GISELLE COMO NUNCA LA HABÍAS VISTO
Kor’sia se hace preguntas sobre la autenticidad del amor en nuestros días versionado Giselle. La estrenan mañana en Teatros del Canal. Te lo contamos…
Texto_OMAR KHAN Fotos_MICRO E MEGA
Madrid, 10 de dicembre de 2020
Albrecht no es prototipo de Príncipe Azul. No son chulos ni traidores los príncipes de ese color. No van engañando a campesinas con sus artimañas. Albrecht, tipificado niño rico, tiene su novia bonita y de abolengo, pero zascandileando por el bosque se encapricha con Giselle, campesina pobre y encima enferma. Y la engaña. Albrecht, en realidad, solo está interesado en él mismo. Por el contrario, aplastada en el otro extremo, ella es la representación exacta y fidedigna de un ideal. Del ideal del amor puro y auténtico, del que lleva a la locura y a la muerte si no es correspondido. Al menos así era visto y entendido en el siglo XIX, cuando Théophile Gautier ideó esta historia fantasmagórica que se estrenó en París, en 1841, en forma de ballet con música de Adam, y que estaba llamado a ser emblema del Romanticismo.
Vale, es un cuento decimonónico, pero en las relaciones de hoy y en nuestra sociedad del “like” ¿hay doncellas así?... Eso se preguntaron los inquietos coreógrafos Mattia Russo y Antonio de Rosa, directores de la compañía Kor’sia, que guiados por estas inquietudes, más que por el cuento que narra, estrenan mañana, viernes 11 de diciembre, en Teatros del Canal, su atrevida versión de Giselle, que contrasta con la más fidedigna estrenada también esta semana por la Compañía Nacional de Danza, en el Teatro de La Zarzuela, lo que pone a Madrid como escenario inédito de una batalla entre willis tradicionales y willis posmodernas.
Las respuestas a las inquietudes de Kor’sia, serían, primero, que ya no hay doncellas, ese término quedó desfasado por ingenuo, y seguidamente, que sean así, exactamente así como Giselle, tampoco. Ya nadie quiere a otro con esa intensidad. Segunda pregunta importante: ¿Y hay en nuestro entorno niños ricos y caprichosos como Albrecht? Respuesta inmediata: sí. Entonces, puede que aquí haya material para una necesaria renovación y revisión de la coreografía original.
Del fauno a la Willi
No es la primera vez que Kor’sia siente interés y curiosidad por revisar desde la sensibilidad de hoy una coreografía del pasado. De Nijinsky recogieron la erótica La siesta del fauno pero también su obra menos conocida, JEUX Nijinsky (montada para el extinto Ullate Ballet), y desde ella, se hicieron preguntas sobre la lucha por los derechos y la individualidad a principios del siglo pasado, una inquietud recurrente ya explorada en Human, reflexión en clave de boxeo sobre los derechos humanos. Ahora se remontan más atrás, al siglo XIX, y se hacen preguntas sobre la legitimidad actual del ideal romántico justamente versionando el ballet Romántico por excelencia, que aparece poblado por las willis, vengativos fantasmas de chicas que en vida fueron engañadas y tracionadas por un Albrecht cualquiera.
Se confiesan fascinados por Giselle desde siempre pero admiten la dificultad que les supone abordar desde la moral de hoy una obra que defiende valores que estaban en boga en el siglo XIX. Pero ahí está el reto, justamente. Quieren encontrar correspondencias y constatar cuánto hemos avanzado, si es que no nos quedamos congelados, frente a asuntos morales y emocionales en esta sociedad propensa a estimular el yo, que empuja a vivir la vida a través de las redes sociales, y mantiene a la gente obsesionada por el número de likes. Del amor en los tiempos de la obsolescencia emocional hablan en su programa de mano.
En un contexto como éste, willis son todas esas chicas que, alienadas, terminan uniformadas e igualadas por los imperativos de la moda y los modos impuestos desde las redes sociales, en los que declaras tu amor (y también el inminente desencanto) con un whatsapp. Mattia Russo y Antonio De Rosa han organizado cómo sería el match moral entre los protagonistas del célebre ballet, ahora en 2020. Y el resultado es previsible. Albrecht, el egoísta: 1; Giselle, la enamorada: 0. No parecen buenos tiempos para el amor eterno.
