ESTRELLAS NAVIDEÑAS
Brillaron estrellas anoche en Murcia. José Carlos Martínez presentó su Gala de Navidad, que contó con Lucía Lacarra y los dos premios nacionales 2020: Jesús Carmona e Iratxe Ansa, entre otros. Lee más...
Texto_OMAR KHAN Fotos_JESÚS VALLINAS
Murcia, 28 de diciembre de 2020
José Carlos Martínez, artista murciano que fuera estrella de la Ópera de París, director de la Compañía Nacional de Danza y Premio Nacional de Danza 1999, ha organizado una vez más su Gran Gala de Navidad que, con las consabidas restricciones de aforo y medidas de seguridad, brilló anoche (con función adicional hoy) en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia. El programa, ecléctico y variado, ofreció once miniaturas que abarcaron algunos insignes e históricos pasos a dos del repertorio académico y coreografías contemporáneas de nueva creación, bailadas todas con solvencia y acierto por un destacado grupo de intérpretes –casi todos nacionales- que reunía en el mismo escenario a estrellas del calibre de Lucía Lacarra y a los dos Premios Nacionales de Danza 2020: los bailarines y coreógrafos Iratxe Ansa y Jesús Carmona.
Lucía Lacarra, bailarina de insólitas extensiones y líneas perfectas, presentó Snow Storm (en la foto superior), un segmento de Fordlandia, su nueva creación junto al bailarín canadiense Mattew Golding, que se verá al completo en Teatros del Canal del 5 al 10 de enero próximos. Inspirada en Pushkin, esta coreografía firmada por Yuri Possokhov y el mismo Golding, responsable de la película de fondo, relata la agonía de un soldado perdido en la nieve que sueña con reencontrarse con su amada. El lirismo dramático de la propuesta, con ese incesante nevar en el bosque de fondo, encaja en la sensibilidad de la veterana bailarina vasca que, en plena madurez, sigue teniendo un cuerpo de enorme plasticidad y siendo dueña de una profunda emotividad.
Moviéndose en un terreno híbrido, en un lenguaje que es claro heredero del flamenco pero personalizado con aires de ballet neoclásico y libertad contemporánea, Jesús Carmona demostró anoche por qué se hizo merecedor del Premio Nacional de Danza este año. Presentó dos solos de su autoría: Inverso y Opuesto, destacando el primero por el poderío, esa sensualidad masculina y esa búsqueda de la perfección en el movimiento que alcanza por momentos gran velocidad y le permiten lucirse en esos incesantes giros de asombrosa agilidad y precisión.
Pas de deux
Del Concierto de Violín de Philip Glass renuncian a su impronta minimalista, pero aprovechan ampliamente sus melancólicas notas para crear atmósfera y mostrar la tensión entre una pareja que no pasa un buen momento. Menos abstracta de lo que parece, se presentó Entangled, un dueto creado y bailado por Iratxe Ansa e Igor Bacovich, líderes de la Compañía Metamorphosis, que desde la belleza formal despliegan una coreografía oscura y triste sobre las tensiones entre dos. A la emotividad también recurren en su segunda intervención de la noche, Seda, en la que se establece un contrapunto y una complicidad entre María Berasarte, cantando en directo Tú, mi delirio, una sentida declaración de amor, y la danza fluida de Ansa, bailarina con notables recursos histriónicos.
El resto del programa estuvo dedicado a grandes pasos a dos del repertorio, verdaderos retos técnicos para cualquier bailarín clásico. Porque difícil resulta resolver con pericia y gracia las complejidades del pas de deux en títulos como Corsario, Giselle, Cascanueces o Quijote. La frescura juvenil y apariencia de inocencia de Clara del Cerro y Reo Morikawa parecen encajar a la perfección con los aires festivos del Festival de las Flores en Genzano, de Bournonville, pero son su principal handicap para Corsario, donde parecen quizá demasiado infantiles, aunque lucieron brillantes en la resolución técnica de este paso a dos espectacular, destacando ambos muy especialmente en las complicadas variaciones.
Brío, seguridad y resolución mostraron Haruhi Otani & Yanier Gómez Noda, de la Compañía Nacional de Danza, en su limpia ejecución de las exigencias de El Quijote (foto sobre estas líneas), pero supieron también abordar el lirismo y las dificultades interpretativas de Giselle, en el que fue uno de los momentos más emocionantes de la noche. Más discretos aparecieron Cristina Casas e Ion Agirretxe, en Aguas primaverales, un divertimento muy efectista de Asaf Messerer, sintiéndose más cómodos en el Pas de Deux de Cascanueces, que bailaron con corrección.