DE ACUERDO
Mañana, dentro del ciclo Baila Canal, Begoña Quiñones y Veróncia Garzón consuman su alianza en PACTO. Hablamos y estrechamos las manos con ellas. Este es el resultado…
Texto_OMAR KHAN Fotos_JUAN DAVID CORTÉS / JESÚS VALLINAS
Madrid, 19 de octubre de 2020
Es un gesto más bien simple. Uno y otro se dan la mano. Pero esas dos manos que se estrechan pueden tener una connotación social de superlativa relevancia. Puede suponer el arranque de una relación entre dos desconocidos. En ese gesto puede residir un acuerdo entre las partes. Seguramente en ese apretón de manos uno de los dos está admitiendo y asumiendo una derrota. Quizá ambos están cediendo y perdiendo algo para poder propiciar la resolución de un conflicto. De un par de manos que se enlazan puede surgir un amor que generará una nueva vida o una guerra que cegará muchas. Puede significar un negocio millonario o puede suponer una alianza fatídica. Puede ser el inicio de una amistad, podría ser un gesto que cambiará destinos. También podría ser, cómo no, el punto de partida de una coreografía.
Fue en 2017, durante Latidos, la residencia que ganaron Begoña Quiñones y Verónica Garzón en Conde Duque (cuando existía el proyecto Coreógrafos en Comunidad), la primera vez que apareció en su danza ese gesto. Duraba lo que dura, no menos de tres minutos, pero las hizo reflexionar. Analizaron y desglosaron lo que significa, y le vieron las posibilidades como dramaturgia. Tras un largo periplo de más de dos años dándole vueltas al asunto, mañana, en la Sala Negra de Teatros del Canal dentro del ciclo Canal Baila, finalmente estrenarán PACTO, la coreografía que nació de una alianza y un apretón de manos entre ambas.
“Las interacciones humanas sugieren dinámicas de poder, anhelos, arreglos y órdenes. PACTO reivindica el autoconocimiento a través del encuentro con el otro, y en movimiento dinámico, para aceptar lo propio desde la compasión”, declaran. “PACTO quiere exponer la brecha que se produce entre el observador y el observado, siendo ésta necesaria y urgente para devolver al individuo el sentimiento de responsabilidad a la hora de negociar su vida y actuar en y sobre ella”.
Negociación
La pieza ha tenido una evolución lenta pero imparable. Como obra de quince minutos se presentó al Certamen Coreográfico de Madrid 2018. Una residencia sirvió para ahondar más, para investigar en profundidad sobre el asunto. No tardaron mucho en darse cuenta de que montar una coreografía a cuatro manos también supone un pacto. “Quisimos poner en escena cómo pactamos una creación artística, cómo trabajar el pacto desde la negociación y la convivencia a ver qué ocurre, intentar ver qué pasa con la voluntad, cuántas veces cedemos sin siquiera darnos cuenta de que estamos cediendo”, expone Garzón. “La idea era exponer el contexto y las situaciones que se generan cuando nosotras, Verónica y Bogoña, pactamos una obra, darle a eso una dramaturgia”.
Así que han viajado desde lo general, desde lo más amplio, a lo particular, lo más íntimo. “Vero y yo entramos fácilmente en conflicto, pactamos cada ensayo”, confiesa Quiñones. “Y es que yo soy más del cuerpo y ella más del concepto, y muchas veces no avanzamos por esta razón”. Necesitaron entonces estrechar otras manos, traer refuerzos a la alianza. El coreógrafo Antonio Ruz, amigo, les echó una mano como ojo externo. Joaquín Abella, incondicional, fue mediador y acompañante durante el proceso.
Quiñones y Garzón son un tándem de larga data. Empezaron juntas a colaborar en fETCH (2012) y han hecho andadura juntas desde entonces. PACTO supone su primer reto de envergadura. “Bailamos para otras compañías y otros coreógrafos pero ahora entendemos de verdad lo que significa crear, la responsabilidad que tiene el creador, qué y cómo comunicas”, confiesa la primera. “Cuando bailas para otro estás en una zona de confort, ahora me doy cuenta, pero yo aprendo a base de golpes”.
Quiñones viene del sur. Flamenco y ballet hizo en Algeciras. Se vino a Madrid, al Conservatorio, y entre medias a Londres. Ha tenido experiencias con Muriel Romero, Luz Arcas, Yoshua Cienfuegos y Antonio Ruz. Garzón, en cambio, ha transitado del español al contemporáneo. Hizo butoh en Berlín. Husmeó en Graham y en el jazz. También pasó por el Conservatorio y ha sido freelance, bailando para Larumbe Danza y en participando en proyectos de Muriel Romero y Pablo Palacio, La Phármaco y también Antonio Ruz. “Soy nerviosa, hiperactiva. Es mi fortaleza y mi debilidad”, concluye.
