que son, precisamente, las dos bases del cine: aproximar la emoción y editar de manera que asocies ideas”, ha destacado Chiha.
Su cámara curiosea en los ensayos de la obra, para luego colarse en los camerinos, donde las conversaciones entre los bailarines nos dan las claves sobre las biografías que Gisèle facilitó a cada uno para construir la psicología de sus personajes.
Realidad y ficción se amalgaman. “Es una película sobre el arte y la vida, sobre explicar al otro, sobre el alma... He tenido en mente a Henry James por el misterio que rodea a la pieza, y porque hablamos de algo innombrable”, considera el austríaco.
El espectador se pierde en las historias, hasta el punto de no saber dónde empieza el intérprete y dónde la vida inventada que se le ha asignado.
“La danza puede ser muy fértil y hermosa en el cine, porque no dice, mientras que en las películas se habla mucho y se verbalizan las emociones”, aprecia el realizador.
Chiha deja la lectura del título en manos de la audiencia. Prevé que habrá quienes lo asocien al deseo, mientras que otros lo ligarán a la amistad, al sexo, a la danza o al compromiso profundo con el oficio.
La Berlinale destacó en su momento “la intensidad visual y emocional” de una película que vuelve a explorar, como en propuestas precedentes del autor, “la alienación, la híper sensualidad, la violencia emocional, la ternura humana y el desempeño de la sexualidad queer”. De hecho, el filme se alzó con el premio Teddy, reservado a las películas LGTBI, al mejor documental.