LA VOZ LUNAR
La Veronal, de Marcos Morau prosigue su gira. Llega el 12 de noviembre al Centro Cultural Condeduque y el 22 al Festival Temporada Alta con Sonoma, un despliegue onírico en clave femenina. Con él, nos aproximamos a la propuesta…
Texto_JOAQUIM NOGUERO Fotos_ALFRED MAUVE
Barcelona, 8 de noviembre de 2020
Es esta la menos encapsulada de las piezas de Marcos Morau. Sonoma es el Big Bang de su universo de juguete, de sus cajas escénicas, de su pantalla de cine habitada o maqueta con bailarinas. Es una rabiosa explosión en todas direcciones, con los cuerpos huyendo de las cadenas de la mente y a la voz convertida en válvula de escape. ¿Importa la voz en una pieza de danza? Marcos Morau lo tiene claro: “Mucho, aquí mucho. Quería gritar, quería decir las cosas en alto. El covid-19 me ha empujado a este estado iracundo”.
Estrenada el pasado julio en la sala oval del MNAC, de Barcelona, Sonoma es espacio abierto, una fiesta de miembros en una plaza de pueblo desde la mágica noche de verano shakesperiana. El título combina la palabra griega soma (cuerpo) con la latina sonum (sonido), y realmente el sonido toma cuerpo en Sonoma, un valle de la luna femenino, onírico y nocturnal que Marcos Morau ha desarrollado en homenaje al mundo de Buñuel y sus tensiones (entre la disciplina jesuítica y la libertad surrealista, entre la cultura tradicional aragonesa y lo universal y cosmopolita).
El coreógrafo se había acercado ya al universo del cineasta en una pieza realizada en 2016 con el Ballet de Lorraine, Le Surréalisme au service de la révolution. Buñuel siempre le ha interesado. “Es uno de mis grandes referentes”, dice Morau. “Me fascina cómo profana lo sagrado y sacraliza lo profano, o cómo eleva lo tradicional y lo telúrico a divino”.
Esta semana, cuando llegue al Centro Cultural Condeduque, Sonoma habrá pasado por Italia, Francia y Alemania, de camino a verse en el festival Temporada Alta de Girona el día 22 y viajar luego a Suecia, Noruega, París o Londres, para volver al Teatro Central sevillano, en marzo y a otra vez a Barcelona, al Mercat de les Flors, en abril. La última creación de La Veronal es una pieza de mujeres aliadas en un aquelarre entre doméstico y lunar, cual willis dispuestas a dar guerra por el amplio claro danzado de sus sueños. Las mujeres han sido siempre el centro de gravedad de la compañía, por lo que Sonoma plantea un guiño a su propia historia al contar con muchas de las intérpretes que le han sido cómplices a lo largo de tres lustros.
Universo femenino
El universo de La Veronal se ha conjugado en femenino. Es normal, pues, que aquí LA textura de las voces gane la partida AL texto, que LA emoción tumbe AL concepto, que LA feminidad más alocada derrote a LO masculino, y que LA noche soñada se imponga por fin a LO reglado. El texto es bello, pero se dice en francés porque la transparencia de su sentido racional importa menos que las emociones que despiertan el juego, la rabia, la seducción o el lloro de las voces.
Plástica (de Buñuel a Bruegel), coreografía (del eco de las danzas tradicionales al del ballet clásico, incluido el sexualizado sueño freudiano de Nijinsky en L’après-midi d’un faune) y música, todo cuenta en el universo de La Veronal. Cuenta porque suma. Cuenta porque narra y sugiere. Pues todo nace en ideas, pero se articula en música, en ritmo, timbres y juegos armónicos. Por eso el coreógrafo se concibe sobre todo “como director de escena o de arte: al final del proceso, las músicas elevan o agrian la imagen, la edulcoran o le dan profundidad y misterio. Trabajo con capas de mirada, intenciones, tempos... Es un proceso milimétrico y, al mismo tiempo, muy libre”.
En Sonoma, los movimientos de la compañía son más enérgicos y salvajes que en otras ocasiones, más bruscos y menos caligráficos que los habituales del kova, esa técnica de su invención. Por lo colectivo, aquí era necesario un trazo más grueso, así que el grupo pesa más, con brillantes reflejos y efectos de dominó que se multiplican incluso en las sombras. “Las sombras son otra parte de la verdad”, dice el coreógrafo. Pero, “pese a la rabia” –añade–, “yo veo Sonoma como una pieza muy luminosa”.
En Sonoma se da cita un mundo arcaico y rural, indudablemente opresivo para la mujer. Pero arranca de ahí también el sueño más loco de libertad. Explotan en la obra masas de movimiento y sonido con un efecto catártico. Resuena en ella el boooom más estruendoso, salvaje y primario. Es un valle abierto a la luz lunar. La noche al ritmo de los tambores de Calanda.
Sonoma, de La Veronal se presenta del 12 al 14 de noviembre, en el Centro Condeduque, de Madrid, y el 22 de noviembre en el Teatro Municipal de Girona, en el marco del Festival Temporada Alta. Los días 5 y 6 de marzo de 2021 estará en el Teatro Central sevillano y del 22 al 25 de abril, la obra regresa a Barcelona, con funciones en el Mercat de les Flors.